Decía mi abuelo, “febrero loco, marzo otro poco” haciendo referencia a los fuertes ventarrones que azotaban durante esos meses del año la ciudad de cantera con corazón de plata. Y precisamente el mes de febrero recientemente concluido, trajo a Zacatecas, una fuerte oleada, un viento arrasador que sacudió a todo el estado y no precisamente hablando de temas climatológicos.
Durante los primeros días de febrero, la nueva dirigencia de la sección 34 del sindicato nacional de trabajadores de la educación, estuvo tocando puertas en gobierno del estado con la intención de aclarar y rescatar el recurso destinado al pago de becas para hijos de los agremiados. El presupuesto en pugna era poco menos de 3.5 millones de pesos, “peccata minuta” para un gobierno que gastará 3600 millones en una obra que muchos juzgan innecesaria.
El ejecutivo estatal, fiel a su estilo primero ignoró y después subestimo a los trabajadores de la educación, la cerrazón fue la constante por parte de las autoridades. Cuando lo único que encontraron como respuesta fue un rotundo “NO” los maestros pasaron a la acción. Declararon el paro indefinido de labores, tomaron oficinas gubernamentales, presidencias, casetas de peaje, además bloquearon las principales vías de acceso al territorio zacatecano. Los asesores del gobierno del estado seguramente pasaron por alto que la recién electa dirigencia sindical de la sección 34 es emanada de una corriente política e ideológica identificada con la CNTE a nivel nacional, por lo que para defender los derechos colectivos mediante la movilización y la lucha callejera se pintan solos. Y así quedó demostrado, los pusieron a prueba en lo que mejor saben hacer, organizar, difundir, convencer y luchar hasta vencer. En menos de 3 días tenían al sector educativo paralizado por completo puesto que se unieron a la lucha de manera solidaria la sección 58 del SNTE y el sindicato de telesecundarias, además gozaban de consenso entre amplios sectores de la sociedad.
El lunes 17 de febrero tuvo lugar en la siempre fría capital zacatecana una multitudinaria marcha de proporciones históricas, hubo quienes incluso la bautizaron como “la segunda toma de Zacatecas” rememorando aquella gesta heroica de los revolucionarios Francisco Villa y Felipe Ángeles. Con el cerro de la bufa como testigo, el clamor fue al unísono “gobierne quien gobierne, los derechos se defienden”.
El asunto que desencadenó esta primavera magisterial, fue el pago de las becas para los hijos de los trabajadores de la educación, pero con el paso de los días y ante la soberbia del gobierno, los puntos del pliego petitorio fueron aumentando de manera sustancial hasta convertirse en una larga lista de casi 200 agravios acumulados que demandaban ser atendidos y solucionados. Muy por encima de las demandas específicas, se dejaba sentir claramente que la lucha era por la dignidad y por el respeto a los derechos de todos los agremiados.
La estrategia implementada desde la parte oficial, pareció consistir en desgastarlos y rendirlos por agotamiento, grave error, es como haber querido ganarle a las “fuercitas” a Sansón. El desgate político y la poca (casi nula) aprobación del gobierno monrealista, obligó a las autoridades a sentarse a la mesa de negociación, pero ahora sí, con carácter resolutivo. En un primer momento, se les ofreció a los docentes movilizados una minuta de acuerdos que fue rechazada por abrumadora mayoría en un proceso sin precedentes donde cada agremiado pudo conocer, analizar, discutir y votar si estaba o no de acuerdo con dicha minuta. La democracia participativa y directa tocaba por primera vez en la historia al SNTE sección 34.
El fin de semana previo al 24 de febrero, quedó resuelto el punto inicial del conflicto, así como otros que resultaban apremiantes para los trabajadores de la educación, el Ejecutivo estatal por conducto del secretario de gobierno acordó atender cada uno de los puntos del pliego petitorio de manera paulatina a través de mesas de trabajo con carácter resolutivo. La intención de fondo era desactivar la segunda mega marcha magisterial programada para el día 24 de febrero, la cual se pronosticaba sería aún más multitudinaria que la anterior. A pesar de las muestras de “buena voluntad” los docentes decidieron salir a las calles a mostrarle nuevamente su músculo al gobierno del estado. Simultáneamente a la marcha, se desarrolló otro proceso histórico, donde se puso en práctica la democracia representativa, en una nutrida asamblea estatal, delegados y secretarios generales, votaron a favor de poner fin al paro indefinido de labores que había estallado 11 días atrás entre los pertenecientes a la sección 34.
Ante una plaza de armas desbordada, Filiberto Frausto Orozco, líder seccional, anuncio la resolución que habían tomado los asistentes a la asamblea estatal. Como en todos los ámbitos de la vida, hubo quienes se mostraron inconformes ante tal acuerdo, pero poco a poco fueron dimensionando el tamaño del triunfo que habían obtenido ante un gobierno que parecía nunca iba ceder. Además de las conquistas palpables, el magisterio zacatecano ganó experiencia de lucha, democracia sindical, politización de las bases y, sobre todo demostraron a propios y extraños que unidos y organizados son prácticamente invencibles.
Y FINALMENTE EL MOVIMIENTO MAGISTERIAL DEMOCRATICO, DEFRAUDO NUEVAMENTE A LAS BASES