En medio de la redacción de mi tesis doctoral encontré una imagen con texto en inglés. Se trata de un diálogo que me es sumamente valioso en cuanto a las avanzadas competencias de redacción de textos académicos y/o argumentativos que debemos tener muchos. Permítanme traducirlo, compartirlo y comentarlo con ustedes, mis lectores.
El estudiante dice: “No entiendo por qué mi calificación fue tan baja. ¿Cómo lo hice en mi trabajo de investigación?”.
El docente contesta: “Es que no entregaste un trabajo de investigación. Confeccionaste un conjunto aleatorio de oraciones. De hecho se advierte que las oraciones que por lo visto secuestraste en medio de la noche y forzaste dentro de este violento y arbitrario plan tuyo han sido colocadas en tus cuartillas contra su voluntad. Leer tu trabajo fue como ver a personas desconocidas entre ellas e incómodas interactuar en una fiesta de coctel adonde, en primer lugar, ni siquiera querían ir. No enviaste un trabajo de investigación: enviaste una situación de rehenes”.
Al respecto, me gusta comentar en mis clases cómo el artículo de opinión (como éste) se coloca en un extremo contrario al de las llamadas “citas citables” que son unidas sin ton ni son ni argumento de por medio. En esos casos no hay masilla que una, viene una cita de Nietzche y luego otra de Heidegger y otra de Sartre y otra adjudicada a García Márquez. Todo sirve: el chiste es engordar el trabajo, que se llegue a las tantas cuartillas que pidió el profesor. (Y luego hay tanto profesor que, a fuerza de pedir tanta palabra en los textos, forma profesionistas estúpidamente rolleros.)
Para los novatos, investigar es sinónimo de ese extraño verbo que es “googlear”. Ya los veo: pide uno investigar sobre mejora profesional docente, y ahí te van los ingenuos a teclear sobre la barra de búsqueda de Internet “frases célebres mejora profesional docente”, “frases célebres educación”, “frases célebres constructivismo” o algo así.
Valoro, más que la argumentación, la originalidad. La publicación ha ensanchado su escenario a límites inimaginables: cualquiera puede hacerse leer en las redes sociales, en libros digitales, en blogs. Pero caemos también en la ciénaga de las paráfrasis, donde los farsantes suelen disfrazar como suyas las frases y planteamientos de otros. El artículo de opinión nos hace conocer el pensamiento del autor, el “collage” de citas nos hace recordar lo que han dicho los grandes. El ensayo académico, al que sitúo en medio de ambos, nos permite conocer cómo se hilvanan pensamientos de otros con los del redactor, e incluso cómo el pensamiento de éste, hilo conductor, se desarrolla al enfrentarse con un campo del conocimiento y autores que lo marcan y también pueden marcarnos.
Que nadie nuevo hay bajo el sol decían los latinos. Lo creo pero lo importante en este mundo, considero, no son los entes ni las palabras y significados que hay en el orbe, sino las hermosas y aleccionadoras combinaciones que con ellas pueden formarse. Respecto a lo otro, las “situaciones de rehenes” con palabras me mueven a sentir lástima. Debemos ser profesionales, y el profesionalismo exige aportes y originalidad. Los plagios son precisamente lo que significan: robos o retenciones, ya sea de personas (rehenes) o de palabras y/o planteamientos ajenos. ■