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miércoles, 24 abril, 2024
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2020, el año que llegó para quedarse

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Por: MANUEL ESPARTACO GÓMEZ GARCÍA •

Se equivocan quienes piensan que el año que termina hoy a media noche, es un año excepcional y que las condiciones que lo clasifican como tal, nunca se repetirán… Excepcional sí, pero de ahora hacia el pasado, no de ahora hacia el futuro. Me explico:

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El 2020 llegó para quedarse, porque no es un año que termina sino una época que comienza. No tiene mucha ciencia, si se analiza lo sucedido y si tomamos en cuenta que tuvimos el tiempo suficiente para reflexionar, podríamos sacar algunas conclusiones que ahora les comparto.

Nuestro modelo de consumo (llámenle como le llamen, neoliberal si gustan) estaba acabando con el planeta, la disparidad y la brecha del poder adquisitivo hacen al rico más rico y al pobre más pobre, sin embrago el pobre es la fuerza de trabajo que maquila los productos que ellos mismos consumen y también la clase media. Los ricos han reproducido desde hace décadas la idea de que quien más consuma es quien mejor vive y todos queremos vivir bien, por lo tanto, la televisión, la radio y ahora las redes sociales nos confrontan en una terrible competencia por poseer materia y a cualquier costo, y cuando digo a cualquier costo, es a cualquier costo, las peores imágenes se me vienen a la mente y solo puedo escribir un par de estas aberraciones como la prostitución por materia y el trafico de órganos. Como si esto no fuera suficiente, para satisfacer el apetito voraz de productos y alimentos de un mundo sobrepoblado, es necesario acabar o llegar al limite de los recursos naturales, acabar con ecosistemas completos y modificar el clima, no importa que tengas que talar cientos de palmeras para obtener aceite de coco, o chocolate Nutella. Pero no solo es el medio ambiente, es un ecocidio en perjuicio del propio ser humano y de todas las diversidades, hombres, mujeres y animales son desplazados de sus lugares de origen extinguiendo animales de todas las especies y creando ciudades parias, ciudades dormitorio, cinturones de pobreza donde la supervivencia lo vale todo, lo justifica todo, incluso matar.

Hace décadas que contados personajes públicos que jalan reflectores y que son ambientalistas, obligaron a los países y a sus gobiernos a poner en la agenda internacional diferentes protocolos y tratados para reducir las emisiones de gas y así, perjudicar menos al planeta. Sin embargo, ya no es suficiente, se necesita (aba) un giro de timón, una sacudida tremenda para darnos cuenta de que los únicos intrusos o virus, que aniquilan y se aniquilan a sí mismos, somos los seres humanos, supuestamente los racionales. Entonces, o cambiamos de una vez y para siempre o vayámonos acostumbrando a sobrevivir confinados cada dos o tres años, y siendo muy honesto, por lo que veo, creo que es más fácil olvidar el 2020 sin reflexionar, a cambiar un modelo de vida de exterminio que ya nos cobra factura. Ahora fue un virus creado en un laboratorio, más adelante seremos protagonistas de una batalla tan feroz, que las dos guerras mundiales pasadas parecerán un juego con soldaditos de plomo, el verdadero fin, probablemente de la especie, será la lucha por el agua.

Este año quien no reflexionó y valoró que lo único que tiene el ser humano por un tiempo determinado es la vida, está destinado a repetir patrones apenas sea vacunado; pero si por el contrario, se entró en un estado de profunda reflexión facilitado por el encierro, la enfermedad y la muerte de seres queridos, es probable que nazca una sociedad diferente y propositiva, una generación de humanos que entiendan que lo material y el deseo de poseer materia y poder, es tan absurdo como creerse inmortales. Es cierto, de las crisis nacen oportunidades, y no hablamos de quienes hicieron negocio con los cubrebocas, con la medicina, con el oxígeno, sino de que unos tienen que morir para que otros vivan y es justo aquí y así, como nace una nueva sociedad de ciudadanos consientes que valoran la vida, la salud, la compañía, el roce de dos pieles, una charla, un café, un abrazo, hacer el amor, acariciar a un animal, sentir la lluvia cálida mojar nuestro rostro, el olor a mar y a tierra mojada, un buen libro y su olor, un te quiero de tu madre, un te amo de tu padre… Vida, eso es vida y nos la estábamos perdiendo por competir, por arrasar, por poseer, por dominar.

Sirva el presente texto para desearles un muy feliz año nuevo, desde la idea del de la pluma, de que la felicidad no es una línea recta ni llega por correo, es más bien, la búsqueda y la satisfacción de los pequeños detalles que describo en el párrafo anterior, como mejor la podría concebir su servidor. Que el 2021 esté lleno de salud. Un caluroso abrazo.

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