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viernes, 19 abril, 2024
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Expone Enciso Contreras la crónica irónica y ágil de Encarnación Brondo Whitte

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Por: ALMA ALEJANDRA TAPIA • Araceli Rodarte •

■ En breve, la reedición del libro La División del Norte 1914, por un testigo presencial

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■ Imparte conferencia, inscrita en el programa del Coloquio Nacional La Marea Revolucionaria

La historia se construye con dos componentes básicos: los hechos recuperados y quien los registra. En La División del Norte, según el testimonio de Encarnación Brondo Whitte, se revela entonces, dice José Enciso Contreras, un ejército que es al mismo tiempo, “un gran mercado de comida, vino, tabaco, armas y desde luego favores sexuales” y a un cronista caracterizado por su sentido del humor: “ágil, nato, crítico e irónico”.

Brondo Whitte confiesa haberse involucrado en la Revolución Mexicana “porque estoy picado de novelería”. Añade Enciso Contreras en su caracterización del que fuera médico de la Brigada Sanitaria de la División del Norte, como un asiduo lector de novelas de aventuras de autores como Alejandro Dumas y Emilio Salgari.

En su biblioteca, a la que tuvo acceso el historiador, todavía pueden encontrarse, dice, obras correspondientes a revisiones postreras de autores como Rice Burroughs, padre literario de Tarzán.

La conferencia magistral, inscrita en el programa del Coloquio Nacional La Marea Revolucionaria, iniciativa surgida desde el posgrado en Historia de la Universidad Autónoma de Zacatecas para revisar elementos clave de la Revolución Mexicana y sus efectos, a fin de conmemorar el episodio nodal que fue la Toma de Zacatecas, es preámbulo a la aparición de la reedición por el Tribunal Superior de Justicia del Estado de Zacatecas, de La División del Norte 1914, por un testigo presencial, escrita en 1940 por Encarnación Brondo Whitte, médico del ejército popular más extenso y poderoso en la historia de América Latina; apunta Enciso Contreras.

La División de Norte fue una conformación miliciana heterogénea. En su sector femenino considerado por Brondo Whitte, equiparable a una mujer por cada soldado, se integraban “soldaderas” –el contingente más importante-, niños –sus hijos-, “vivanderas” –quienes “eran algo así como empresarias a lo pobre que se encargaban del negocio de la comida y la restauración de los soldados que no tenían mujer”-, “ametralladoras” –prostitutas-, queridas de los oficiales –mujeres privilegiadas- y un sector de profesionistas que se dedicaban a las labores sanitarias o de asistencia como secretarias, los comentarios entrecomillados provienen del historiador.

Sin objetar que se hayan registrado casos en la División del Norte, de mujeres combatientes, José Enciso Contreras señala, cumplían en su mayoría, la función de soldaderas, la que “acompaña a su viejo, atiende sus hijos, le rasca la panza, le hace el amor en la noche, le baila y le canta, le lava la ropa, le quita los piojos”.

La literatura mexicana trae a colación, las señala como “esas perras bravas”, expresión que recupera de la novela Tomochic, de Heriberto Frías.

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Las mujeres en La División del Norte eran ubicadas lo más lejos posible del frente de batalla, precisa. Esto tiene sustento en la estrategia y tácticas villistas que le permitieron a este ejército movilizaciones rápidas en tren o caballería, mismas con las que innovaron el combate y que les garantizaron éxitos, que agrega, “no incluye cargar a los niños”.

Recuerda que en la historia del país hasta el momento de la Revolución, las mujeres siempre fueron incorporadas a las huestes armadas.

En el caso del sector varonil del ejército villista, José Enciso fue más concreto en la enumeración de sus componentes, por lo menos en esta entrevista, los refiere como guerrilleros regionales que aceptaron la conducción del general, otros eran militares profesionales, médicos, profesores, periodistas “y un montón de aventureros que no se sabía bien qué estaban haciendo”.

Añadió que la descripción que hace el autor de la vida cotidiana de la tropa se caracteriza por su detalle. Entre otras cosas, enuncia elementos sobre sanidad, asepsia y antisepsia que incidían en el acontecer de los días en la guerra, por ejemplo, el que se tuvieran que pasar periodos de tiempo espulgándose las cabezas entre sí, hombres, mujeres y niños para eliminar la plaga de piojos.

También se recrea en la crónica el buen humor que prevalecía en la Brigada de Sanidad, que explica Brondo Whitte en medio de una situación tan sangrienta como fue la lucha armada, “como una especie de respuesta algo esquizoide de los miembros de la División del Norte, hombres y mujeres para enfrentar situaciones tan dramáticas y cotidianas como la misma muerte”, dice Enciso.

O bien los escenarios del vivac, el campamento militar en tiempos de reposo, los describe “como verdaderas fiestas donde el grupo familiar, era el grupo de amigos que les daba por cantar o bailar”.

En este contexto, surge la mención al corrido La Toma de Zacatecas, que escuchó el médico por primera vez 11 días después de la batalla registrada en la capital del estado, en el mercado de Torreón, de la composición cita un par de fragmentos. El tema, señala José Enciso Contreras, se convirtió en “una de las canciones preferidas de la tropa, incluso después de la Convención de Aguascalientes”.

De la manera en que Encarnación Brondo Whitte vio a Zacatecas a su paso por esta plaza para asistir a los heridos en batalla, el historiador destaca de los extensos apartados que le dedica, su descubrimiento de que “hay muchas diferencias” entre la zacatecana y otras sociedades norteñas.

“Para empezar le provoca mucha risa la mochez de los zacatecanos. La manera en que incluso los combatientes de Natera se pegostean imágenes del Santo Niño, incluso hasta en la cola, cómo en los hogares de Calera y de Zacatecas aparecen ya los pegotes de ‘Este hogar es católico’ y ‘Zacatecas pertenece a María’. Se asombra del nivel de atraso cultural de Zacatecas cuando lo compara con el laicismo clásico del norte de Chihuahua, de Coahuila”.

Describe también, agrega, con mucha curiosidad, las calles, personajes típicos y también episodios de la propia Toma, y lo hace “con una fina pluma y muy amena. Es por eso que el Poder Judicial de Zacatecas decidió reeditarlo por el valor testimonial que tiene”.

José Enciso Contreras, docente e investigador del posgrado en Historia de la Universidad Autónoma de Zacatecas, adelantó que la presentación de La División del Norte 1914, por un testigo presencial, libro del que se tirarán mil ejemplares, está prevista para el próximo 13 de junio, en ella el historiador agrega un estudio introductorio sobre el personaje.

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