Cuando observamos el comportamiento en todos los institutos políticos constatamos que no hay diferencias importantes entre ellos, sólo se distinguen por ser antagónicos y pelear las posiciones de mando. Enemigos gemelos. Nacen nuevos partidos, pero lo hacen con los mismos actores, es como crear nuevos recipientes para el vino viejo. Los políticos de la misma sensibilidad invaden todos los institutos y los devoran como plagas.
Pues bien, podemos concluir que ya no se trata de optar por un partido u otro, sino que debemos pensar en formar otra generación de políticos. Es un problema generacional. La generación de los 30’s emergió con una sensibilidad dominada por el contraste ideológico alrededor del horizonte nacionalista. Los 60’s fueron las posiciones políticas vistas desde el juicio de la historia. Después de los 90’s entramos a un periodo que dio lugar a otra sensibilidad: sin utopías y un pragmático cinismo sentado en el individualismo posesivo. En medio de esta mentalidad los proyectos políticos liberales adquirieron hegemonía. La generación de políticos del individualismo cínico degeneró en los gigantescos entramados de corrupción. Son de un temple conducido por los signos de la inmediatez: ganancias de corto plazo, ascensos políticos rápidos y nulo compromiso con el futuro.
El mundo que ha creado esta generación dominada por las pasiones crematísticas (enriquecimiento) es devastador: políticos corruptos, economía financiarizada y sin justicia, jóvenes atrapados por la búsqueda de riqueza por caminos alternos (delincuencia) y danzando alrededor de tótem: el consumo.
Como podemos concluir, la salida no es crear nuevos partidos o nuevas iglesias, sino algo más radical: forjar una nueva generación. Una generación que conforme su ‘nosotros’ con otra sensibilidad vital, otro temple y horizonte. El valor de la sustentabilidad: la ocupación del futuro y el bienestar visto desde la salud del hogar (el planeta) y los semejantes. Una estimativa que vuelva a sentir la realidad de los otros en la propia realidad personal. Una economía que vuelva la vista a las necesidades y se aleje del destructivo deseo ilimitado de placer ciego. Una generación de políticos en medio de la procesión de este cambio de sensibilidad es lo que puede hacer de la política el instrumento para crear otro mundo, no capitalista y generador de vida. La pregunta es, ¿cómo podemos detonar la creación de otra generación, pero que sea efectivo y no mero discurso utópico?
Toda la oposición recicla la misma casta y el partido del gobierno cae en prácticas que dijo combatir. En toda la clase política no hay visos de esperanza de cambio. Por tanto, la apuesta ahora es cómo renovar esta generación de políticos. La historia nos dice que los cambios de generación son detonados por algún movimiento social significativo. Ahora mismo el movimiento más significativo es el feminista, pero haría falta algún movimiento de jóvenes alrededor de la defensa del planeta y formas de organización social solidaria. En algunas partes del mundo tuvieron renovaciones generacionales por los movimientos de indignados de diverso tipo y color. En México no los tuvimos. Esperemos que ocurra algo así, de lo contrario, continuaremos en la desolación política.
