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jueves, 28 marzo, 2024
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Colección arqueológica del Museo de Sitio La Quemada

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Por: Carlos Alberto Torreblanca Padilla • XÓCHITL HERNÁNDEZ NORIEGA •

La Gualdra 485 / 25 Años del Museo de La Quemada

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Algunos restos de objetos elaborados en la época prehispánica fueron recuperados por diferentes investigadores, en cambio, otras piezas fueron halladas por vecinos de la región y entregadas al INAH para su resguardo. Gracias a ello, los investigadores han podido acercarse a comprender las tradiciones alfareras, para elaborar enseres domésticos o ceremoniales, herramientas de tierra, como puntas de proyectil, hachas o metates. Las decoraciones en la cerámica narran eventos mitológicos o el conjunto de objetos procedentes de ofrendas indican costumbres funerarias. Para ello se han seleccionado setenta piezas arqueológicas procedentes de La Quemada, así como algunos ejemplares de Alta Vista para explicar al visitante cómo eran los antiguos pobladores del Valle de Malpaso y sus vínculos con otros grupos culturales de la época.

El Museo de Sitio de la Quemada resguarda una colección de piezas arqueológicas que permiten acercarnos a las creencias religiosas, actividades comerciales y cotidianas. Estos restos materiales han permitido definir a la cultura que se asentó en el Valle de Malpaso, siendo La Quemada el centro rector, existiendo aproximadamente 220 aldeas dispersas en el valle. La Cultura del Valle de Malpaso, se desarrolló entre los años del 350 al 1100 d.e. teniendo vínculos comerciales, políticos y religiosos con regiones como Chalchihuites, Bolaños, Tlaltenango, Juchipila, el Tunal Grande, Altos de Jalisco y el Bajío.

La museografía recurre a los elementos arquitectónicos prehispánicos característicos de La Quemada para convertirse en estilizadas vitrinas. Al centro se observa trece columnas cilíndricas con capelos de cristal y un gran talud de lajas en un extremo. En la colección destacan piezas como una escultura femenina tallada en piedra, en cuya espalda carga a un infante. Ambos carecen de cabeza y están labrados en roca basáltica. Su localización surgió hacia los años 80´s por parte de los arqueólogos Laura Castañeda y Román López, al pie del basamento piramidal del conjunto Plaza de Los Sacrificios de la zona arqueológica.

Recientes investigaciones sugieren que dicha escultura se puede tratar de una mujer de edad avanzada o que está amamantando, debido a sus senos flácidos que presenta. En el área de la cabeza, aunque esta es ausente, muestra varios orificios donde primeramente se colocaba una estaca para incrustar un cráneo humano y posteriormente se fijaba para un mayor ajuste. Esta pieza de uso ritual sugiere que los sacrificados eran mujeres y niños.

En una de las columnas cilíndricas se resguarda una de las principales ofrendas encontradas in situ dentro de la zona arqueológica. Fue recuperada por el arqueólogo Achim Lelgemann a mediados de los años 90´s dentro del basamento piramidal de La Ciudadela. Esta ofrenda estaba compuesta por dos copas tipo Tepozán, dos copas al Pseudocloisonne y una olla “matada”, es decir, fue rota al momento de colocarla. Presentaban una asociación con un individuo masculino de corta edad que mostraba una pierna amputada y colocada en la parte ventral. Esta ofrenda representa a la deidad de Tezcatlipoca, pues según la cosmovisión mesoamericana este era un individuo que carecía de una pierna debido a que la ofreció como anzuelo para atrapar al gran Cipactli o monstruo marino. Por otra parte, las copas simbolizan los cuatro Tezcatlipoca (el rojo, negro, azul y blanco).

La lapidaria expuesta en el museo de sitio de La Quemada, se conforma de piezas recuperadas en Alta Vista. Corresponden a diez cuentas y dos conjuntos de pulseras elaboradas en turquesa. La producción de este tipo de artefactos dentro del mundo prehispánico se convirtió en una importante actividad, reflejaba una especialización de artesanos en la piedra verde (turquesa, crisocolas o azuritas), para la elaboración de botones, collares y pendientes que eran portados por las altas jerarquías o usados simbólicamente en rituales.

En el gran talud a un costado de las columnas, se exhiben tres ollas, de las cuales solamente una presenta decoración en rojo sobre un fondo blanco. Ambas fueron encontradas en el contexto funerario de El Osario hacía la década de los 80´s por Peter Jiménez. En su interior fueron colocados los restos óseos de individuos, por lo tanto, simbolizaban el retorno al vientre materno y su renacimiento.

Un conjunto de figurillas muestra la vestimenta y decoración que acostumbraban los antiguos habitantes. Se aprecia el uso de orejeras, nariguera, collares y tocados en la cabeza, además de huipiles. En algunas se nota decoración facial a base de distintos colores, lo que nos señalan su rango social o actividad. Destaca una pequeña figurilla de barro sin decoración alguna, solo se representa su silueta, la cual fue localizada cerca de la cancha del juego de pelota.

 

* El director de la Zona de Monumentos Arqueológicos y Museo de Sitio de La Quemada y la responsable del área de museografía y curaduría del Museo de Sitio de La Quemada.

 

 

 

 

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