Gobernar requiere inteligencia, pero no de esa que elitistamente se ha interpretado como tener un doctorado en Harvard, sino inteligencia para lidiar con los espejismos del poder.
“¿Qué horas es?” dicen que preguntó don Porfirio, y que obtuvo por respuesta “La que usted ordene señor presidente”. Dicen también que en una reunión para estudiar encuestas y tomar decisiones, el mandamás se extrañaba por la poca popularidad de fulano, lo que el responsable de las encuestas intentó enmendar diciendo “si quiere le subimos unos puntitos”.
No es que sea justificable, pero sí es comprensible que Peña Nieto se sorprenda porque no le aplauden cuando anuncia que su mano izquierda investigará a su mano derecha. Es lo común, lo saben quienes conocen los rituales políticos de nuestro país, para los que no, CNN México lo explica bien en la nota en la que da cuenta de la más reciente pifia de EPN: “Habitualmente, Peña Nieto se hace acompañar de integrantes de su gabinete, funcionarios, líderes políticos y vecinos de las comunidades que visita, donde suele ser recibido y despedido con aplausos y porras. Es común que sus palabras, en especial al informar sobre obras públicas y beneficios de programas sociales, también sean festejadas.” (Disponible en http://mexico.cnn.com/adnpolitico/2015/02/03/ya-se-que-no-aplauden-dice-pena-nieto-tras-un-mensaje-a-medios).
Acostumbrados a ridículos rituales monárquicos como ser recibidos de pie, filas para saludarlos, banquetes para sus cumpleaños, y que los espectáculos no comiencen hasta que ellos llegan, es natural que se sorprendan cuando encuentran públicos menos entusiastas.
Es probable también que le sorprenda más a Enrique Peña Nieto que a muchos otros políticos que la televisora más importante del país lo impulsara a la presidencia con tanto empeño lo hace caer en su propia ilusión, cree que de veras lo quieren en su colchón.
Habría que agregar a ello que las tablas políticas de EPN son muy limitadas. Peña saltó de ser una figura regional, ciertamente de un estado grande e importante, al ámbito nacional, sólo con el amparo de Televisa y del Grupo Atlacomulco. Es decir, no tuvo “entrenamiento”digamos por ejemplo como secretario de Estado, lidiando con la atención que eso conlleva.
Ahora tiene que vérselas con periodismo de alto nivel y con organizaciones como Amnistía Internacional, que le respondió con un flyer que decía “Más de 22 mil personas desaparecidas, 7,000 denuncias de tortura y sólo 7 condenas a nivel federal, cada día en México mueren 6 mujeres por crímenes de violencia de género. NO HAY RAZONES PARA APLAUDIR #YaSéQueNoAplauden”
Pero el lloriqueo de Peña Nieto que desató las burlas en Twitter no es solamente el berrinche de un individuo incomprendido e infravalorado, es un reflejo de parte de la clase política que espera las por mal hacer su chamba, y que va por ahí, repartiendo dádivas con aires de filántropo, como si el dinero para estas acciones saliera de sus bolsillo y no del erario público, y como si su trabajo fuera ese: ser un apacible ciudadano que reparte migajas a las palomas a contentillo del viento y su capricho, unas cuantas para allá, otras para acá.
Así los encuentra uno en sus promocionales, orgullosos de “ayudar” en grande, de dar chambas a los que participaron en las campañas, de repartir huevos, cemento, despensas, o útiles escolares a cien, doscientas, quinientas, o mil personas, no como parte de un programa universal para quien lo necesite independientemente de por quién vote, sino como un aliciente clientelar para los que se lo ganan, entre otras formas, aplaudiendo. Se asume tan natural estas actividades como tareas de un político, que ya las realizan lo mismo legisladores que presidentes municipales, regidores o gobernadores.
Mientras las redes sociales se llenaban de memes de Peña Nieto y su #YaSéQueNoAplauden, en el plano local se daba cuenta de la generosidad con que un partido político entregaba cincuenta tinas para vender tunas. Es de suponer que esperaban aplausos.
Lo más lamentable es que de vez en vez los reciben.
Los aplausos que Peña esperaba y no recibió eran de los periodistas presentes cuando anunciaba el nombramiento de Virgilio Andrade como secretario de la Función Pública. Muchos de ellos le han aplaudido y ya dejaron de hacerlo, otros lo harán paulatinamente en función del avance del sexenio, en esa bonita tradición de “El rey ha muerto, viva el rey”. ■
@luciamedinas