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martes, 22 abril, 2025
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Zacatecas en la ira de los tiempos

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

*Historia y poder

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En el pasado delictivo de muchos de los que llegaron a gobernar abiertamente los destinos de la patria chica zacatecana, algunos dejaron huella por demás siniestra en los anales de la traición, la escena del crimen cotidiana, las manos manchadas de sangre en pos de orientar sus ganancias y acomodar a sus huestes en la sangría constante de los dineros que legítimamente pertenecían al colectivo.

Sus nombres están ahí desesperados en el muro de las memorias y quienes rompieron todos los moldes del cinismo, la cobardía, el ataque y la camarilla a ultranza como soporte de que se protegieran los sucios intereses en la explotación masiva de asalariados, la omisión ante la injusticia, la prevaricación como norma matemática que sumase impunidad y acoso y desmemoria.

De par en par las puertas abiertas para muchos en el descrédito: gobernadores sumisos, comandante militares y jefes políticos como sospechosos del crimen y su escena cotidiana, alcaldes mayores y concejales cerrando las asambleas municipales y declarando el toque de queda ante la descripción de las barbaries: los forajidos de levita entraban a sangre y fuego con órdenes virreinales cesando toda esperanza para mineros en huelga, para campesinos alzados en armas, para los estudiantes desesperados enfrentando a los rufianes de una constitución caduca y sometida a las prisiones.

De una vez por todas que se sepa: en la intervención sangrienta del Ejército Francés en nuestra ciudad en los aciagos años de 1862-1866, y en su afanosa búsqueda del gobierno trashumante y peregrino de Benito Juarez García, en el acoso y asesinato de más de 300 ciudadanos inocentes en los patíbulos del centro de la ciudad, los emperadores contaron con el apoyo abierto-desquiciado y enloquecido-de los patrones zacatecanos, sus aliados y mercenarios de por vida, sus achichinqles de la politiquería barata y de venganza y como una mancha en la historia quedó para siempre tales fechorías.

Se recuerda perfectamente quienes osaron agredir al pueblo, denunciar a los clandestinos, delatar a quienes valientemente encontraron en la vía de las armas y la pelea abierta con proclamas y alertas de peores escenarios y ahí están sus nombres en las crónicas de la historia que sigue sepultada por la apatía, la falsa postura de superioridad, y en muchas otras acciones de la roña provinciana que corroía y corroe los hechos consumados.

En los siguientes escenarios donde el pueblo zacatecano demostró valentía ante la ira de los tiempos, ya en la primera Toma de Zacatecas en 1867 en la que Mariano Escobedo pasó por las armas a austriacos y franceses y antiguos soldados conservadores, en las guerras intestinas de la revolución y la célebre toma de 1914, hubo la deslealtad y la traición, la ignominiosa penumbra de quien sabía su papel de defender al pueblo y optó por la traición y la huida, el saqueo del erario y la rapiña programada.

¡Zacatecas y la ira de los tiempos, a la orden y a la carta!

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