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miércoles, 14 mayo, 2025
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De la imposibilidad de la política

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO • admin-zenda • Admin •

Los resultados de las elecciones para gobernador en Zacatecas parecen arrojar el resultado que la “izquierda” tiene la capacidad de derrotar a sus opositores si logra la “unidad”. Y existen, al parecer, varios métodos de lograrlo, empezando por la postulación de un programa común al que seguiría la implementación de métodos democráticos de elección de candidatos, electos hoy día mediante imposiciones convenientes. Los números dan para el optimismo porque el PRI obtuvo alrededor de 240,000 votos, mientras que las izquierdas desunidas (PT, PRD, Morena) obtuvieron 267,000 votos. Un diferencia promedio de 27,000 votos. Por supuesto que considerando lo acontecido en el escenario general de México, si el número de gubernaturas ganadas cuenta como parámetro de medición, el PRI perdió, el PAN se enfila a la presidencia de la República, el PRD se desdibuja y Morena comienza a acumular fuerzas. De todos modos la proposición parece mantenerse: sin la unidad de las izquierdas la presidencia de la República no es un objetivo viable a corto plazo para cualquiera de los partidos que vindiquen esa posición, y en el escenario de 2018 los polos opositores serán, de nuevo, el PAN y el PRI. La cuestión parece ser, entonces, ¿cómo lograr la unidad de las izquierdas? Una respuesta tentativa corre, creemos, a lo largo de dos rutas que fueron explicadas por Elié Halevy, en relación al radicalismo de los utilitaristas británicos, en su libro “The Growth of Philosophic Radicalism” Faber&Faber, Londres (1928), cuya edición original es francesa. En la página 118 escribió: “El objeto de la sociedad es la identidad de intereses; pero la identidad de intereses no aparece espontáneamente, así que para lograrla la ley debe intervenir. Adam Smith nos dice que el objeto de la sociedad es la identidad de intereses, pero la identidad de intereses se realiza espontáneamente, así que, si queremos que aparezca, es necesario que no intervenga la ley”. Los radicales ingleses, de los que ejemplos prominentes son Adam Smith y Jeremy Bentham, se oponían a la corona mediante la teoría de la organización espontánea de los intereses sociales, de los que un ejemplo muy conocido es la organización económica. Con “ley” se refieren al Estado Monárquico. Lo radicalmente irónico es que la unidad de las izquierdas se pueda plantear en términos similares: la unidad –i.e. la “identidad de intereses”- será posible si se cumplen los requisitos A, B, C,… que pueden ser: tener un programa común, poseer métodos democráticos de toma de decisiones, o cualquier otro. Pero el caso es que no se han cumplido espontáneamente los requisitos necesarios y suficientes para esa unidad, porque es un hecho empírico que las izquierdas están desunidas y que sus intereses permanecen dispersos. Por lo tanto esa unidad, si es posible, solo podrá llegar por dos vías: o bien una agencia externa logra organizar la identidad de intereses de los diferentes actores, con lo que se delata de inmediato su subordinación e incapacidad de transformar la sociedad, o bien se dan un conjunto de condiciones sociales que permitan la identidad de intereses –i.e. la organización espontánea de la unidad-. Así que postulamos que son dos los métodos de unificación: la heteronomía y la espontaneidad. La heteronomía ha sido el método de unificación de cada una de las identidades de izquierda, y eso se ve cuando notamos que en Morena las decisiones las toma un líder inatacable cuyas palabras son la “ley”, mientras que en el PT las decisiones las ha tomado la misma dirigencia nacional durante toda su existencia como partido. El PRD, al estar conformado por multitud de identidades a las que no puede unificar, lograba su precaria unidad de acción mediante la negociación constante de posiciones entre los diferentes líderes, teniendo cada fracción o “tribu” el objetivo de llegar a dominar totalmente el partido. Morena es precisamente una identidad que se separó del PRD porque no pudo, y encontró que debido al carisma de su líder ya le era innecesario, establecer para sí la dominación total del partido. Vemos entonces que en la formación de intereses comunes no hay espontaneidad, se requiere de la imposición a partir de un líder infalible. Si está especulación es correcta, o medianamente verosímil, el panorama hacia 2018 es deprimente: las izquierdas no lograran la unión porque, debido a sus hábitos, requieren para ello la presencia de una autoridad que las trascienda, encarnada en la figura de un líder. El hacer de la espontaneidad está clausurado. Robert Nozick, al principio de su libro “Anarquía, Estado y Utopía” entendía que la filosofía política consiste de las muchas respuestas posibles a la cuestión: ¿por qué hay Estado y no mejor anarquía?”. Es bien sabido, y por eso muchos en el campo de las izquierdas lo toman como un “neoliberal”, que la respuesta de Nozick es la doctrina del “Estado mínimo”: se requiere un Estado para hacer cumplir las leyes, para todo lo demás resulta innecesario. La respuesta que creemos correcta es un  círculo: hay Estado porque no hay seres humanos libres, y porque no hay seres humanos libres hay Estado. La unidad de las izquierdas es imposible porque eso que quieren imponer –la libertad- no existe. Y si existiera sería innecesaria cualquier unidad de las izquierdas. ■

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