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martes, 22 abril, 2025
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Trump, la visita incómoda

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Por: MANUEL ESPARTACO GÓMEZ GARCÍA • admin-zenda • Admin •

Al más fiel estilo de los rotativos amarillistas, he decidido nombrar la colaboración de hoy para La Jornada Zacatecas; y es que no es para menos, en la escala de escándalos, los internacionales tienen un peso y dimensión específico y especial, sobre todo si recordamos la historia y la escuela diplomática que a México ha caracterizado, claro, con algunos episodios obscuros y de vergüenza nacional, como el “comes y te vas” de Fox a Fidel y desde luego, el de hace apenas unos días entre Peña Nieto y Trump y sus avergonzadas naciones, que sin lugar a dudas sentará un precedente negativo en la relación de los dos países y también sin lugar a dudas, ya causó estragos en la imagen y popularidad de estos dos hombres, podríamos incluso arriesgarnos a decir que para ambos con este encuentro la suerte está echada, para uno para bien y para el otro para mal. Más adelante a detalle.

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En el lejano tiempo de Don Pascual Ortiz Rubio como Presidente de México, su secretario de relaciones exteriores era Genaro Estrada, de quien por supuesto derivó la Doctrina Estrada, que a la postre se convertiría en el distintivo de la política exterior mexicana, misma que fue redactada en 1930, la cual condena la capacidad plenipotenciaria que algunas naciones adquieren para calificar y someter a otras, regularmente más débiles y juzgar a sus gobiernos como legítimo o ilegítimos, según convenga a sus intereses. En pocas palabras, la doctrina Estrada condenaba el intervencionismo, y no podía ser de otra manera, sólo hacía falta un Presidente capaz y un secretario de relaciones exteriores analítico para expedir un documento que condenara todo aquello de lo que nuestro país había padecido y seguiría padeciendo hasta la actualidad, cabe destacar que el intervencionismo no solo es militar, se da en todos ámbitos de competencia, como sucede en la actualidad, que el peso económico de algunas naciones, doblega en las negociaciones de los tratados a los países más vulnerables, o bien, en lo político, desde donde se gestan por intereses guerras atroces con la venida del consejo de la ONU presidido casi siempre por los Estados Unidos de America. Por eso, nuestra política exterior mexicana, cimentada en tal doctrina fue reconocida por el mundo durante mucho tiempo, hasta que los hombres, en este caso algunos Presidentes, se sintieron por encima de las instituciones y rompieron el círculo virtuoso.

Entrando en materia.

Decir que el Presidente Peña invitó a los candidatos Trump y Clinton, sería tan poco venturoso como la visita del primero en sí. Hubo alguien o algunos asesores que consideraron estratégicamente correcto tomar la iniciativa de generar un lazo de simpatía por quienes habrán de gobernar el país vecino los próximos 4 años, ya sea uno u otra, esto, tal vez se hizo con la mejor de las intenciones, sin tomar en cuenta los perfiles y antecedentes de ambos y peor aún, supusieron que el magnate venido a menos habría de modularse en el discurso incendiario, lo que constituye un error garrafal.

Con independencia de quien o quienes, hayan tomado la decisión de armar esta puesta en escena, erraron de principio a fin, la logística falló y el encuentro entre los equipos en el cual se fijan los temas a tratar y los que de manera determinante quedan afuera, fue una farsa, o bien, nunca hubo la provisión del gobierno mexicano de dejar en claro la postura sobre el contexto migratorio.

Trump maneja un discurso focalizado en los migrantes que llegan por la frontera sur de su país, pero le encanta particularizar con los mexicanos, a quienes los ha calificado como asesinos y violadores y a quienes asegura repatriar si llega a la casa blanca, lo mismo pasa con el muro fronterizo, el cual dice, nuestro país ha de costear, pero el señor no es tonto, es un hombre de negocios y como tal sabe que los latinos generan riqueza por ser la mano de obra más barata a la que los norteamericanos pudieran acceder, sin embargo, su estrategia va dirigida para el estadounidense ignorante, aquel que se siente desplazado por los migrantes o bien, que bajo la bandera del nacionalismo no sabe un ápice de historia y no sabe que su nación fue fundada por migrantes de Europa mayoritariamente. Allá ellos.

Acá, en México quedó un sabor nauseabundo, no es exageración si digo que la gente encontró en este encuentro, el eslabón perdido que podría significar el rencuentro de la sociedad polarizada en la que vivimos, la ciudadanía se siente traicionada y es que el mexicano puede perdonar muchas cosas, puede pasar por alto muchos agravios, como a los que estamos mal acostumbrados, pero hay fibras sensibles que no deben ser tocadas, una de ellas es el insulto generalizado a toda la nación sin distingo de clases sociales, agravio que borró la brecha de desigualdad y unificó criterios en contra del Presidente.

Un error de cálculo de tal magnitud, da para defenestrar a un régimen. ■

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