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miércoles, 24 abril, 2024
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El momento de romper Paradigmas

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Por: MARCOS IBARRA INFANTE •

De acuerdo con la Real Academia de la Lengua, un Paradigma es una teoría o conjunto de teorías cuyo núcleo central se acepta sin cuestionar y que suministra la base y modelo para resolver problemas y avanzar en el conocimiento.

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Nuestro país arrancó 2017 en un contexto muy complicado y convulso, al panorama económico que ya venía contraído de 2016, se le agregaron variables que por su impacto en el bolsillo detonaron diversas manifestaciones de protesta que desgraciadamente derivaron, en algunos casos, en violencia y saqueos. La liberación del precio de la gasolina generó aumentos inmediatos de 14%,en promedio, en el precio de la magna y de 20% para la premium, el dólar estaba a principios del año en $21.32, y llegó ayer a $22.29 pesos, la tasa de interés tuvo un abrupto crecimiento en diciembre al pasar de 4.75% a 5.25% después del llamado efecto Trump, hasta llegar hace algunos días al 5.75%, todo lo anterior por mencionar solo algunos aspectos que complicaron el panorama económico del país. En Zacatecas tampoco fue sencillo el cierre del año ni el arranque del nuevo, el tema de Salaverna, los nuevos impuestos locales y la negociación del presupuesto estatal 2017 también generaron movilizaciones.

Mucho se ha escrito ya sobre éstos temas en días pasados, por eso a mí me interesa más compartir con ustedes una reflexión sobre el hecho de que varias de las decisiones que se tomaron y de las acciones que se realizaron tanto por los diferentes niveles de gobierno como por la misma ciudadanía, organizada y no tanto, hubieran encontrado mejores y más rápidas soluciones, o al menos mejores acuerdos, si antes de activarlas se hubieran cuestionado e incluso cambiado muchos de los paradigmas que las originaron. En todas las sociedades se suelen dar algunas cosas por sentadas o por validas sólo por el hecho de que se venían haciendo así desde tiempo atrás o porque han funcionado de manera más o menos satisfactoria para algunas personas o grupos que tienen influencia sobre los demás y que tienen la manera de difundir que esa es la forma adecuada de hacerlas, es así más o menos como surgen los paradigmas. En muchas de esas sociedades el nivel educativo, los avances científicos o la configuración social, entre otros aspectos, provocan que los paradigmas se sometan constantemente a cuestionamientos, y de no funcionar, se cambien o se eliminen.  En nuestro país, la misma idiosincrasia influenciada en gran medida por el paternalismo y la aversión al riesgo pocas veces genera estos ejercicios, y es muy común observar que en muchos lugares seguimos haciendo actividades económicas o productivas de manera muy ineficiente tan solo por hecho del “porque siempre se ha hecho así”, ojo, no hablo de las tradiciones y la cultura hablo de paradigmas.

Haciendo una autocrítica, los funcionarios en algunas ocasiones tendemos a pensar que las estadísticas y los documentos sobre nuestro escritorio marcan la realidad, cuando muchas veces las necesidades de la gente “de a pie” no se resuelven con nuestras soluciones “planteadas”

El primer paradigma que debemos romper como funcionarios públicos es pensar que la dinámica social y el imaginario colectivo es el mismo que el de hace 20 o 30 años, o el que señalaban los libros de texto de las universidades de los que ahora estamos entre los 40 o 50 años.

Las comunicaciones, las redes sociales, los medios de transporte, generan ciudadanos más informados, más interactuantes y ante lo que les molesta, más contestatarios. Un ejemplo puntual de la necesidad del cambio de paradigma es incluir ahora en el centro de la ecuación a las redes sociales y telecomunicaciones. Como ejemplo de esto, es  el asunto de los famosos “XV años de Rubí” que sólo a través de este medio lograron convocar a más de 25 mil personas que estuvieron presentes sin ningún parentesco, invitación o necesidad de estar ahí.

Es necesario que las Políticas Públicas se adapten a los nuevos y no tan recientes paradigmas, como lo es el miedo a la competencia y a la  creencia de la obligación del Gobierno a subsidiar algunos de los bienes,  como por ejemplo la gasolina. Más allá de calificar teóricamente si estos distorsionan o no el mercado y si el modelo económico actual es bueno o malo, debemos entender  la globalización en la cual vive nuestro País y la interacción que tiene con otras economías de modo que no se puede tener marcha atrás.

Debemos acostumbrarnos ya a las fuerzas del mercado y a la competencia e incluso a la liberalización de muchos productos y servicios que de antaño no lo eran. Desde luego esto debe estar acompañado de esquemas de facilidades fiscales a pequeñas empresas, entre otros, que compensen los años de desigualdad que venimos arrastrando.

Otro paradigma importante a considerar y evaluar es el hecho de pensar que el gobierno tiene la capacidad, pero sobre todo la intencionalidad de generar desequilibrios tan sólo por el hecho de “joder a México”. No digo que no puede ser uno de los actores, sin embargo ignorar a los grupos antagónicos ya sea políticos,  económicos y/o sociales que tienen su propia agenda, que pudiera no ser tan benévola, y que tiene su propio interés, sería pecar de ingenuos. La población tiene derecho a protestar o manifestarse por lo que no le guste o considere injusto y la autoridad tiene la obligación de evaluar y reconsiderar sí es necesario, pero de ahí a que de manera automática sigamos echando la culpa al gobierno de todo, hasta por el frío que hace, le resta altura de miras a las importantes manifestaciones sociales que de manera natural se han dado.

Es importante que como sociedad volvamos a repasar y analizar todos aquellos paradigmas que no tienen vigencia, pero sobre todo aquellos que nos impiden avanzar como sociedad y construir un mejor país. ■

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