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jueves, 1 mayo, 2025
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La Carta de Bayona, un revulsivo de los movimientos independentistas americanos

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

El rompecabezas o la punta de la madeja autonómico independentista mexicano y del resto de los reinos americanos, inicia con la invasión del ejército de Bonaparte a España en 1807 que obligo a la renuncia de Carlos IV. Estos acontecimientos dieron lugar al movimiento juntero que, ante la ausencia de monarca, reivindico y se erigió en la soberanía y la representación de los habitantes de las provincias. Después vino la “convocatoria a Cortes y la cultura constitucional” (Martín Escobedo, 2010, p. 32) que generó, hasta concluir con la reinstalación de Fernando VII Séptimo, “el deseado” en el trono español en 1820. Mientras todo esto ocurría allende el Atlántico, en la Nueva España se presentaron como episodios de corta duración la crisis del Ayuntamiento de la ciudad de México que también reclamaban para los súbditos el derecho a ser soberanos y representados por encima de la autoridad del virrey y la declarada insurgencia iniciada por Miguel Hidalgo en la parroquia de Dolores y la serie de guerras y combates intermitentes que pasaron por los mandos de Morelos, Guerrero, Mina y Victoria, combatidos férreamente por el general realista y cabeza de la contrainsurgencia, Félix María Calleja, que finalmente termino derrotándolos. Por eso es que la independencia de México, en su fase armada y libertaria fue un proyecto frustrado que termino siendo derrotado por los defensores del absolutismo y del orden colonial. El triunfo de Iturbide corona esta gran ironía y paradoja con la que México nace a la vida independiente. En la víspera, como antecedentes o acontecimientos entreverados en el proceso independentista, la historia registra la Carta de Bayona, el ideario ilustrado, la filosofía libertaria de la revolución francesa, la independencia norteamericana que se anticipó a la Toma de la Bastilla, la ideología liberal que se introdujo en la nueva nación por nacer, los intereses de Inglaterra, la educación novohispana, el retorno del absolutismo. Todo esto nos lleva a considerar que la independencia de México representa en la historia un proceso por demás complejo y zigzagueante de múltiples aristas. La Carta de Bayona (Francia), fue resultado de la Invasión napoleónica a España. Es un acontecimiento al que los historiadores no le han dado la suficiente importancia. Muchos ni siquiera la nombran como parte de los antecedentes de la independencia de México y de las colonias americanas. Esta Carta también llamada Constitución de Bayona, se firmó en pleno cautiverio precisamente en Bayona, de Carlos IV y su hijo heredero de la Corona Española, Fernando VII. En julio de 1808, José I, “Pepe botella”, hermano de Napoleón Bonaparte, invitó a los reinos del Nuevo Mundo a enviar seis representantes, uno por cada reino a los que se sumarían los de Cuba y Guatemala a la ciudad francesa en cuestión, un delegado para conformar un Congreso constituyente. Para contrarrestar el ofrecimiento de los franceses. Esta convocatoria sirvió como un revulsivo que empujó a la Junta Central que se había formado como el órgano de resistencia al ejército napoleónico, hizo lo propio, comenzando por enviar a comisionados reales que sirvieran como intermediarios entre la Junta y los reinos, demandando su apoyo ante la situación de emergencia por la que atravesaba la península. Probablemente sin la convocatoria de Bayona no hubiera surgido el movimiento juntero y sus consecuencias. De esta forma el organismo que asumió la representación de la soberanía española, por medio del decreto del 22 de enero de 1809 estableció que las posesiones de los dominios de España, más que colonias o factorías constituían parte de la monarquía española, por lo que deberían de tener representación nacional inmediata y formar parte de la Junta Central, para lo cual cada uno de los virreinatos habrían de nombrar “un individuo cada cual que represente su respectivo distrito”. Se inauguraba de esta forma el movimiento juntero en América que llevaría tras la realización de elecciones de parroquia y provincia para enviar diputados que a la postre terminarían votando la Constitución liberal de Cádiz, y en los sucesivo los americanos habrían de ser reconocidos como iguales ante los españoles. (Vid Jaime Rodríguez, 2005, pp. 148-149).     

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