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martes, 13 mayo, 2025
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Lectura y anarquismo

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Por: CITLALY AGUILAR SÁNCHEZ •

■ Inercia

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Paul Auster, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, y muchos escritores más, de todas las latitudes y épocas, coinciden en que la escritura es una forma de revelarse ante la realidad tal como es. Afirman que comenzaron a escribir porque no les bastaba el mundo así, como todos lo vemos y vivimos.

Ésa es una postura del arte frente a la vida, una que no es la mejor ni la peor, que no es la más original o recomendable, pero sí es una postura anarquista, es una manera de revelarse ante la realidad y ante la inercia de la sociedad y sus constructos.

La imaginación es también un medio de crear realidad y en ello consiste lo subversivo de la literatura. Al leer abandonamos este mundo y nos vamos a otro, inmersos entre las páginas, encontramos posibilidades, alternativas, preguntas y respuestas. De ahí la importancia de la lectura.

 

Para vivir en la fantasía…

Al caminar por la ciudad en estas fechas de fiesta, uno se encuentra con la Feria del Libro ubicada en el Jardín Independencia. Hay títulos para todos los gustos, y de todos los precios y sin embargo, la gran mayoría de ellos están esperando a su lector.

Los libros que más se venden son los de superación personal, las grandes novelas best seller, los de recetas de cocina y un tanto los de esoterismo. Esto nos da un cuadro bastante sintomático de la sociedad en la que vivimos: lejos de aislarnos en mundos alternos con posibilidades infinitas, nos sumimos en la desesperación de encontrar en este mundo una alternativa de vida.

Lejos de buscar una manera de crear una nueva sociedad, nuestra sociedad intenta mejorarse a sí, pues cree en que los problemas se solucionan con recetas simples para cocinar nuevos humanos. Los libros de superación personal no son otra cosa que un juicio, que por lo general es bastante moral, ante situaciones que no sólo se pueden resolver moralmente. Son un instructivo que intenta sanar fácilmente los malestares de antaño en el ser humano.

Y no es que la literatura no busque algo similar, pero en la literatura hay mucha mayor conciencia de la imposibilidad de cambios radicales en dos o tres pasos. La literatura nos enseña la dificultad de los cambios y la responsabilidad que conllevan. En ella nos encontramos a nosotros mismos sin juicios pero sí nos pone el dedo en la llaga.

Pero a nuestro pueblo no le hace falta huir a otras realidades donde haya incomodidad o crítica, por eso las fugas que se hacen están en el lugar más cómodo de este mundo: frente al televisor. Ahí nada nos puede confrontar, nada nos preocupa, nada nos importa más que pasar el rato sin molestias. Es el locus amoenus de la contemporaneidad.

 

Al abrir un libro

Cuando abrimos un libro, estamos dejando inmediatamente este lugar que habitamos. Renunciar a esto implica un ejercicio de reconciliación mínimo con nosotros mismos, pues en ese viaje estaremos solos por un rato, en silencio, sin nadie que nos defienda o perturbe, sin nada que no sea el latido del corazón propio.

Pero también significa, que al igual que Auster, Cortázar y Vargas Llosa, no nos basta este espacio, que tenemos que salir y encontrar nuevas formas de vida, nuevas aventuras, nuevos placeres pero también experimentar otro dolor, otra tristeza, otras desgracias. Principalmente en la narrativa encontramos estas posibilidades.

Y al encontrarnos fuera de lo cotidiano, fuera de nosotros mismos, es imperativo expandir nuestro horizonte y expectativas. De  ahí que, al regresar de cada libro, encontramos algo nuevo en nuestro ser. No podemos ser los mismos de siempre. A través de los ojos de escritores hemos recorrido nuevas pieles y diferentes culturas o vivencias.

Esto, aparte de aportarnos un bagaje experimental muy extenso, nos lleva al anarquismo puro. La posibilidad de ser más de una persona a la vez, es una sensación que va acompañada de cierto poder, de cierto conocimiento que no cualquiera puede contener.

Grandes dictadores en la historia de la humanidad, villanos de la política y dirigentes de movimientos contra nutura, han sido excelentes lectores. Porque la lectura es una herramienta que puede ser utilizada, como toda herramienta, en pro o en contra de los demás.

En lo personal, me parece primordial encontrar en la  lectura un refugio ante la hostilidad de este mundo, pero también la esperanza de construir uno mejor. Que sea una herramienta para nuestro propio beneficio y que nos humanice ante los otros.

Hay en la lectura una necesidad esencial de cuestionarlo todo, de responder a todo y de encontrar todo. En la medida que tomamos esa actitud ante todo lo que nos rodea, empezamos a dejar atrás la inercia que fundamenta nuestra pereza social y nos convertimos en personas de mayor conciencia.

No digo que leer solucione nuestros problemas como sociedad y cultura, digo que leer es un ejercicio que nos prepara para afrontar esos retos sociales. Digo que la lectura nos permite ver un poco más allá de quienes creemos ser ahora, de lo que creemos tener y de lo que pensamos que merecemos. ■

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