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jueves, 25 abril, 2024
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Calavera a los personajes ilustres de Zacatecas

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Por: La Jornada Zacatecas •

Autor: Raúl Antonio González Carrizales

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Residencia: Guadalupe, Zacatecas, México

 

 

Estaba la Muerte paseando por sus jardines del inframundo,
cuando de pronto se dio cuenta que faltaba un olor inmundo.
“Aquí ya no huele a muerto, ¿qué le pasará a esta sección?
Mis muertitos zacatecanos ya no están en esta parte del panteón”.

Iracunda, salió la Calaca de su tumba a toda prisa.
No le gustó esta broma que a ella no le daba risa,
“Nadie puede salir de aquí, mucho menos sin permiso.
Una vez que encuentre a todos, les vuelvo a dar piso”.

Bien envuelta en su capucha larga y tenebrosa,
tomó el primer vuelo a Zacatecas la bella.
Durante el viaje, estuvo todo el tiempo temerosa
de no hallar a sus inquilinos, pues no dejaron huella.

Arribó al aeropuerto de Calera sin tiempo para modales;
a pesar de que la reconocieron, a nadie quiso saludar.
Iba muy concentrada en dar con Víctor Rosales,
y en un puesto de ricas carnitas lo vino a encontrar.

De ahí se fue a Jerez, Pueblo Mágico, a degustar tostadas
y ver si de casualidad veía a Ramón López Velarde.
Lo encontró en el jardín, conquistando Fuensantas,
y se lo llevó en un caballo, tras aplicarle un amarre.

De camino a Zacatecas, ya entrando al bulevar,
sintió un dolor de estómago, como un vacío;
vio la Cruz Roja a su izquierda y decidió entrar,
y así encontró a su fundadora, Luz González Cosío.

Siguiendo rumbo al centro, decidió ir a la Alameda,
donde no se pudo estacionar entre tanto carro,
pero eso no impidió que localizara a la primera,
en su vieja finca, sentado a Jesús Aréchiga Mojarro.

La implacable búsqueda de la Flaca apenas comenzó.
“Hay, mi general, Jesús González Ortega, no te hallo”,
gritó desesperada, cuando en su calle lo encontró.
Estaba muy contento, dándole de comer a su caballo.

La Muerte peregrina siguió cazando con instinto;
tras los huesos de Francisco Goitia iba decidida,
y logró localizar al pintor de Tata Jesucristo
en una marisquería, degustando un “vuelve a la vida”.

Pedro y Rafael Coronel seguían en su larga lista,
y casualmente se los encontró bebiendo jaibol.
Rafael portaba su máscara en la Casa del Artista,
platicando con quien pintó a la Mujer caracol.

Subiendo por Santo Domingo, siguió sus acechos,
cuando se encontró con una manifestación peculiar;
era un grupo de mujeres luchando por sus derechos,
y a la maestra Beatriz González Ortega logró divisar.

El cerro de La Bufa fue su nuevo destino para encontrar
a Pánfilo Natera como estatua en la Toma de Zacatecas.
Efectivamente, lo vio muy quietecito sin hacer muecas,
y al valiente general oriundo de Nieves logró capturar.

La Flaca tomó camino, ya cansada por la persecución;
rumbo a Jalisco, decidió descansar en La Quemada.
Ahí se topó explorando a Eulalia Guzmán Barrón,
y la famosa arqueóloga también fue capturada.

Siguiendo por aquellos rumbos, fue a parar a El Soyate,
rancho del gran músico y actor Antonio Aguilar Barraza.
Cuando lo encontró enfiestado, le dijo “ya te fregaste.
Ahora nos vamos para alcanzar a Caronte y su barcaza”.

Ya alejándose del bello estado, a la Muerte le dio tristeza,
pero en el camino se encontró con Fernando Villalpando,
quien dirigía a una banda de músicos con gran destreza,
por lo que la calaca se alegró tanto y hasta se fue cantando.

Antes de salir de territorio zacatecano, se paró en una colina,
y la marcha de Zacatecas entonó, con un orgullo profundo.
Tan fuerte cantó la muerte que el propio Genaro Codina
caminó a su lado hasta volver a los paisajes del inframundo.

Es así como la Muerte tuvo que salir de su reino oscuro
para regresar a sus tumbas a personajes tan ilustres,
a quienes Zacatecas recuerda con cariño, y se los juro
que primero los admiras, antes de que te asustes.

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