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jueves, 18 abril, 2024
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In memoriam Juan Manuel de la Rosa [1945-2021]

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Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

Editorial Gualdreño 488

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Juan Manuel de la Rosa nació el 10 de octubre de 1945 en Sierra Hermosa, una comunidad del semidesierto del municipio de Villa de Cos, en Zacatecas. Él, como muchos de nuestros paisanos, decidió salir de su pueblo en búsqueda de oportunidades de educación y trabajo cuando era adolescente. Monterrey, Nuevo León, fue la ciudad en la que tuvo su primer acercamiento formal a las artes plásticas -aunque siempre dijo que había sido su madre quien le enseñó, de alguna manera, que la virtud y la belleza existen en todas partes-; ingresó al Taller de Artes Visuales de la UANL en 1962, dos años más tarde viajó la Ciudad de México para estudiar en La Esmeralda, escuela de donde egresaron también Pedro Coronel y Manuel Felguérez, quienes junto con él, Rafael Coronel e Ismael Guardado, conformaron una generación muy interesante de artistas nacidos en el Estado en la primera mitad del siglo XX y que compartieron su vocación por el arte; la decisión de migrar era un asunto casi obligado al principio, después, se volvió una constante para ellos.

Para De la Rosa, viajar fue un tema de vida, Estados Unidos, Egipto, Japón y Colombia fueron determinantes en el descubrimiento de su pasión por las fibras vegetales, en esos lugares se especializó en las técnicas para hacer su propio papel, un soporte utilizado con maestría en sus procesos creativos. Además, aprovechó sus dotes de alquimista para explorar las técnicas derivadas de conocimientos ancestrales de pigmentaciones naturales, la grana cochinilla fue una “hembrita” -como él la llamaba- de quien estuvo enamorado los últimos años de su vida; el temple que utilizaba era de “huevo de gallina pisada”, solía decir este artista que hacía de las palabras cómplices de todo lo que hacía. Lector avezado, me comentó en una entrevista en abril de 2019,[i] que hubo tres profesiones a las que le hubiera gustado dedicarse también: la de arquitecto, de poeta y la de chef, las tres directamente relacionadas con la belleza y con el placer.

A Juan Manuel se le conoce como un artista plástico cuya obra fue limpia, meticulosa, con un rigor técnico indiscutible, honesta y llena de poesía. Incluso, hay quienes le han llamado “el poeta de la pintura” recientemente y no sé si alcanzó a saberlo, pero sé que le hubiera gustado. Cuando el 15 de julio nos enteramos de su fallecimiento, recibimos la noticia con mucha tristeza, porque Zacatecas pierde con su partida a un gran artista que hizo grabado, pintura, cerámica y escultura; a un artista incansable, culto, sensible, un caballero en todo sentido, que además de dedicarse a sus proyectos artísticos personales con disciplina, dedicó por lo menos los últimos 20 años de su vida a crear en Sierra Hermosa un proyecto cultural que inició como club de lectura y que hoy es, además, un centro cultural que posee un museo comunitario con una colección de arte impresionante, con más de 10 mil libros, y que incorporó recientemente el proyecto de educación y cultura para apoyar a jóvenes de esa región para que realicen estudios profesionales. De la Rosa inició con este proyecto y se aseguró, antes de partir, de que continuara pese a su ausencia.

Para honrar su memoria, hemos preparado esta edición especial de La Gualdra en la que participan su hija Natalia de la Rosa y Faviola Lara hablando del Proyecto cultural y educativo en Sierra Hermosa. Stefano Iacono, Oscar Estrada, Humberto Mayorga, Alfonso López Monreal y Genaro Borrego Estrada nos comparten textos en los que reflexionan sobre la obra y vida de este artista zacatecano; los poetas Irene Ruvalcaba, Juan Manuel Bonilla Soto, Bernardo Araujo, Javier Acosta, Yamilet Fajardo, Raúl García Rodríguez y David Castañeda -estos últimos cuatro ganadores del Premio Nacional de Poesía Ramón López Velarde- escriben también para él. Seguro que le hubiera gustado despedirse acompañado de poesía.

Juan Manuel de la Rosa fue un artista excepcional. Seguramente sus restos mortales llegarán a Zacatecas en próximas fechas y descansarán en Sierra Hermosa, cuando su familia lo decida. Desde aquí, nos solidarizamos con sus hijos Valentina, Pablo Emiliano y Natalia; con su compañera Diana Bracho; con el pueblo de Sierra Hermosa y con la comunidad artística zacatecana. Que descanse en paz.

 

 

 

[i] Ver la entrevista completa en: https://youtu.be/_ZOVleMxWkI

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