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jueves, 25 abril, 2024
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¿Por qué hablar de música, del Coloquio Nacional de Profesores, o de lo que sea?

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Por: CARLOS FLORES* •

La Gualdra 262 / Literatura

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Hacer esto cada semana no es nada fácil. Me refiero a escribir en La Gualdra cada fin de semana. Sobre todo cuando no se tiene la inventiva creativa de Pilar Alba y Alberto Huerta, o la pericia y el conocimiento de mis otros compañeros como Campech o nuestra misma editora. Pero aquí estoy frente a la máquina. Escribo lo que se venga a la mente y que pueda ser atractivo para el lector. Entiendo a mis alumnos cuando se quejan al solicitarles el cuaderno del escritor, una actividad académica consensada y generada por la academia de Lengua y Literatura del Nivel Medio Superior de preparatoria, a propósito del XVII Coloquio Nacional de profesores del NMS.

En dicho coloquio se reunieron más de 800 maestros y directivos de todo el país con el objetivo de compartir su trabajo y sus conocimientos en el Colegio de Ciencias y Humanidades de la Universidad Juárez del Estado de Durango, además de conferencias y la presentación del nuevo modelo académico basado en proyecto. Con mi asistencia a este evento me doy cuenta que el proyecto educativo implementado por el gobierno cada vez está más sólido y definido, aun cuando muchos profesores llevemos a cabo viejas prácticas, que aclaro, en nada se pelean con los nuevos modelos, pues parece ser que sólo es una cuestión de denominación y no de fondo.

En fin, dejemos esa discusión a los académicos y a los políticos. Lo que yo quiero destacar es la actividad antes mencionada que denominamos como “El cuaderno del escritor”, y que consiste en lo siguiente: el alumno de preparatoria tiene que conseguir una libreta forma francesa, en esa libreta tiene que escribir todos los días algo de su inspiración: una reflexión, una descripción, un comentario sobre una lectura, libro, película o lo que sea, o bien, convertirlo en su cuaderno de notas como cualquier escritor lo podría hacer. No es un diario, por lo que se le recomienda que no escriba sus actividades cotidianas, a menos que lo crea necesario de vez en cuando para desarrollar una idea.

Debo confesar que el trabajo parece sencillo pero no lo es. Pues el hecho de darse el tiempo cada día de la semana para escribir algo exige, además del tiempo, el cogerse a uno mismo y preguntarse a sí mismo, en el aquí y el ahora, acerca de lo que pasa en el mundo por un instante, el propio, y hacer un esfuerzo realmente difícil para poder expresar algo en las hojas del cuaderno. El resultado es inspirador, pues se encuentra uno con la subjetividad de los alumnos: historias, reflexiones, vidas, emociones, alegrías, penas, amoríos, pero sobre todo, con la riqueza espiritual de la materia prima de la actividad docente: seres humanos.

Así que regresando al título y parafraseando a Baudelaire:

Hay que escribir siempre.

Todo reside en eso: ésta es la única cuestión.

Para no sentir el horrible peso del Tiempo que rompe las espaldas,

Y nos hace inclinar hacia la tierra, hay que escribir sin descanso.

Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/262

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