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jueves, 18 abril, 2024
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Nueva República Para todos, todo

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Por: Óscar Novella Macías •

Los impuestos son el precio que pagamos
por una sociedad civilizada.
Oliver Wendell Holmes

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El popular “para todos, todo” nunca me pareció una mala consigna, de hecho, las bases de un gobierno de vocación social se fincan en ese lema/máxima. Curioso es que las expresiones de izquierda más “moderadas” nunca hubieran tomado un poco de ese eje, el PRD, en el buen tiempo que fue el partido de izquierda, y después de las intentonas con Cárdenas, nunca intentó acercarse a ese universo retórico, éste perteneció exclusivamente a las que se hacían llamar las expresiones más radicales de la izquierda.

La lucha por el discurso está muy bien, es un componente indispensable de la lucha por el poder, del debilitamiento de la hegemonía neoliberal, del avance de la educación político-social y de un sin fin de cosas que nos componen. Pero, y aquí habrá ciertos raspones, nuestro país había pasado buenos 20 años viendo retroceder cualquier vocación social del gobierno y avanzar la agenda privatizadora, con todo y el inmenso descontento, la buena articulación del aparato contra hegemónico, etc., los programas gubernamentales cada día eran más inaccesibles y menos populares.

Pasa que ahora el presidente que la izquierda criticó por ser tibio y la derecha criticó por ser Socialista-Marxista-Leninista-Maoísta-Chavista, propuso y vio ratificada una de las reformas con mayor vocación social que se hayan visto en los últimos años, aunque bien podría hablar del tema de la salud universal, punta de lanza de los movimientos progresistas en el mundo que México acompaña en buen lugar, hablo más bien de los cambios al Infonavit y Fovisste. En el fondo, las modificaciones hechas dicen una cosa similar a lo sucedido con nuestro nuevo sistema de salud: el mexicano tiene derecho a una vivienda digna.

Cuando se empodera al ciudadano y se hace posible que construya su casa desde los cimientos, sin intermediarios que se hinchen en tratos leoninos, sin sistemas bancarios parásitos, y sin trabas imposibles de sortear, los antiguos coyotes ven cada vez menos posibilidades de tirar su conocido zarpazo. Vamos contando desde el gran capital que controlaba la hipoteca (ahora es posible que el mexicano migre hacia Infonavit) hasta las constructoras favorecidas en administraciones anteriores que podían entregar el trabajo como les diera la gana porque el trato ya estaba hecho varios niveles arriba.

Pasa que cuando en nuestro país el Estado reconoce las libertades, necesidades y derechos de los individuos y hace lo necesario para que estos queden salvaguardados, no estamos jugando solo en el plano de la retórica, efectivamente, estamos echando a andar la vieja consigna que ya teníamos tiempo oyendo: Para todos, todo. Vivienda y salud en estos dos años de gobierno me parecen un avance cuántico respecto a lo que teníamos hace algunos años, o peor, respecto a lo que se avizoraba cuando aún estábamos haciendo nuestros estudios.

Francamente, lo que en un principio parecía una línea utópica y hasta un poco ingenua, resulta ser la única manera ética de conducir las finanzas y políticas del aparato, si el Estado no está para buscar por todos los medios el bienestar del individuo, no hay manera de justificar su permanencia. El PRIAN la justificaba como todos vimos: la absoluta represión, coacción y censura. Hoy, la oposición mediática (derrotada del todo ante las nuevas cifras de aprobación del presidente) se queja de censura en 5 periódicos de circulación nacional, Twitter, Facebook, y dos televisoras dinosaurio. Pero no hay medio de marketing lo suficientemente efectivo para competir con un derecho subsanado, durante toda la vida, las familias que mejoren su economía y se hagan de patrimonio, no sólo estarán mejorando esas cifras de crecimiento económico, sino que estarán criando a una nueva generación de ciudadanos ya vacunados contra las fake news, porque la realidad se suele imponer a las campañas negras de desinformación.

Varios inconformes me preguntan si ya somos Dinamarca, otros, en carrilla sana me dicen que a qué hora la Cubazuela del Norte, yo, sonrío. México se encuentra entre los 5 países con mejores posibilidades de adquirir vacunación universal, se encuentra entre los países cuyo sistema de salud en ningún momento fue rebasado, también estamos entre los pocos que exhiben un franco crecimiento económico en medio de la crisis sanitaria global más grande de la que tenemos memoria los vivos. No hemos tenido (ni tendremos) más gasolinazos ni impuestos que impacten en el desarrollo económico, y aun así, la recaudación del gobierno de AMLO es la más alta que cualquier mexicano vivo haya visto, entonces, no, no somos Dinamarca ni Venezuela, somos un país que en estos dos años está asegurando la salud y por poco la vivienda a la enorme mayoría de sus ciudadanos, todo ello mientras las finanzas se mantienen sanas y en franco despegue. Somos un país que está tirando fuerte.

Amigos que me preguntan, no puedo asegurar que vayamos a ser Dinamarca, pero sí les aseguro que estamos ante un parteaguas de pensamiento, estamos apostando por la tesis a la que nunca le habían dado oportunidad, la de la empatía, esa que había vivido siempre en la retórica está hoy en la cámara, y vamos a votar a favor, ya no se trata de explicar sino de hacer el “para todos, todo”.

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