Algunas veces convincente,otras veces justificante y en la las mayoría de las veces concluyente, la mitología convencional del ambiente empresarial dice que “el pez grande se come al chico” y este dicho se eleva al rango de sentencia, no sin algo de coraje o tristeza disuelta en una resignación compartida, entre empresas que con esta misma creencia se contagian la enfermedad organizacional denominada “déficit de competitividad adquirida”.
Por fortuna, también hay un antídoto para esa enfermedad y siempre habrá casos de pequeñas y medianas empresas ejemplares que han demostrado que cuando se enfrenta con valor, desarrollando talento y carácter para convertirlas en fortalezas, resulta muy eficaz. Ese antídoto es un conjunto de las mejores prácticas y está a la libre disposición de quienes se deciden a tomar con justicia lo que corresponde a su inversión inteligente, incluso compitiendo y hasta venciendo en equipo a los “peces” más grandes.
Las mejores prácticas están literalmente al alcance de cualquier organización que realmente esté decidida a triunfar pagando el precio por ello, pues bien implantadas aumentan la competitividad de las Pyme’s y principalmente, les ayuda a transformarse en lo que pueden llegar a ser para lo cual conviene girar de manera constante e interminable, la rueda de la llamada tecnología de lo obvio, que consiste en 4 pasos:
1. Observar al mejor
2. Imitar al mejor
3. Igualar al mejor
4. Superar al mejor
Por principio de cuentas, las empresas altamente competitivas (chicas o grandes) hacen lo que se denomina Mapeo de Procesos, que es un análisis minucioso de cómo se llevan a cabo las etapas operativas y detectan el valor creado, así como el desperdicio generado, para enfocar los esfuerzos de mejora, conociendo la secuencia de las operaciones y midiendo el tiempo útil, el tiempo muerto o desperdiciado, y en general, el tiempo total desde el inicio hasta el fin.
A modo de simple diagrama de bloques o de flujo en el que se ilustran las actividades con duración en minutos y aún más en segundos para mayor precisión, se señalan con un relámpago aquellas en las que se puede disminuir el tiempo, lo que al final de cuentas acorta los ciclos ya sea de producción, de comercialización, de administración, de almacenaje, de suministro, etc.
Después de este ejercicio, resulta asombroso concluir que la mayor parte de los recursos invertidos se desperdicia y que los costos pudieran reducirse a niveles que parecen de entrada imposibles, pero que si así se han llegado a fabricar productos muy complejos, en otros más simples podrían aplicarse más rápido y los escasos recursos se aprovecharían mejor.
Y es que aquí también se trata de incluir a la cadena de suministro, para comprender su flujo e impacto, para establecer planes de mejora específicos, resolviendo las siguientes preguntas:
¿Cuál es la capacidad de operación?
¿Cuál es el cuello de botella?
¿Cuál es la velocidad a la que se requiere producir?
¿Cuál es el porcentaje de capacidad disponible?
¿Nuestras restricciones son internas o externas?
¿Cuáles son las limitantes de las metas?
¿Cómo diseñar el sistema para cumplir los compromisos?
Así, se resuelve una de las más incomprensibles especificaciones de las grandes empresas que consiste en reducir consistentemente los precios como consecuencia de una mayor eficiencia operativa y por tanto reducción de costos y beneficios compartidos con el cliente.
En una productora de cítricos de Cd. Victoria, Tamps., Empresa Total presenció una negociación de precios, consistente en su disminución anual a cambio de un contrato opcional por 5 años, conociendo el mapa de sus procesos. El cliente era una empresa coreana y el vendedor mexicano sólo aceptó el primer embarque igual que otros proveedores mexicanos para probar. Fue el único año que se vendieron su cosecha a los coreanos. Después, se perdió el cliente y la cosecha se tuvo que vender a precios todavía más bajos a los ofrecidos por los coreanos y en el mercado nacional, para recuperar al menos parte de los costos de producción.
Ésta es una realidad que se repite muy frecuentemente porque aún no se aprovechan las mejores prácticas que hacen posible participar en los grandes flujos comerciales con posibilidades reales de éxito. Es indispensable superar otro mito más que consiste en hacerlo con base en la experiencia o en la vocación. Es mejor y el camino más corto aplicar la tecnología de lo obvio, pues no tiene nada de inmoral o vergonzoso copiar lo que han dado resultado a otras empresas.
De hecho, en nuestro medio hay casos de empresas de clase mundial de origen zacatecano, en concreto de Fresnillo, que ya están aplicando el mapeo de procesos y otras prácticas más que las clasifican como parte de una nueva generación y por lo mismo todavía son raras o al menos escasas.
Sin embargo, la conclusión es muy simple, Se puede y si usted tiene una empresa o si dirige una empresa, anímese a investigar estas buenas prácticas para competir y tener éxito. En nuestra próxima entrega usted obtendrá otra buena práctica más para triunfar. ■
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