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miércoles, 24 abril, 2024
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Poner en la mira al cuidado digno

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Por: Catalina Monreal •

De acuerdo a la antropóloga estadounidense Margaret Mead el primer indicio de civilización fue la evidencia de una pierna fracturada, y recuperada. Nos dice esto porque en el mundo animal romperse una pierna es una sentencia de muerte. Impide alimentarse, o huir de depredadores. Es por esto que, a su parecer la civilización humana inicia con el cuidado, con el superar impulsos básicos de egoísmo e individualismo y pensar en otras personas. Cuidar de otros y otras es lo que nos permite ser sociedad.

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El año pasado, la Cámara de Diputados, discutió sobre el tema, al legislar sobre el “derecho al cuidado digno”. El adjetivo no está de más. Hablar del tema es hablar de los grandes retos que tenemos en la materia: reconocer que hay muchas niñas, niños, y personas mayores que no acceden al cuidado que necesitan, y que estas actividades son desproporcionadamente realizadas por mujeres. En México de acuerdo al INEGI la mayor parte de las labores domésticas y de cuidados fueron realizadas por mujeres, con el 74.8% del tiempo que los hogares destinaron a estas actividades; asimismo corresponde al 73.6% si se habla en términos del valor económico. Este asciende a aproximadamente 4.12 billones de pesos que genera el trabajo no remunerado de las mujeres. A esto debe sumarse que el Instituto Nacional de Geriatría reporta que la perdida de capital que genera no tener una política pública integral de cuidado alcanza los 34 mil millones de pesos.

El cuidado digno es aceptar que toda persona tiene derecho al cuidado, a cuidar y a cuidarse entendido como el conjunto de actividades, relaciones y procesos que sustentan vitalmente a las personas a lo largo de todo el ciclo de vida y les otorgan los elementos materiales y simbólicos para vivir en sociedad. La garantía del derecho al cuidado tiene dimensiones económicas, sociales, políticas, culturales y psicológicas. Asimismo, implica necesariamente reconocer que este es parte del tejido social, y no debe recaer solo en las mujeres, si no distribuirse equitativamente, además de ser apoyado por el gobierno. La desigualdad en la distribución del trabajo doméstico y de cuidados es uno de los grandes obstáculos al desarrollo económico y personal de las mujeres. De acuerdo con Inmujeres al menos 8 millones de mujeres no pueden acceder a un trabajo remunerado por la exigencia del trabajo doméstico y/o de cuidados, mientras que sólo 2 de cada 100 mujeres puede dedicarse exclusivamente al trabajo remunerado. Estas brechas nos impactan como sociedad y deben de ser remediadas.

Para asegurarse de esto el Sistema Nacional de Cuidados fue aprobado el año pasado por la Cámara de Diputados. Eso implica una reforma constitucional a los artículos 4to y 73 de la Constitución. La población prioritaria serán personas con enfermedades, con discapacidad, niñas, niños, adolescentes, personas mayores, así como aquellas en pobreza extrema. Busca crear una estrategia integral e interinstitucional para coordinar todos los esfuerzos, y políticas que afecten al cuidado. En él se reconoce que el cuidado no es tema personal ni privado, si no un problema público que requiere de acciones políticas específicas. Como lo describen en medicina es “pasar de una perspectiva de caridad y beneficencia a una perspectiva de derechos”. El Sistema Nacional de Cuidados nace en un marco de austeridad pues no busca repetir funciones, si no que pide aprovechar las instituciones y estructuras ya vigentes. Por otra parte, regular el derecho al cuidado digno a través de fortalecer la corresponsabilidad, fortalecen el derecho al tiempo propio. El tiempo propio reconoce que toda persona tiene derecho al uso del tiempo para satisfacer sus necesidades de gestión en su vida cotidiana. Un desarrollo pleno y humano pues requiere de tiempo propio, que actualmente no se satisface debido a estas asimetrías e la distribución entre trabajo no remunerado y de cuidados junto a la carga del trabajo remunerado.

Para que el Sistema Nacional de Cuidados se vuelva una realidad, debe aprobarse en el Senado, y ser ratificado por congresos locales en el país. Con el Sistema Nacional de Cuidados se avanza en las acciones que buscan fortalecer la corresponsabilidad familiar, es decir la distribución igualitaria de trabajo no remunerado entre mujeres y hombres, y por lo tanto se avanza en la consolidación de un México más igualitario. ■

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