Pasaron las Jornadas de López Velarde y de algún modo, este escritero se quedó con las ganas de rendirle un homenaje al modelo ideal de todos aquellos que con ansias de poeta queremos emular algunas de sus ideas. Aunque lejos está este trabajo de acercarse al universo sublime del poeta jerezano, paisano, valga el atrevimiento herético de este escrito para recordar la eterna presencia del referente único y original de la poética mexicana. (*)
Préstame, buen Ramón, tus bellos versos
Préstame el suave ritmo de tus versos,
deja sentirme siempre iluminado,
dame una voz que cante al universo
desde mi corazón enamorado.
Le cantaré a mi amor como tú a Fuensanta
llevando una nocturna serenata y
le entregaré mi amor rendido
como un amante empedernido
que no tiene más luz que la de su alma.
Mantendré mi pasión en suave calma
vertiendo mis palabras de poeta
que abran su corazón y sus luceros
y los posen en mí que así la quiero,
entregada a mi amor de aventurero.
Poeta que transitas por el mundo
con la magia de un mensaje luminoso,
dotado de exquisita filigrana
como la proyección de apasionada rosa
construida de cantera en la fortaleza
de la fe de tu capital bizarra
que proyecta la gloria de las artes
en churrigueresca fachada.
Y si rescato el ritmo de tus artes,
permíteme loarte compañero,
cantor de la provincia y sus costumbres
sus intensas mujeres pasionarias
de amor que se disfrazan con velos
que les cubren los ardores desde lo alto
de su cuello hasta sus pies de diminuta talla
que solo alcanzan a mostrarse en el huesito.
Voy a cantar con devoción amante
con mi expresión devota, apasionada
para lograr que la mujer amada
derrumbe las barreras que me privan
de vivir en su amor como un perdido
que sólo quiere demostrar pasión
con canciones bravías de sentimiento
que corren como ríos que tintinean
calan siempre profundo y serpentean
el aire las transporta y son cantadas
con una voz de hombre, apasionadas.
Así es que hoy me encuentro entre las calles,
en la memoria de mi pueblo entero,
con canciones inspiran a mis gentes
como el cantar de esta Suave Patria
a la que pintas por su magia amante
de terruño que huele a libertad
a inspiración por la vida que nos mima
como el amor que nos nutre y aniquila
por la mujer que a veces nos adora
y con desdén insólito nos mata.
(*) Tomado de la obra Diálogos de Ramón y José Alfredo, (2015), de la autoría de quien esto publica. ■
