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viernes, 19 abril, 2024
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Lars y los agujeros de gusano

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Por: SERGI RAMOS •

La Gualdra 482 / Décimo Aniversario

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Hace apenas diez días, y después de veinte años sin ver una de sus películas, decidí mirar La casa de Jack, de Lars Von Trier. Pronto reconocí la invención formal del director danés, hasta sucumbir a la irrefrenable ansia de recuperar el tiempo perdido, visionando en cinco noches las cuatro últimas películas que dirigió entre 2009 y 2018 -casi diez años-, pero viéndolas prácticamente en el orden inverso en el que se habían filmado: Nymphomaniac, Antichrist, Melancholia. Eso quizá influyó en algo que no tardó en volverse manifiesto: cada película tendía puentes con las otras, hasta crear una densa e inesperada red de correspondencias. Citaré diez.

Algunas son estructurales, como la división por capítulos y sus reminiscencias literarias; la adopción de narraciones a dos voces, un dialogismo que se convierte también en el enfrentamiento de posiciones morales opuestas y, en última instancia, en la irreconciliable relación entre los sexos; o la presencia recurrente de algunos actores, con Charlotte Gainsbourg a la cabeza.

Estos ecos estructurales, sin embargo, quedan difuminados ante otras obsesiones recurrentes, y en particular la de las representaciones del cuerpo, desde la casi científica observación de los órganos genitales y penetraciones sexuales (lejos de cualquier atisbo de erotismo o incluso pornografía) hasta su mortificación, desde la asfixia producida por el ansia hasta la autoexcisión.

Pero, en última instancia, lo más turbador proviene de la repetición casi literal de algunos motivos visuales. Unos rebosan de sentido, como el niño asomándose peligrosamente al balcón bajo la nieve, o los puentes imposibles de cruzar. Otros aparentan ser solo minucias, como la presencia de chocolatinas o la desaparición de unas cucharas en un restaurante.

Algunos pueden opinar que estas autocitas no hacen más que confirmar el agotamiento creativo de Lars Von Trier. Yo creo más bien que, como los agujeros de gusano siderales, conectan alejadas zonas temporales y espaciales, creando nuevas puertas de entrada a su obra para que la podamos ver desde otra perspectiva.

Dejemos pues que una mirada retrospectiva hacia estos diez últimos años haga surgir nuestras obsesiones, fortalezas y fragilidades, y nos permita establecer nuevas conexiones con nuestro pasado, siempre llenas de sorpresas.

 

* España / París.

 

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