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jueves, 6 marzo, 2025
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El SPAUAZ en su laberinto. La huelga política

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO FLORES •

La huelga que comenzó el Sindicato del Personal Académico de la Universidad Autónoma de Zacatecas (SPAUAZ) a partir del martes 18 de febrero de 2025 en contra de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ) es el resultado de una ruptura en la alianza que conduce a la universidad. Como se anunció en la prensa, el grupo Renacimiento, cuyo líder es el Dr. Francisco Javier Domínguez Garay consideró prudente alejarse del grupo del Rector, Dr. Rubén Ibarra Reyes, pues sus intereses primordiales (determinar el candidato a rectoría) no se alineaban con los del grupo Vanguardia. Dada esa decisión, la siguiente consistió en aliarse de inmediato al conglomerado político-clientelar denominado “Grupo Plural-Universidad” cuya conducción es, en gran parte, decisión del diputado local Lic, Alfredo Femat Bañuelos. La historia del grupo Renacimiento es compleja y conflictiva. Surge como escisión del grupo Universidad en la última parte del rectorado del Dr. Domínguez Garay, y logra colocar al I.Q. Armando Silva Chairez en la rectoría en el año 2012. Poco después el I. Q. Silva Chairez se desmarca del Dr. Domínguez Garay y este, junto a su grupo, busca refugio en el grupo Universidad. Esa alianza arremetió contra Silva Chairez con dos huelgas cuyo objetivo era derrocarlo de la rectoría. No pudieron, pero lo obligaron a firmar un acuerdo con el ISSSTE y lograron arrebatarle la rectoría en 2016. Durante ese nuevo rectorado, el Dr. Antonio Guzmán Fernández decidió incumplir el convenio que él y Crescenciano Sánchez tanto exigieron a Silva Chairez. No era la intención resolver problemas de los universitarios, esos grupos son “realpolitik”. Por ende, a partir de la ruptura la huelga era segura, pues el margen de maniobra es muy pequeño para el grupo Vanguardia. Se debe recordar que en febrero de 2024 la huelga fue derrotada con 1125 votos para el “Sí” contra 1088 para el “No”. Una diferencia de 37 votos, lo que muestra lo estrecho del margen en las alianzas. Ahora bien, en febrero de 2025 la huelga se obtuvo con 1261 votos por el “Si” contra 1008 votos contra el “No”.  La diferencia “absoluta” es de 253 votos. Pero la relativa, es decir, la que surge de la comparación de un año y otro muestra un cuadro más preciso de la situación. Es claro que el Grupo Vanguardia perdió 117 votos de un año a otro mientras que el conglomerado político clientelar Universidad-Plural-Renacimiento ganó 173 votos. Sin embargo, si no hubiese habido rompimiento, y se hubiesen mantenido los 1125 votos por el “No” y se le retiran esos 117 votos al resultado obtenido por el “Sí” se nota que se reduce a 1144. Y esto es una diferencia de 19 votos. Dado lo estrecho de los márgenes resulta claro que esta diferencia de 19 votos no es significativa, bien podría haber sido otro el resultado. La conclusión es fatal: la mayor parte de la explicación de la huelga no es el “descontento de los docentes”, sino la ruptura de la alianza en el grupo dominante. Y aquí no se consideró el conjunto de “anomalías” (boletas sin folio, padrón reducido) que permiten configurar un escenario de fraude. Por ende, contra cualquier posible opinión, la huelga es una represalia política hacia el rector por parte de sus antiguos aliados. Si este es el escenario se deben leer los movimientos del conglomerado político-clientelar que dirige la huelga como pasos hacia el debilitamiento de la rectoría y el reposicionamiento de su candidata, la Dra. Jenny González Arenas, a la sazón dirigente del SPAUAZ. Concedido lo anterior, la insistencia en conseguir el “reconocimiento” de la universalidad de las prestaciones de la cláusula 41-IX, 41-X y 41-XI se vuelve un elemento de vital importancia para sus objetivos. Si lo consiguen, destruyen de facto la base económica de la presente administración central, pues ocasionaran un adeudo que no podrá cubrir el rector. Y eso le dará mucho menor margen de maniobra en la sucesión. Si gana el conglomerado no significa que pagará o que sabe cómo pagar o que Enrique Viramontes tiene razón y sobra el dinero. No, lo que pasará es que, como durante el rectorado de Guzmán, no se pagará nada, se perseguirá a los críticos, se diseñarán programas de despido y se suprimirán unidades académicas opositoras. De ahí la importancia de lograr ese “reconocimiento”. Si no lo consiguen se puede considerar que la huelga fue derrotada y sus impulsores quedaran desacreditados. Eso es lo que se juega en la huelga, lo que menos importa son las condiciones laborales, si hay clases o no o si la burocracia trae o no relamido el cabello. Una de las consecuencias del ambiente de polarización entre grupos es la demostración de la nula capacidad crítica de los docentes, pues resultan incapaces de evaluar argumentos, pero especialistas en el aplauso y la descalificación gratuita del otro. Baste observar las mesas de negociación sindicato/rectoría, donde en determinado momento queda claro el desdén por el intelecto. El abogado general aduce que el cálculo de prestaciones no es fácil, y él no podría hacerlo pues son muchas las variables. Por eso es necesario un despacho de acuarios. La contraparte esgrime una falacia: “mira, Iván, no seas necio, nosotros sin muchas matemáticas hicimos los cálculos”. Ese es el nivel.

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