El término «chemsex» se refiere al uso de sustancias psicoactivas durante encuentros sexuales. De acuerdo con la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (CONASAMA), México aún no dispone de estadísticas precisas sobre este fenómeno. No obstante, se recomienda implementar estrategias de prevención adaptadas a los patrones de uso y necesidades de la población afectada. Es esencial proporcionar información y educación sobre los riesgos asociados para mitigar sus posibles consecuencias negativas.
En base a información de la CONASAMA este fenómeno, se originó en Inglaterra durante los años 90 y se refiere al uso de drogas como la metanfetamina y los nitritos en saunas frecuentadas por la comunidad gay para intensificar y prolongar la actividad sexual. Acuñado por David Stuart, el concepto de chemsex se expandió con la popularización de aplicaciones móviles de citas a partir de 1999, extendiéndose globalmente.
El chemsex actualmente se clasifica clínicamente como el “uso sexualizado de sustancias” y está marcado por la ingesta de drogas que aumentan la desinhibición sexual y prolongan la erección. Entre estas sustancias según destaca la comisión, se encuentran metanfetamina, catinonas, GHB (“éxtasis líquido”), poppers (nitritos), MDMA, cocaína, crack, ketamina y sildenafilo. Este fenómeno considerado una sindemia engloba la confluencia de varias epidemias interrelacionadas, como el incremento en el uso de metanfetamina y el aumento en las infecciones de transmisión sexual (ITS), incluyendo VIH y hepatitis C.
La COSAMA destaca que, en México, el chemsex está principalmente relacionado con hombres que tienen sexo con hombres (HSH), y en menor medida, con hombres y mujeres trans.
El origen de este está vinculado a factores sociales y culturales complejos. La estigmatización de la homosexualidad y las actitudes negativas hacia las relaciones entre personas del mismo sexo han influido profundamente en la vida sexual de los HSH. Además, la epidemia de VIH ha dejado secuelas psicológicas que contribuyen a sentimientos de culpa y evasión, mientras que el auge de las aplicaciones de citas ha modificado la manera en que se buscan parejas, facilitando el contacto y la difusión de prácticas sexuales.
Lamentablemente en el país existe la ausencia de datos específicos sobre esto, lo que limita la comprensión total del fenómeno. La última encuesta relevante sobre consumo en la comunidad LGBT, realizada en 2010, no reflejaba la situación actual. No obstante, se ha registrado un incremento en el uso de metanfetamina entre hombres gay, lo que ha llevado a un aumento en la demanda de tratamiento en centros como CECOSAMA. Este aumento está asociado con un mayor número de casos de intoxicación aguda y síntomas psiquiátricos severos, como episodios psicóticos.
La prevención debe ser específica, adaptándose a los patrones de uso y necesidades de esta población. Es fundamental informar y educar sobre los riesgos asociados, como la transmisión de VIH y otras infecciones, así como las consecuencias negativas del consumo de sustancias.
Para ello, la COSAMA sugiere difundir información a través de redes sociales y aplicaciones de citas para aumentar la conciencia sobre los riesgos y evitar el inicio del consumo. Además, se recomienda proporcionar acceso a recursos como condones, profilaxis previa y posterior a la exposición (PrEP y PEP), y profilaxis con doxiciclina (DoxiPEO) para prevenir la transmisión de infecciones.
La gestión de los riesgos asociados con el chemsex debe incorporar estrategias de reducción de daños. Entre estas estrategias se incluyen la implementación de campañas de detección mediante pruebas rápidas para identificar infecciones virales y el análisis de sustancias para detectar adulterantes. Además, para personas que consumen metanfetaminas, el suministro de jeringuillas estériles y la provisión de información relevante son medidas efectivas. Estas prácticas contribuyen a disminuir la transmisión de VIH, hepatitis C y otras infecciones de transmisión sexual, y promueven un uso más seguro de las sustancias.
Es crucial abordar este fenómeno desde una perspectiva integral que considere tanto los aspectos clínicos como los sociales y culturales, con un enfoque en la reducción de riesgos y la educación para enfrentar este complejo fenómeno de manera efectiva.