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jueves, 28 marzo, 2024
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La Utopía en el Hogar (39): La buena educación

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Por: Jorge Humberto De Haro Duarte •

Le llegó a la semana de enclaustramiento número treinta y nueve. En medio y zozobras y sofocones por el bicho maldito que hoy trae de cabeza a más de media humanidad. Se han tenido que aprender muchas cosas nuevas, se ha tenido que adaptar a circunstancias no siempre agradables y se vive con el deseo permanente de que pronto acabe todo este proceso pandemónico termine de una vez por todas y no parece que muchos hayan aprovechado todo este período de emergencia para incorporar a sus procesos de pensamiento y formas de conocimiento, ese extra que significa el volver a aprender los tipos de comportamiento que permitieron a la humanidad superar sus contrariedades en los períodos de paz, armonía y crecimiento que permitieron al ser humano sentar sus reales como especie predominante y trascender a partir y a través de su educación y su cultura.

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Todo esto se dio a partir del cultivo de un valor único e insustituible para cada miembro de ese conglomerado que se llama humanidad: el respeto. Ese respeto que como concepto se ha ido diluyendo a lo largo de los tiempos. Se perdió el respeto a la naturaleza y a todas sus criaturas, incluida la especie de los homínidos. Cuando los clanes, grupos mayores y las razas empezaron a organizarse y a empezar a construir esas costras nefastas que son las grandes ciudades, comenzaron a aparecer y prevalecer esquemas de dominio y sojuzgamiento, por regla general motivadas por la codicia.

Pero esa perorata que recién se ha narrado, es precisamente, caros lectores, para insistir en el cultivo del principio elemental, el respeto a todo lo que nos rodea partiendo del principio básico de respetarnos a nosotros mismos. Primero, como individuos, de lograr esta auto regresión, entonces podremos generalizar y luego mejorar como familia, comunidad, país y miembros de esta especie que ha tomado por asalto el destino del mundo.

Así que rescataré dos cosas: el agradecimiento a todos los que se toman la molestia de leer esta columna y han permitido esta aventura de creación literaria y la segunda, hacer del respeto el valor principal que prevalezca no solo en esta etapa de convivencia a partir de valores afectivos que afloran en la Navidad y el cambio de año. Quiéranse mucho, cuídense y que os frutos de este tipo de actitud prevalezcan no solo en estas épocas, sino en los tiempos venideros. Hay mucho que hacer para enfrentar el mundo que nos depara el futuro, así que habrá que hacerlo dentro de esquemas de pertenencia, de convivencia civilizada recuperando la combinación ideal de sentimientos que nos hacen ser mejores como personas y como sociedad: Paz y Amor.
Si El Gran Caos lo permite, por aquí nos seguiremos comunicando el próximo año. Feliz año 2021. ■

Camin.

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