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jueves, 18 abril, 2024
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Día Mundial del Ambiente

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Por: Jorge Humberto De Haro Duarte •

El pasado domingo no solo fue el día nacional de elecciones para diversos cargos públicos, entre los que, principalmente, se juega el destino cercano de los movimientos políticos y administrativos al renovar con los resultados de la elección, la Cámara de Diputados. No es el interés de la columna este día, hacer mención sobre las agrupaciones y coaliciones políticas que se dieron a la tarea de hacer campañas para obtener los cargos de elección popular, entre los que sobresale por su importancia la votación para la integración de la legislatura, sino el hecho de que esta representación tiene para diseñar el camino legal para la elaboración de leyes y la aprobación de los presupuestos que son de interés nacional para el diseño del futuro inmediato del país. Así que, independientemente de los nombres y partidos que se alcen con el triunfo, se les felicita por lo que esto significa, pero también, se espera que este logro sea para establecer compromisos con la ciudadanía y la población en general. Ojalá y la legislatura que ahora se está integrando marque un hito de comunicación y buenos acuerdos. Ya es hora de ir cultivando la clase y qué mejor oportunidad la actual para intentarlo.

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Si esto se llegara a producir, sería bueno atender los asuntos olvidados en la agenda pública y que son vitales para aspirar a la supervivencia digna y civilizada: la protección ambiental, la educación masiva y el fomento a la cultura y las artes. Si se logran avances en este paquete primario, afectarían positivamente la calidad de vida de los mexicanos y se fortalecería la esperanza de desarrollar las condiciones que permitan aspirar a una vida menos complicada que la que se ha tenido que soportar durante muchísimos años por el miedo de los que ejercen el poder global a tener que llegar a acuerdos de sobrevivencia con la muy inflada y exagerada población mundial que hace poco o nada por preocuparse sobre la importancia de los asuntos vitales antes mencionados. Este pecado de omisión aunado al espejismo de la hipertecnología mantiene en jaque permanente la posibilidad de un futuro promisorio.

El 6 de junio se recuerda como Día Mundial del Ambiente, o, mejor dicho, se recordaba. Hace mucho que se ha perdido toda la voluntad para mantener viva a la naturaleza. En otros años, en las escuelas y algunas dependencias e instituciones se realizaban actos de constricción para hacer promesas que nunca se cumplían y ahora el deterioro ha llegado a niveles nunca antes imaginados y las consecuencias cada día son más desastrosas. Las alarmas están encendidas, el entorno del mundo es dantesco y el daño causado a la biodiversidad es incalculable e incuestionable. Hay que detener drásticamente muchos hábitos dañinos y comenzar a idear estrategias que permitan reestablecer formas de actuar colectivo más amigables con la naturaleza, mientras se diseñan y establecen estrategias nuevas que vayan de acuerdo con las nuevas demandas para el desarrollo. En estas circunstancias cobran relevancia la capacidad que tenga el estado para mejorar sus planes de enseñanza y la disposición de la población para aprender individual y colectivamente nuevas formas de convivir consigo mismos, con sus congéneres y con toda la naturaleza y sus formas de vida.

Hay montones de cosas que hacer para recuperar la salud del planeta, pero hay mucho más que deben desaparecer de los repertorios colectivos. No puede aspirarse a sistemas de salud pública aceptables si no se tiene en cuenta el cuidado del ambiente. Y este aprendizaje debe generalizarse a todas las áreas de desempeño humano. No se puede argumentar ignorancia, como antes. Ni respeto a la legalidad como argumento, puesto que la ejecución de la ley se las ingenia para permitir a los depredadores hacer de las suyas explotando los recursos naturales de formas todas y siempre, irracionales.

Hay mucho que considerar para lograr una protección ambiental efectiva, no basta un día que sirva para recordar la inmisericordia humana, principalmente guiada por la codicia. Deben cobrar vigencia modelos de vida que permitan sobrevivir a la humanidad, en armonía con la naturaleza todos los días que transcurran en el futuro, no importa que se sacrifiquen algunas formas de vida comodina y hedonista que nada y a nadie benefician. Entonces todos los días serán propicios para rendir homenaje a esto que se empeñan en llamar medio ambiente.

Esperemos que alguien sepa leer estas líneas y actúe acordemente y se haga algo para redimir el amor a una vida verdadera.

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