El famoso Barón de Humboldt minimizaba las fortunas de los curros de la Habana o Caracas en comparación a los millonarios zacatecanos.
Incluso, un zacatecano fue considerado el hombre más rico del mundo. Tanto que hasta fue personaje en una de las novelas de aventuras del exitoso escritor Frances Alejandro Dumas.
Paco Fagoaga era el Slim de entonces.
“Todo allí respiraba la abundancia”.
Considerado como soporte financiero de la corona, rápido él y sus herederos se apresuraron en continuar las fortunas adquiridas invirtiendo en grandes extensiones de tierras y ahí instalaban sus haciendas llevando una vida de lujos aristocráticos, mientras afuera la plebe y esclavos, literalmente morían de hambre, enfermedades y fríos.
Otro millonetas lo fue José Larrea con su hacienda y 2 mil peones a su servicio y un ejército privado de 300 aguzados dispuestos a defender sus territorios.
Quizá el más poderoso fue el Conde de San Mateo Valparaíso cuyas extensiones territoriales llegaban hasta la ciudad de México y le daban el fuero de hacer lo que le viniera en gana y fue considerado como el gran gandalla que hizo temblar autoridades de estados vecinos al mismo tiempo que muchos mineros tuvieron que exiliarse y abandonaron Zacatecas debido a su odio y maldad vengativa.
“Hay que recordar que a la mayoría de los aristócratas de Zacatecas, se les consideraban de la misma manera: bienhechores de la ciudad, celebrados por su piedad y su generosidad (de ellos dependen muchas fundaciones piadosas y obras caritativas), desempeñaban un papel fundamental en período de crisis agrícola: de los trojes de sus haciendas provenía entonces el maíz que necesitaban la ciudad y las minas circundantes. Son estos mismo personajes quienes, con asombrosa regularidad, mandaban que se tocara las campanas para convidar a su mesa a los pobres de la ciudad …” cita un historiador francés en el año de 2005.
¿Será?
La gran ventura dramática y llena de fortuna para el mundo fue el nacimiento y resplandor del Zacatecas minero que le dio fama y vida de lujos indescifrables a muchos de sus hijos y testaferros y que la población sobrevivió también con algunas épocas de bonanza para muchos sectores, aunque lo perdurable fue la pobreza, la precariedad, el abuso, el debate en el yugo.
Zacatecas siempre da de qué hablar. Inimaginable. ■
