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jueves, 10 julio, 2025
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Contracultura

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

De acuerdo con Christopher Dawson la cultura es la forma organizada de la vida social que resulta de la interacción inteligente, finalística y socializada, la cual se ha forjado desde tiempo inmemorial en una determinada comunidad humana; para Dawson, dicha forma se inspira en una particular visión del mundo y de la vida y, se expresa en un conjunto de normas de pensamiento y de conducta comúnmente aceptadas por el respectivo grupo humano, por lo que la cultura es pues, una comunidad espiritual que sustenta su unidad y singularidad en un sistema de creencias y valores ético-religiosas. Por su parte, Andrea Imaginario considera que la cultura es el conjunto de bienes materiales y espirituales de un grupo social, transmitido de generación en generación a fin de orientar las prácticas individuales y colectivas y, de acuerdo con Imaginario, incluye lengua, procesos, modos de vida, costumbres, tradiciones, hábitos, valores, patrones, herramientas y conocimiento. Para Imaginario, la función de la cultura es garantizar la supervivencia y facilitar la adaptación de los sujetos en el entorno por lo que cada cultura encarna una visión del mundo como respuesta a la realidad que vive el grupo social, de tal suerte, no existe ningún grupo social carente de cultura o «inculto». En este contexto, quiero referirme a las distintas manifestaciones culturales muy desafortunadas o, contracultura, que se está generando en distintos medios de comunicación y por distintas personalidades, recordemos el caso del ex futbolista del Club Cruz Azul, llamado Julio César “Cata” Domínguez quien se atrevió a realizarle una fiesta de cumpleaños a su hijo con la temática de Joaquín Guzmán Loera, alias el “Chapo”. Los pequeños invitados lucían chalecos antibalas, gorras, armas ficticias que aparentaban alto calibre, paliacates y, en general, todo alusivo a una narco fiesta. El citado deportista pudo haber tomado cualquier otra temática siendo futbolista profesional, sin embargo, prefirió enfocarse en un asunto muy complicado para un gran número de mexicanos que padecen los estragos de la delincuencia organizada, de las drogas, la desarticulación familiar a consecuencia de secuestros u homicidios y todo lo que conlleva tener contacto obligatorio o desafortunado con este tipo de corporaciones. Me llama mucho a la atención el cómo fue la planeación de la citada fiesta, o cómo le propones o dejas que tu hijo quiera tener un convivio de esta naturaleza como si se tratara de un héroe, una caricatura o algo que es digno de destacar en nuestra sociedad, peor aún, que expectativas de vida le están generando a su hijo, que contrario a fomentar el deporte o el equipo del cual vive, prefiere impulsar entre la niñez, un tema tan obscuro como es el narco  y sus secuelas; peor tantito, vestir a los niños de esa forma, como si el camino a seguir para la sociedad mexicana sea precisamente dedicarnos y hacer de nuestro modus vivendi, la apología y operación del delito en esta comunidad dónde el estado de Derecho está en recuperación después de su resquebrajamiento. Por lo anterior y retomando los conceptos de Christopher Dawson e Imaginario, la idea de la cultura que estamos construyendo abona a la descomposición social, contribuye a fomentar la pérdida de valores que afecta a miles y miles de nacionales, afortunadamente hay avances pues existe una lucha contra los narco corridos y otras formar de incentivar el delito. No me cabe en la razón, el punto de permitir novelas, series, películas y otras formas de bombardearnos como comunidad humana, y que las personas a destacar ya no sean Hidalgo, Morelos, Pancho Villa, Josefa Ortiz de Domínguez o héroes infantiles  como Speedy González, el Súper Ratón, ya de perdida el Superman, Batman, Mujer Maravilla o personajes de caricaturas, sino que por el contrario se idolatren entidades adversas a los intereses que formaron está gran Nación mexicana. Sin duda, tenemos que reforzar mucho los esquemas educativos, formar a la niñez en valores, al igual que a los maestros, pues algunos dejan mucho que desear y, sobre todo, que la Secretaría de Gobernación, censure y sancione la apología del delito en todas sus formas pues es quien permite o no, el tipo de programación que exalta conductas antijurídicas y antisociales. Manifiesto mi repudio a estas formas de celebración y hago un llamado a la cordura, a la reflexión sobre el tipo de cultura y la calidad de sociedad que estamos heredando a las presentes y futuras generaciones. La contracultura no deber tener cabida en nuestra estructura social pues la violencia y sus diversas formas, no son el camino que nos conduzca al éxito y a la armonía colectiva.

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Álvaro García Hernández

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