■ El Mirador de Heródoto
“El neoliberalismo cobra fuerza, no sólo en razón de la desintegración política y descomposición económica de las sociedades, sino porque se fundamenta en las fuerzas motrices de la nueva revolución tecnológica. La “cultura de la exclusión”, agravada por la simbiosis del neoliberalismo y la globalización, deteriora la cultura de la identidad, promueve la desintegración de los pueblos al alejarlos de sus tradiciones y valores en una homogeneización en la moda del consumo”
Francisco Javier Ibisate
El pasado 23 y 24 de septiembre se realizó en San Felipe, estado Yaracuy, en la República Bolivariana de Venezuela el Primer encuentro de cronistas latinoamericanos, en la ceremonia inaugural, quien esto suscribe, en derecho de palabra expuso el texto: “Los cronistas, guardianes de la identidad cultural latinoamericana en el contexto neoliberal”, del cual presento una síntesis y en un segundo apartado desarrollaré la crónica de la actividad cultural del mismo evento.
El tema del neoliberalismo aunado a la pérdida de cohesión social y pérdida de identidad es un asunto de palpitante actualidad y parto del hecho de que la influencia de la globalización a través de una de sus derivaciones como lo es el neoliberalismo imperante, no afecta exclusivamente el ámbito económico, sino que también repercute en todos los órdenes de la vida social y, sin duda alguna, en el rubro correspondiente a la identidad cultural de la población.
El neoliberalismo surgió después de la Segunda Guerra Mundial. Sus bases ideológicas pueden encontrarse en F. Hayec o M. Friedman, economistas al servicio del poder económico a nivel mundial. En la década de los ochentas este modelo económico que actúa como cancerígeno capaz de provocar marginación y desigualdad social a gran escala, en los países donde actúa, fue auspiciado por Ronald Reagan (Estados Unidos) y Margaret Thatcher (Gran Bretaña) en los países en los que tenían influencia.
En México, puede decirse que el neoliberalismo se introdujo en el sexenio presidencial de Carlos Salinas de Gortari cuando se inició la transferencia a gran escala, de bienes públicos al sector privado: bancos, carreteras, minas, vías aéreas, etc. Y recientemente, hasta en la explotación del petróleo hay participación privada nacional y extranjera. Con estas influencias, la cultura y los valores cimentados en nuestras tradiciones se deterioran cada día.
Respecto a la pérdida de la identidad cultural a consecuencia del neoliberalismo existen múltiples estudios realizados en diversos países latinoamericanos, tal fenómeno social está bien estudiado, en ese sentido he aquí algunas pildoritas.
La identidad cultural, según Gilberto Giménez (2003), “Es el conjunto de repertorios culturales interiorizados (representaciones, valores, símbolos… a través de los cuales los actores sociales (individuales o colectivos) demarcan simbólicamente sus fronteras y se distinguen de los demás actores en una situación determinada, todo ello en contextos históricos específicos y socialmente estructurados.”
De lo anterior podemos inferir que la identidad nos permite diferenciarnos de los demás, en tanto que la globalización y el neoliberalismo, que solo persiguen el lucro, intentan uniformar a los pueblos. Ahora bien, si caemos en la cuenta de que la identidad cultural es el principal factor de cohesión social y concretamente es el impulsor de solidaridad y lealtad nacionales, nos concientizaremos de la enorme importancia que tiene su cultivo intencional. Sin embargo, en el entorno se percibe que la identidad cultural en Latinoamérica, a causa de factores derivados de la globalización, se está debilitando.
Mientras eso ocurre, al modo de David enfrentando al gigante Goliat, encontramos en Latinoamérica a los cronistas ocupados en investigar, comprender y difundir nuestro rico legado histórico y simultáneamente los encontramos atareados en registrar el acontecer actual con el propósito de concientizar a la población para que valore la herencia patrimonial cultural recibida. Induciendo a cuidar y disfrutar de ese importante legado que nos da identidad.
Lo anterior enfatiza la necesidad de impulsar proyectos orientados a reforzar nuestra identidad. Entre las estrategias que podrían emplearse para alcanzar el objetivo expuesto, ocupa un lugar primordial la educación, pero, además, hay otras fuentes para fortalecer a la identidad cultural, entre ellas es trascendental el ejercicio de la crónica.
El ejercicio de la crónica, a través del cronista, es indispensable porque este, se ocupa de registrar los sucesos del acontecer actual dignos de memoria, para que sirvan como testimonio, estímulo, ejemplo para la comunidad presente y futura También se ocupa de indagar el contexto: la historia, tradiciones, personajes, patrimonio tangible e intangible del lugar. Esas tareas convierten a los cronistas en guardianes de nuestra identidad cultural y nacional.
Concluyo este apartado destacando que nuestros países latinoamericanos con sus singularidades y sus coincidencias, se encuentran unidos por el idioma, los valores, la historia y otros muchos factores de identidad cultural. Y está justificado enfatizar que nuestros países se encuentran unidos por un entrañable sentimiento de fraternidad y de hermandad que se optimiza a través de eventos como el Primer encuentro de cronistas latinoamericano.
Con la participación de trabajos de Colombia, Cuba, México y Venezuela, esta plataforma de intercambio de experiencias y saberes ha iniciado la producción de buenos frutos en el ejercicio de la crónica, en consecuencia, no dudo que contribuya al fortalecimiento de la identidad cultural de nuestros pueblos.
Así se observa el mundo desde El Mirador de Heródoto. ■
*Presidente de la Red Latinoamericana de Cronistas (Relac)