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jueves, 28 marzo, 2024
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Eduardo Turón y los festivales de poesía en Morelia

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Por: RAFAEL CALDERÓN •

La Gualdra 465 / Poesía

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Para registrar en el contexto de la poesía mexicana del siglo XX, el nombre de Carlos Eduardo Turón (1935-1992), poeta originario de Michoacán, se puede recordar brevemente que es autor de una obra poética dispersa, con la que se puede hacer una síntesis en donde destaca su presencia y permite trazar distintas variantes. Es autor de nueve títulos de poesía publicados entre 1965-1989, y uno de los poetas más sobresalientes que participaron en el Segundo Festival Internacional de Poesía Morelia en 1983; festival que se llevó a cabo del 24 al 30 de octubre, auspiciado en aquel entonces por el Gobierno de Michoacán, por conducto del Instituto Michoacano de Cultura y que contó para su realización con el apoyo del Instituto Nacional de Bellas Artes, la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad Autónoma Metropolitana y la Universidad Michoacana. Ahí participaron cincuenta y tres poetas extranjeros y nacionales, destacando entre otros, además de Turón, Alejandro Aura, Dolores Castro, Carlos Montemayor, Enriqueta Ochoa, Germán List Arzubide, así como Ernesto Mejía Sánchez, Carlos Illescas; y los extranjeros Ángel González, Ernesto Cardenal, Antonio Cisneros y el michoacano Francisco Elizalde García, autor del poema extraordinariamente bello “Ángeles de la muerte”.

Los autores mencionados son de alguna manera quienes contribuyeron para determinar el cambio de un eje temático en la lírica de la lengua española al corresponderles cerrar el fin del siglo XX; por su poesía permiten identificar la constancia lírica y nos recuerdan que “Morelia es la ciudad de la poesía”, como ha señalado Marco Antonio Campos al referir los festivales de poesía que se han realizado en esta ciudad colonial entre 1980 y 2018.

Estos encuentros han quedado en el imaginario de los lectores y son parte de un recuento que encierra una parte de la historia de poesía en lengua española y la tradición latina por autores que escriben en español, sin dejar de reconocer a los que escriben en francés, inglés, italiano, portugués, etc., y a sus poemas leídos en su idioma original y traducidos en el mismo escenario en voz alta por actores y traductores.

El Primer Festival Internacional de Poesía Morelia se llevó a cabo en 1981, convocado por Homero Aridjis; contó con la presencia de poetas como Jorge Luis Borges y sucedió la lectura memorable de autores que después merecieron el premio Nobel de Literatura: Seamus Heaney, Gunter Grass y Tomas Tranströmer; le siguió el segundo festival que se realizó en 1983 -ya sin Aridjis- y en el que las autoridades locales intentaron redimensionar la poesía desde el Instituto Michoacano de Cultura, con variantes que terminaron aportando riqueza para el idioma por sonidos y presencias de autores de la poesía contemporánea.

Ya en este siglo XXI, entre los años 2002-2011 y dos sesiones del 2017 y 2018, por la extraordinaria capacidad de convocatoria del también poeta y editor Marco Antonio Campos, se realizó anualmente el Encuentro de Poetas del Mundo Latino, donde se rindió homenaje a autores de la poesía contemporánea como Alí Chumacero, Eduardo Lizalde, Hugo Gutiérrez Vega, Juan Gelman, José Emilio Pacheco, Juan Bañuelos, Ledo Ivo, Antonio Cisneros, Luis García Montero, Tomás Segovia, Elsa Cross y Sergio Mondragón; en este encuentro de poesía leyeron poemas por lo menos cuatro autores que más tarde fueron distinguidos con el Premio Cervantes: Gelman (2007), Pacheco (2009), Ida Vitale (2018) y Joan Margarit (2019); asimismo, se ha realizado el Encuentro Nacional de Poetas Jóvenes Ciudad de Morelia, con tres sesiones: el año 2013, 2015 y 2017, rindiendo homenaje a autores consagrados y sobresalientes por su trayectoria como Lucía Rivadeneyra, Homero Aridjis y José Antonio Alvarado.

Volviendo a Carlos Eduardo Turón y su participación en el festival de 1983, queda registro tanto de la lectura como los poemas incluidos en la antología (la edición y compilación fue realizada por Evodio Escalante); además de descubrir la lectura por sus poemas -que resultan penetrantes y a la vez resplandecientes y algunos muy intensos-. En ese orden, los poemas de Turón son memoria viva y quien indague esa suerte de fidelidad poética, puede constatar que es uno de los poetas más sobresalientes de entre los poetas nacidos entre 1930-1940 (por ser la generación radiante e iluminadora de las letras mexicanas).

Los poemas de Turón por los títulos publicados son un resumen poético que permite percibir que escribe versos intensos y de una calidad donde la metáfora cobra vida con la fuerza del idioma. Por sus poemas todo tiene otro nombre y todo lo nombra con ese algo distintivo, con un estilo propio: nos habla de la exploración del puño en alto e indaga temas como el día de la muerte; se anticipa incluso para hablar de sucesos de su muerte misma. Como autor registra el nacimiento de un lenguaje nutrido de una búsqueda apasionante, expresa esto con temas cotidianos y aspira a dejar visible el encuentro de un elevado ritmo. Las imágenes en sus poemas son un eco que perdura a su alrededor, las más de las veces tienen otro nombre, distinto: reflejan esa diferencia común para nombrar la vida diaria.

Los datos biográficos son breves: nació en Uruapan, Michoacán, el 25 de enero de 1935. A los nueve años se trasladó con su familia a la Ciudad de México, en donde residió hasta su muerte. Estudió en la UNAM. Desde muy joven inició su carrera literaria que, además de poesía abarca los géneros de la novela, el ensayo -tanto político como literario- y la traducción del inglés y francés. En el género de poesía, registra su bibliografía, que publica entre los 30 y 55 años los siguientes títulos: En los lindes del día (1965); Tríptico de verano (1970); Exaltación de la extranjera (1974); Compasión de Eleusis (1977); Crucifixiones (1978); La libertad tiene otro nombre (1979); La clepsidra (1985); Titzio (1985) y Quehaceres del amante (1989). En 1979 obtuvo el Premio Xavier Villaurrutia por La libertad tiene otro nombre. Este título es el que podría resumirse como el adecuado, el que debería nombrar su obra poética. Así se le impondría un homenaje permanente y sería motivo excepcional para definir el tiempo que sueña o confirma y reconocer que es desde donde expresa múltiples variantes de la vida humana: el pesimismo y la cotidianidad, la confrontación de tonos y fenómenos de la vida diaria, la búsqueda de una identidad; lanza interrogantes que en muchas ocasiones encuentran respuesta en sus versos. Murió en la Ciudad de México el 3 de abril de 1992, hace 29 años.

Y, “llegaste al mediodía. Entreabriste los brazos / contra los ventanales del sol. / Las bestezuelas que mi cuerpo guarda/ en el vellón durazno de toda la ternura”.

 

 

 

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