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jueves, 25 abril, 2024
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“Elaborar el duelo es aprender a vivir con el dolor y con la ausencia”: Arenales

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Por: ALEJANDRO ORTEGA NERI •

■ No se debe tener miedo al dolor, éste es un recordatorio de la capacidad de amar que tenemos

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■ Ante la pérdida de un ser querido lo mejor no es aislarse sino reinventarse y escucharse a sí mismo

 

En un año en que la muerte ha acechado por doquier, repentina, inesperada y rápida, a causa de la enfermedad ocasionada por el SARS- CoV-2, es imperioso elaborar el duelo y aprender a vivir con el dolor, con la ausencia. Porque el dolor es el precio del amor y es lo que hace humanos a las personas, por lo que lo mejor es vivirlo y llevarlo en familia, recomienda Patricia Arenales Huerta, fundadora de la Asociación de Logoterapia y Tanatología Aplicada (ALTA).

Si de por sí la muerte es dolorosa y complicada, en estas fechas puede serlo aún más, porque se relaciona la Navidad y las festividades de fin de año con la familia, por lo que saber que no estará más un miembro de ella puede causar enojo, soledad, aislamiento y la idea de que entre las familias no hay nada que festejar, situación que se complica cuando hay niños por quienes se busca tener otra actitud.

En ese sentido, señala la tanatóloga, lo importante es “escucharse a uno mismo”, qué es lo que se está viviendo, sintiendo y entonces atender el duelo, porque en la medida de que las personas lo atiendan se va a poder acompañar a los otros deudos.

En el actual contexto que se vive, Arenales Huerta pregunta “por qué no reiventarse, por qué no darse la oportunidad de crear nuevos rituales, de modificar tradiciones, de otorgar nuevos significados”, porque además el momento lo exige, dice, porque los rituales que se tenían antes ahora son otros.

“Entonces por qué no inventarlo en familia. Darse el tiempo para decir que si no podemos celebrar el año nuevo, sí podemos celebrar o agradecer que esa persona que falleció fue parte de mi familia: fue mi papá, mi hermano o mi abuelo. No fue el abuelo de otro, fue mío; y eso es algo que podemos agradecer”.

Existen varias maneras para enfrentar el duelo y la ausencia, expone la especialista, y algunas de esas son, por ejemplo, preparar el platillo que más le gustaba y comerlo en honor de quien ya no está; darse el tiempo de estar todos juntos y contar anécdotas de la persona; hablar en familia de cómo se sienten todos, cómo lo viven como hijos, hijas, hermanas, esposas, cómo se está viviendo el duelo.

Y es que normalmente, explica, en las familias cuando muere alguno de los miembros hay una tendencia al aislamiento y todos viven el duelo de manera individual, pero la mejor manera de vivirlo, asegura, es hacerlo juntos. Porque al hablar de cómo se siente cada uno, nace el acompañamiento. “Escucharse amorosamente entre todos, eso ayuda. Vivir el duelo en familia”, recalca.

Cuando ha muerto un esposo o un hijo, ejemplifica la tanatóloga, se cuida mucho a la mamá y el resto de la familia no quiere hablar de quien falleció por no hacer que se ponga triste, sin embargo, y de acuerdo a su experiencia, señala que a veces les duele más que no nombren a la persona que ya no está porque sienten un dejo de indiferencia y por lo tanto, la manera amorosa de protegerla de la tristeza no funciona. Y cuando las personas lloran, no es necesario mencionar palabras porque no hay una magia que alivie el dolor, sino sólo acompañar amorosamente.

En el contexto de la muerte por Covid-19, que no ha respetado edades y que puede ser repentina y rápida, Patricia Arenales expuso que a mucha gente lo que le está causando mucha angustia y sufrimiento es que imaginan que sus familiares murieron solos, que nadie estuvo a su lado para darles la mano o que se sintiera acompañado y querido por su familia. Por lo que recomendó que las personas lo imaginen de otro modo.

“Normalmente las personas que están muriendo son personas que están intubadas, que ya no están conscientes. Entonces, en ese adormecimiento que tiene la persona tú también puedes imaginar que no estaba solo. Por qué no ir creando otra historia de saber, sobre todo los que somos católicos, que no existe la muerte, que es una vida eterna y que no muere solo, sino que alguien querido viene por ti y te lleva”.

Así pues, reiteró que eso que está en la mente que puede causar sufrimiento o dolor, hay que irlo modificando e imaginar que esas personas no estuvieron solas, que sintieron la energía, la presencia y el amor que sus familiares le tuvieron.

“La tanatología se ha puesto de moda”, dice, pero la historia ha dicho que desde hace muchos años la gente vivía su duelo en familia y elaboraban un buen duelo. Tampoco es necesario el acompañamiento para vivirlo, precisa, por lo que también recomendó que las personas tengan confianza en sí mismas, en sus herramientas y en su red de apoyo construir un duelo sano.

Trabajar el duelo no es hacer que no duela, pues “elaborar el duelo es aprender a vivir con el dolor y con la ausencia”, dice, pues éste es el precio del amor, y mientras más se quiso a la persona que falleció más dolerá, pero eso, indica, les debe recordar a las personas la capacidad de amar que tienen, por lo que no deben tener miedo del dolor, que es lo que los hace humanos.

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