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martes, 23 abril, 2024
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Vetagrande, entre las flores a San Juan y la fiesta de la democracia

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Por: ALEJANDRO ORTEGA NERI •

La democracia puede esperar cuando hay que llevar flores a los santos. El 6 de junio, pareciera, no significaba ninguna alteración para los usos y costumbres de algunos municipios cercanos a la capital zacatecana. Salvo el beisbol y el futbol en los campos llaneros, que fueron suspendidos por la jornada comicial, los demás cultos continuaron su curso normal, como se testificó en el municipio de Vetagrande, Zacatecas.

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Cobijado entre los cerros y bajo la sombra de unas nubes timoratas, Vetagrande inició su jornada con cuetes de peregrinación y campanadas sonoras en el templo de San Juan Bautista, cuyas rocas color petróleo se iluminaron con la presencia de niñas vestida de tul blanco que, ajenas a todo acontecer democrático, fueron a ofrecer flores a “San Juanito”, acompañas de sus padres, mientras caravanas de autos de lujo llegaban a la cabecera en busca de las casillas para sufragar.

El viejo pueblo minero, que puede presumir tener en su historial la locación de varias películas de cine mexicano, reunió a los habitantes de la cabecera municipal a las afueras del Salón Cultural, lugar seleccionado por ser uno de los edificios más amplios, explicó un señor que observaba expectante la fila india en la que se mezclaban los electores de diversas edades y extractos sociales, pues acudieron a votar al municipio vecinos de Lomas del Pedregal, en la colindancia con Guadalupe, lo que en un primer momento generó varias sospechas.

Divididos en dos filas, los de la sección 1602 ingresaban por dos puertas al salón, el único inconforme con la formación era don Adelito, que se quería formar donde le diera la sombra, no obstante, ante la insistencia de la observadora del INE de llamar a la autoridad si seguía alterando el orden, don Adelito accedió a formarse en la que le fue asignada, pero al ser adulto mayor, ingresó sin contratiempos. Las mentadas de madre quedaron disipadas en el aire minero.

Yo creo que aquí gana el PRI, dijo el testigo que venía la formación desde frente, cubierto con una mascarilla médica y en la cabeza una gorra de los Red Sox de Boston. Es que traían mucha gente, agrega, tanto que el día del cierre de campaña hubo un baile y se llenó, aunque reconoció que la gente iba porque quería bailar. Luego señaló con la cabeza al candidato, estaba por llegar su turno a la casilla para sufragar.

Sin incidentes y con la quietud que caracteriza al pueblo minero transcurrió la jornada electoral, pero “la fiesta de la democracia” parecía en segundo plano porque la afluencia era más en el templo que en las casillas, y es que en tiempos de pedir milagros se confía más en unos que en otros.

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