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jueves, 28 marzo, 2024
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La prensa cultural (2)

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Por: Jorge Humberto De Haro Duarte •

En el trabajo previo de esta columna se tocó un punto importante del desarrollo de sociedades equilibradas que es a su vez causa y efecto, la cultura. Asunto que ha sido descuidado por mucho tiempo por la mayoría de los sectores de la sociedad. Y no es de extrañar que esto ocurra, porque en los últimos años se ha omitido de la agenda presupuestal el interés por disciplinas o tendencias que tienen que ver con asuntos como el que ahora se aborda en estas líneas. Es notorio y hasta grosero el deterioro en que se ha tenido la asignación presupuestal en temas como la falta de protección al ambiente y las formas de actuar colectivo que mantiene este problema; la nula importancia que se le da a la investigación de verdad en todos los ámbitos que tienen que ver con artes, ciencia y filosofía; la nula atención que se le da en las escuelas al aprendizaje vitalicio y trascendental; la falta de fomento a la educación física y deportiva desde edades tempranas y en todos los ámbitos además del escolar y por último aunque no menos grave la ausencia de los valores morales, éticos y legales importantes que le dan solidez al ensamblaje de una sociedad sólida con aspiraciones de trascender.

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Y no es por mantener una posición necia, pero es altamente probable que el deterioro antes descrito en las áreas de desarrollo que se han mencionado y que no son todas, podría contrarrestarse si las compañías dedicadas a la comunicación masiva, tanto formal como no formal le dedicara tiempo y recursos a promover dentro de sus secciones y en forma sistemática, con una buena cantidad de esfuerzo y con objetivos perfectamente delimitados, así como los procedimientos y procesos necesarios para que este tipo de estrategias arrojen los resultados que den constancia de que el esfuerzo no ha sido en vano. Después, se convertiría en una relación simbiótica entre los medios y los que hacen activismo, filósofos, científicos y artistas.

En otras palabras, se transformaría en un proyecto en el que todos saldrían ganando, sin contar que las empresas periodísticas verían incrementada con creces su calidad editorial. Aportarían a la sociedad una actividad no solo informativa, sino formativa. Las secciones especializadas en estos asuntos establecerían una sana competencia por mejorar cada área analítica no solo al interior de las mismas sino al exterior con otras empresas del giro en su relación y proyección hacia la sociedad. La sociedad se beneficiaría con el conocimiento de los temas de cada disciplina y los encargados de cada temática se volverían personas críticas con personalidades dignas de ser seguidas por el gran público y, sobre todo, los protagonistas de los campos de conocimiento mencionados serían sujetos reconocidos socialmente y los más sobresalientes serían hasta sujetos culto.

El estado jugaría un papel rector de todas estas disciplinas con una visión más acertada de los que se puede seguir promoviendo a partir de lo que se de a conocer bajo estas condiciones de promoción y aceptación social y los empresarios tendrían más tela de donde cortar para el logro de sus intereses de mercado con una sociedad mejor informada y más cultivada. Al mismo tiempo se puede volver tendencia y ser noticias que “vendan” pues habría una notoria mayoría de lectores o informautas que estaría dispuesta a consumir estos productos periodísticos.

Debe fomentarse una visión periodística que enriquezca en un proyecto de espiral ascendente hacia la búsqueda del conocimiento. Hay mucho, mejor dicho, todo por ganar y nada que perder. La dignificación del periodismo se incrementaría al apostar por la búsqueda y fomento del conocimiento. El gobierno tendría una mejor visión sobre los temas y tendencias que sean prioritarios, los seres de conocimiento verían justificados sus proyectos de vida y de creatividad y, en fin, la verdadera cultura empezaría a sentar sus reales en un tiempo complicado y en un campo que hoy día parece yermo.
La espada está arrojada y se espera que alguien la recoja y muestre de una vez por todas, de que está hecha la actividad periodística.

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