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jueves, 28 marzo, 2024
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Imágenes en Oaxaca. Arte, política y memoria, de Abraham Nahón

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Por: IVÁN RUÍZ •

La Gualdra 472 / Libros

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Desde hace más de una década, las investigaciones individuales y los proyectos colectivos que Abraham Nahón (Oaxaca, 1974) ha realizado en torno a Oaxaca han derivado en libros que nos permiten pensar la compleja vida de las imágenes en aquella entidad; la emergencia de estas a partir de diferentes fuentes discursivas, su circulación en contextos diversos y las dislocaciones que suscitan los procesos de resignificación. El volumen Imágenes en Oaxaca. Arte, política y memoria es el resultado de su investigación doctoral en sociología y fue transformado en libro con motivo del reconocimiento como mejor tesis de doctorado de la Cátedra Jorge Alonso, convocada por el CIESAS y la Universidad de Guadalajara. A finales de 2020, el libro fue reeditado por la UABJO y la BUAP, en una edición revisada y ampliada.

Aunque en este volumen se hallan los resultados extensos de su reflexión sobre las imágenes en Oaxaca, es innegable encontrar puntos de conexión con sus proyectos previos. En 2008, junto con Jorge Pech Casanova y Sergio Santamaría, Nahón asumió la coordinación editorial de un libro referencial en torno al conflicto magisterial que tuvo lugar durante el gobierno de Ulises Ruiz Ortiz. Memorial de agravios. Oaxaca, México, 2006 es un extenso volumen[1] en donde se registran los acontecimientos violentos orquestados por el gobierno contra el plantón magisterial de un grupo de maestros disidentes de la Coordinación Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Estos acontecimientos marcaron una fractura profunda entre el gobierno y la sociedad civil, desarrollaron novedosas formas de sensibilidad artística y política, y además anticiparon de forma aciaga la ola de violencia desencadenada a raíz del plan bélico fabricado por el ex presidente Felipe Calderón tan solo unos meses después del conflicto magisterial, a partir de la denominada “guerra contra el narcotráfico”. Además de los ensayos escritos por Jorge Pech Casanova, Fernando Solana Olivares, Luis Hernández Navarro, Fernando Matamoros Ponce y el propio Nahón, destaca un ensayo visual compuesto por 207 fotografías de diferentes autores que nos permite ver la otra cara de una ciudad signada por el folclor y el exotismo: una Oaxaca ardiente, inestable, asediada por fuerzas gubernamentales pero también por una población civil acerada. Precisamente, en el libro que ahora reseñamos, Nahón vuelve a esas imágenes para calificarlas como socio-telúricas, en tanto “emergen de los movimientos y luchas sociales que en Oaxaca nos sorprendieron y rebelaron formas distintas de (re)apropiación de un tiempo en rebeldía contra el tiempo de la dominación”. A estas imágenes socio-telúricas se suman también las de una Oaxaca otra que el mismo Nahón exploró con posterioridad en un volumen coordinado por su autoría: Fotografía contemporánea en Oaxaca[2] conforma un ensayo compuesto por 88 fotografías de 26 autores en donde conviven imágenes documentales, fotoperiodísticas y artísticas. A diferencia de las postales oaxaqueñas embellecidas y producidas por la industria cultural, en este ensayo nos adentramos a la vida cotidiana, a las formas de colectividad y a los paisajes urbanos desde una mirada alejada tanto del exotismo como de las etiquetas que se le han atribuido debido a su fuerte composición indígena.

Imágenes en Oaxaca. Arte, política y memoria está compuesto por cuatro capítulos en donde Nahón analiza el panorama de la cultura y las artes visuales en Oaxaca, los protagonistas de la pintura, los colectivos de grafiti y gráfica y, finalmente, la fotografía producida en esa entidad. Frente a esta amplia revisión iconográfica, destaca, en primer lugar, el posicionamiento crítico del autor. En las primeras líneas del libro, subraya que debido a la complejidad cultural y social que existe en Oaxaca, esta se ha convertido “en territorio fértil para el surgimiento de mitos, fantasías y estereotipos que insisten en trivializar su historia profusa, avivada por una realidad heterogénea y contradictoria”. Uno de los fenómenos sociales en donde se observa este proceso de simplificación cultural es la fiesta anual de la Guelaguetza (vocablo zapoteco que significa reciprocidad y ayuda mutua), caracterizada por la espectacularidad de sus bailes, el colorido de los trajes y los estereotipos raciales. Nahón recuerda que los orígenes de esta celebración se remontan al “Homenaje racial” realizado en 1932, tan solo un año después del devastador temblor que derrumbó media ciudad. Aunque el motivo de este homenaje fue que Oaxaca cumplió el cuarto centenario de haber sido elevada a la categoría de “ciudad” por mandato del rey de España, es innegable que el factor racial convocado en el título del evento ya portaba una idea racista: rendir un “homenaje” a los oaxaqueños de abajo. De ahí que el gobernador Francisco López Cortés encargara a un comité de “distinguidos oaxaqueños” organizar un espectáculo en el Cerro del Fortín en donde asistieran delegaciones de todas las regiones de la entidad. En el espectáculo se representaron diversos “tipos” con el propósito de “valorar y difundir elementos culturales de los pueblos indígenas desde una visión mestiza y homogeneizadora”. Para Nahón, la posterior transformación del Homenaje Racial a la Guelaguetza representa un paso crucial para intentar convertir a la ciudad en una escenografía: el decorado de una representación teatral o cinematográfica en donde “no existen conflictos sociales, de tierras, políticos, etc., sino una armonía comunitaria que niega las contradicciones y batallas políticas que se libran al interior de una comunidad hoy en día conectada a una sociedad global”. De esta forma, Nahón propone el neologismo guelaguetzificación para reconocer aquellos procesos sociales y culturales que tienden fácilmente a la fetichización tanto de las artes, los artistas y los procesos creativos en Oaxaca; un señalamiento que también ya había realizado quince años atrás el escritor Robert Valerio (Sheffield, 1959; Oaxaca, 1998) en su libro Atardecer en la maquiladora de utopías. Para Nahón, la relevancia del ensayo de Valerio reside en identificar tanto un vacío en el ejercicio de la crítica de arte en Oaxaca, como la sobrevaloración de la pintura oaxaqueña: “(la crítica) es muy halagadora, complaciente, retórica, privilegiando la biografía o la simple anécdota, cayendo muchas veces en el discurso publicitario u oficinista […] Los oaxaqueños han dependido de la crítica importada” (Valerio citado por Nahón).

Bajo el sustento teórico de Theodor Adorno, Walter Benjamin, John Berger, Georges Didi-Huberman, Bolívar Echeverría, Gisèle Freund, Susan Sontag, entre otros autores e investigaciones realizadas en Oaxaca, la relevancia de la investigación de Nahón sobre las imágenes en la entidad reside tanto en su apuntalamiento crítico anteriormente descrito, como en la forma de (re)escribir la historia de las artes en Oaxaca. Aunque hay un ordenamiento cronológico en su revisión a la plástica, gráfica y fotografía, su análisis se perfila como un ejercicio de lectura dialéctica de la historia; desde ese horizonte de rupturas y discontinuidades temporales, remueve las imágenes petrificadas —las imágenes fetiche— y las reinserta en un sitio de experimentación cultural socio-telúrico y estético-político; un sitio de conflictos y de un complejo mestizaje.

*Investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM y miembro del Sistema Nacional de Investigadores. A partir del 2018, es Director (por un periodo de cuatro años) del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.

 

 

[1] Leyva, Rubén (ed.). 2008. Memorial de agravios. Oaxaca, México, 2006. Oaxaca: Marabú Ediciones.

[2] Nahón, Abraham, 2011 (Coord.). Fotografía contemporánea en Oaxaca. Oaxaca: Luna Zeta Ediciones, Marabú Ediciones, Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo.

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