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sábado, 20 abril, 2024
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Crisis universal de pensiones y de visión personal

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Por: MANUEL ESPARTACO GÓMEZ GARCÍA •

En mi vida laboral -ya no tan breve- he tenido la posibilidad de anclarme (basificarme) en alguno de los niveles de gobierno o en alguno de los poderes en los que he trabajado. No lo he hecho, no lo he hecho por varias razones, tal vez la más abultada de ellas es la soberbia. Es bien sabido que si bien hay cierta estabilidad cuando el ingreso es permanentemente seguro, en la burocracia lo es sí, pero bajo condiciones muy comprometidas.

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No solo me refiero al sueldo, que debo decir, es uno de los más bajos en el país, sino que esa soberbia de la que hablaba, se dejó acompañar desde muy chico por una idea que hoy sostengo: “pasar 30 y tantos años atrás de un escritorio, no es lo mío”. A medida que ha pasado el tiempo y que los años comienzan a pesar, pero que además se llega a un estado de conciencia más profundo, se desarrolla una idea sobre el valor del tiempo que se vuelve una muralla y a veces un río acaudalado y veloz para tomar ciertas decisiones en la vida. En esta ocasión y para este asunto en concreto, el valor al tiempo lo puse desde siempre muy alto, muy caro y valioso como para desperdiciarlo en una oficina por casi 4 décadas. aquí se constituye como un hecho mi soberbia, porque he pasado episodios de crisis financiera y no me hubiera caído nada mal el poco o mediano recurso de la nomina de la base trabajadora del gobierno, sin embargo, siempre decidí buscar otras alternativas.

Allá por el 2010 y 2011, cuando gobernaba un malhechor Zacatecas, había tal persecución en contra de mi familia que fue difícil si quiera pensar en prestar algún servicio en el gobierno. Sin embrago, esa puerta cerrada abrió otras, una de ellas fue la del emprendedurismo y con una computadora y el coche, me fui a los municipios a ofrecer mis servicios como consultor. No me fue nada mal, de hecho, al escribir estas líneas pienso en que fue un error dejar a un lado ese proyecto, sería buena idea retomarlo.

Cuando regresé a trabajar a gobierno, como siempre y gracias a la confianza de los que han sido mis jefes, a una alta responsabilidad, ya estaba grande de edad. Si de por sí nunca quise quedarme, ahora al ver el escenario de la basificación a los casi 38 años, definitivamente no era viable, pero había, siempre hubo, pero ahora con más vehemencia, el conocimiento de que existía la posibilidad de que aún trabajando 30 y tantos años, atrás de un escritorio, no recibir pensión alguna.

La verdad es que no recuerdo con precisión cuando escuche por primera vez el concepto de “sistema de pensiones universales en crisis”, pero supongo que fue hace unos 15 años. En aquel entonces, no me preocupaba en absoluto mi futuro y menos la manera de vivir una vejez digna a partir de una pensión. Hoy sí me preocupa… más bien me ocupa mi futuro y mi deseo de vivir una vida digna en la vejez, la concibo a partir de los esfuerzos que haga ahora, o que empecé a hacer ayer (metafóricamente hablando), no de lo que resuelva el gobierno hacer con mi vida.

Cada vez que tengo oportunidad de platicar con algún conocido que tiene mi edad o incluso, algunos más chicos que yo, les pregunto que si han visualizado la posibilidad de no contar con una pensión para la jubilación. Muchos de ellos están conscientes de ello, muchos más lo ignoran, pero al hacérselos ver, lo aceptan. La verdad es que es muy complicado que mi generación y de ella a las que le siguen hacia abajo, difícilmente tendrán una pensión y menos digna. A nuestra generación ya le toca hacer un doble esfuerzo para acrecentar sus propias cuentas de ahorros y darse la vejez que merecen o la que les toque de acuerdo con diversos factores. Quiero aclarar que a los que piensen que lo que escribo lo digo para matizar la crisis en el ISSSTEZAC y quitarle peso a la misma, o porque mi vida ha sido económicamente sencilla, que no es así, que reconozco y condeno la crisis del Instituto y a quienes lo llevaron a la mima y que mi vida no siempre ha sido solvente económicamente hablando. El equilibrio es una de las pocas de las bondades que da la edad por medio de la madurez y solo equilibrado y maduro, puedes pensar en grandes cosas y esas grandes cosas no se consiguen atrás de un escritorio, por lo menos ya no tanto y casi nunca.

Anhelo que este texto lo lean los jóvenes que no saben qué estudiar, los que ya estudian y ya están graduados, los que no consiguen trabajo y los que ya trabajan, los que no están contentos con su vida laboral. Sepan todos ustedes, que siempre es oportuno cambiarlo todo.

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