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lunes, 23 junio, 2025
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La educación superior y la economía del estado

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Por: MARCO ANTONIO TORRES INGUANZO •

En los últimos meses se han publicado evaluaciones educativas que implican a las instituciones del estado, sin embargo, en todas ellas, está ausente el vector que debería fungir como canon para los análisis de calidad de las instituciones educativas: su relación e impacto en la economía de la entidad. Las teorías tradicionales con las cuales se ha analizado la relación educación-economía, como son la teoría del Capital Humano y la de la Funcionalidad Técnica se han quedado cortas para explicar y prever estrategias en esta mutua relación: los estudios los hacen tomando como base las mediciones de escolarización. Relacionan los niveles de escolaridad con la productividad. La cosa es que la baja calidad anula el criterio de la escolarización. Y la calidad (en forma circular) tiene que ver con la pertinencia de los planes de estudio, lo cual nos refiere a su relación con el mercado de trabajo. El impacto del conocimiento sobre la economía es sobre todo en el factor de la productividad, pero supone que existe una planta productiva donde se aplican dichos conocimientos. Por ello, si las universidades diversifican su oferta educativa y no hay la correspondiente diversificación en el mercado de trabajo, se estará produciendo el llamado “subempleo estructural”: egresados que no tienen donde ejercer su profesión y terminan laborando en empleos que requieren perfiles muy por debajo de sus capacidades. Los gobiernos han querido enfrentar dicho desequilibrio conteniendo la matrícula de las carreras tradicionales, lo que ha terminado en la restricción de la propia cobertura de las IES. Por el contrario, para impulsar el crecimiento económico debe proyectarse una estrategia de sinergia entre oferta educativa y mercado de trabajo. Una política conjunta de empleo con el capital humano requerido. Por ello, la gestión de la calidad de las universidades no puede ser ni una actividad interna de las IES, ni una imposición de los gobiernos. Las universidades deben soportar la gestión de calidad en sus capacidades relacionales con todos los sectores (público, privado y social).

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Una política coordinada de este tipo elevaría considerablemente los ingresos y reduciría la pobreza de forma consistente. En Zacatecas tenemos una estructura laboral que los economistas le llaman “heterogénea”; la cual quiere decir que un porcentaje pequeño de empleos concentran los ingresos altos, y el mayor porcentaje de los mismos (60%) está constituido con bajos salarios. Y si la pequeña y mediana empresa es la que aporta más de 80% del espacio laboral, pues resulta que entre el llamado sector informal y las Mipymes, suman el empleo precario. Así las cosas, la clave está en diseñar una estrategia de conectar la oferta de docencia e investigación de las universidades con las Pymes. Y armar una ruta crítica para crear una zona de economía del conocimiento a partir de esta sinergia. Lo que a su vez crearía una dinámica de alta movilidad social. Esto es, al mismo tiempo y por acción de mutua retroalimentación, se genera crecimiento de un mercado interno calificado; además de aumento significativo de Desarrollo Humano, porque el ejercicio de los servicios profesionales se conecta con la satisfacción de las llamadas necesidades superiores.

La pertinencia es la columna vertebradora de la calidad de la educación superior. Y dicho en términos de funciones sustantivas: la vinculación se convierte en la orientadora de la docencia y la articuladora de la investigación. Planear el crecimiento de la universidad junto con las potencias económicas del estado, implica alta claridad de la tarea en las autoridades tanto de la universidad como del Gobierno del Estado. Sin embargo, considerando la circunstancia actual en ambas instituciones parece una tarea imposible. Ambas no cuentan ni con las formas tradicionales de planeación, mucho menos podemos esperar que aborden esquemas innovadores y coordinados. El año que entra habrá renovación del Ejecutivo estatal y de la Rectoría, y las voces de las élites políticas no han desplegado opiniones sobre este tipo de asuntos. Están hundidos en el pragmatismo con el fin de obtener la conducción de los espacios, pero sin justificar para qué los quieren. Muy probablemente las cosas sigan igual, no observo aun nada que indique que la situación pueda cambiar. Seguiremos en la ciénaga. Los partidos políticos como los grupos dirigentes en la universidad no dan viso de un cambio de conducta. Entidades políticas desprogramadas que auto-reproducen sus estructuras de mando. Y una masa de electores y de universitarios mayormente pasivos. Y las autoproclamadas “esperanzas” empiezan a supurar la misma pus que dijeron combatir. Está muy claro qué se debe hacer para hacer del estado de Zacatecas un ejemplo en Desarrollo Humano, pero la viabilidad política de dichas fórmulas es negativa: la clase política nubla toda esperanza. Repito: seguiremos en la ciénaga. ■

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