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jueves, 18 abril, 2024
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Lecciones de la covid-19 para los ODS: inquietantes coincidencias (primera parte)

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Por: Jordi Ortega • Fernando Prieto •

Coincidencias:

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Ante la covid-19 aplicamos la misma lógica que el hombre de negocio. Por vez primera, al igual que los economistas que no ven más allá de su negocio: “bussiness core”, el virólogo tampoco no ve más allá de un virus. Se ha impuesto, a nivel mundial, estrategias basadas en cortar la cadena de contagios mediante la distancia social, confinamientos perimetrales, toques de queda y estados de alarma. Hay una inquietante coincidencia que llamamos “perder el contexto”. Nos lleva a actuamos como lo hacíamos, hace siglos, con la peste; es lo que señala en una impactante editorial en director de The Lancet, Richard Horton.

Covid-19 nos enseña la quiebra del paradigma reduccionista detrás del cual está la actual insostenibilidad y la urgencia de abordar la Agenda 2030. El Codid-19, si enseña algo, es que las medidas se pueden implantar de la noche a la mañana. La segunda lección es la interacción entre economía, salud, educación, etc. La tercera lección es ese ignorar el “contexto”.

La economía perdió el “contexto” hace tiempo. Mientras que la “economía neoclásica” se enfoca al paradigma mecanicista de la física, esto es, encuentra que la ley de la oferta y demanda tiene la misma “precisión” que la ley física en que toda fuerza se le opone otra de la misma intensidad; pues bien, en ese momento de la física clásica abandona la “precisión” y abraza la “incertidumbre”. Dos mediciones no pueden tener, a la vez, “precisión” sin alterar una los resultados de la otra. La física cuántica entiende la importancia del contexto; el “orden implicado” lo llama David Bohm.

Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se deben de tomar como una unidad indivisible. Eso supone cuestionar no sólo el modelo de crecimiento vigente, sino su marco conceptual. En economía seguimos manejando conceptos de los fisiócratas del siglo XVII y XVII en un “contexto” completamente distinto: no estamos en una economía local estacionaria agraria sino en una economía digital global acelerada. Y si recordamos el contexto de aquel concepto, tachas de antiglobalista y xenófobo a David Ricardo.

Actualidad de debates del siglo XIX.
Covid-19 abre debates que tuvieron lugar a final del siglo XIX. La medicina en el siglo XX ha vivido tranquila sin grandes cuestionamientos. Hacer un balance del siglo XX le resultaría incómodo. Más incómodo a los economistas. Comparte esta estrechez y reduccionismo que la ciencia, en la que se inspira, han abandonado. Pero se creen que conquistan con esta estupidez “evidencia científica”. Los economistas son incapaces, con el dogma del business core, generar un solo euro de “valor agregado”. Confundiendo en muchas ocasiones costes y precios, dando lugar en muchos casos a pasivos ambientales o costes no incluidos en los productos, recortan costes en lugar de recortar precio generando cascadas de ingresos diversificando.

Richard Horton señala como en lugar de unirnos y empoderarnos nos separamos y asilamos. Los médicos optan por ignorar el contexto, como hacen los economistas. Critica la “ciencia” de los especialistas de enfermedades infecciosas que ha guiado e impulsado a los gobiernos a tomas medidas de “emergencia sanitaria” actuando como con la peste de hace siglos.

El síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV-2) no es una enfermedad sino dos: interactúa el Covid-19 y una con enfermedades no transmisibles (ENT). La tesis que propone Richard Horton nos recuerda a una tesis expuesta a final del siglo XIX. La “enfermedad por gérmenes” de Louis Pasteur y Robert Koch atribuían un único factor a la enfermedad. La reacción a esta “estrechez” es la medicina experimental y la fisiología moderna de Claude Bernard: atribuye la enfermedad al “terreno biológico”. Ese debate del siglo XIX lo encontramos en el siglo XXI entre pandemia y sindemia.

¿Sindemia o pandemia?
La sindemia y pandemia tiene estrategias de política sanitaria opuestas. Es un concepto creado por Merrill Singer, médico antropólogo. Una sindemia es la suma una enfermedad infecciosa con una o varias enfermedad no transmisible (ENT), concurrentes o isecuenciales. La sindemía tiene, a diferencia de la pandemia, una desigual incidencia causada por la pobreza, la mala calidad ambiental, el estrés, la violencia estructural, etc., es resultado de interacción biológica y social. El enfoque sindemico, para trata el covid-19, no separa la enfermedad de los “contextos” como hace el enfoque biomédico. En Estados Unidos la desigualdades raciales y socioeconómicas se expresa en una mayor moralidad entre población negra en Detroit, Michigan, etc. En lugar de proteger a diabéticos, asmáticos, hipertensos, etc., protegemos a toda la población con confinamientos sin “contexto”, generalizados.

Tenemos una sindemia global, señala en The Lancet Merrill Singer, de obesidad, destrucción, diabetes, acidez del aire -consecuencia del cambio climático. Recuerda a la tuberculosis, el tifus, etc., que describe Friedrich Engels consecuencia de la adulteración de alimentos y falta de oxígeno en el Londres del siglo XIX. ¿Seguimos disociando la enfermedad y el “contexto”? Las personas con bajos ingresos son las que comen más “comida chatarra”. Pero la causa del covid-19 no hay que buscarla fuera, el medo exterior sea el patógeno, la desigualdad o el medio ambiente; sino dentro, en el “terreno biológico”. En África subsahariana hay pocos casos de covid-19 al no incorporar esa “dieta chatarra”. El “contexto”, señala Emily Mendenhall, importa. Richard Horton lamenta que los gobiernos ignoren el “contexto” y busquen una solución biomédica: la vacuna o un tratamiento efectivo. Fracasaran.

Mirar el “contexto”
Walter Connon desarrollo la noción de homeostasis; mientras el “entorno interior” se mantenga constante, un “medio exterior” puede fluctuar sin ocasionar enfermedad. La psiconeuroinmunología unifica materia y forma; en que esta última explica la capacidad de mantenernos sanos por procesos de “salutogénesis”. La salud es un equilibrio entre crasis y discrasia; la enfermedad surge cuando el organismo no es capaz de ajustarse. Homeostasis es una palabra oportuna para abordar los ODS. La biomedicina trata la enfermedad desde la “patogénesis”, se orienta a erradicar la enfermedad cortando la cadena de transmisión. Es una visión parcial condenada al fracaso frente a la cual tenemos la “salutogénesis”.

La biología molecular y la “patología celular” de Rudolf Virchow, en el siglo XIX, lograron una cascada de nuevos descubrimientos; esto ancló la biología molecular en visiones mecanicistas obsoletas. De mirar la complejidad de organismo se miró las interacciones mecánicas celulares. Hoy la estrechez se agudiza al llamar al covid-19 enemigo externo. Los modelos simplistas mecánicos fueron habían sido abandonados cuando se descubrió complejos procesos químicos oxidativos no reducibles a la física. Hans Driesch al inicio del siglo XX descubrió que si un erizo marino, en fase embrionaria, se le destruye una célula una de sus partes lo regeneraba desarrollándose de forma completa.

Empezamos a entender el “contexto” cuando empezamos a poner medidores de CO2 de interiores. Ventilación y luz son claves para frenar la sindemia. La acidez del aire propaga virus y bacterias. El oxígeno y la luz ultravioleta es un potente antiviral y antibacteriano. Otto Heinrich Warburg obtuvo el premio Nobel en 1931 por los estudios de la acidez del “terremo biológico” como causa de la enfermedad. En la gripe española los enfermos se exponían a luz y oxigeno; en aquella época no se había descubierto la vitamina D. Probióticos en ecosistemas, señala Leen Gorissen, aumenta el pH del aire y, además de antibacteriano y antiviral, reduce el CO2. En el covid-9 emerge un nuevo paradigma de economía regenerativa. Frente los profetas de la desertización, hay bacterias que producen sulfuro de dimetilo (DMS). Evitemos declarar la guerra a los cinco reinos diría Lynn Margulis. No entender el “contexto” del “mundo exterior” ha provocado la crisis ecológica global; este mismo error lo estamos cometiendo al no entender el “contexto” del “terreno biológico” poniendo en riesgo nuestra esencia como humanidad. Aprendamos de la sabiduría de la naturaleza.

La prometedora perspectiva de Otto H. Warburg quedó eclipsada con el invento de la penicilina en 1931 que ofrecía una respuesta simple para atacar las enfermedades infecciosas. Con la edad de oro de la medicina y su paradigma epidemiológico entra en decadencia la medicina natural, termales, casas de reposo, el urbanismo social, etc. Hoy la distancia social impuestas con el covid-19 ha eclipsado las medidas preventivas, medidas higiénicas, etc. La sindemia sitúa nos en el centro de la enfermedad el “contexto”. En lugar de estudiar los virus en microscopios empezamos a mirar al paciente, al enfermo y no tanto a la enfermedad.

¿Puede el covid-19 modificar nuestras coordenadas de referencia que se requieren para abordar los ODS? Los economistas empiezan a entender que el mercado no es algo estático, hay un abismo entre el modelo abstracto neoclásico en equilibrio y el mercado real en perpetuo ajuste como señala el término “homeostasis”. La big data, inteligencia artificial, etc., nos hace pensar que un algoritmo controlarla la economía y, además, traerá la sostenibilidad. No todo es motivo de pesimismo. Estamos en un punto de inflexión si vemos, en medio de dificultades, que médicos integrativos, fisiólogos empiezan a ver más allá del virus y, contra corriente de la medicina integrista, no sólo ven los desequilibrios del “terreno biológico” sino desequilibrios sociales, planetarios y económicos. La enfermedad como huésped, aunque ridícula, nos fascina. Noah Y. Harari en conversación con Iñaki Gabilondo explica cómo en lugar de colaborar entre todos nos aislamos, ello fortalece el autoritarismo de los gobiernos. El contexto nos daría una visión de las consecuencias de esta gestión “estrecha” en la economía, política, estructuras internacionales. ■

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