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martes, 16 abril, 2024
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La existencia del mal y su origen

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Por: BRENDA ELIZABETH ELÍAS BENAVIDES •

La Gualdra 448 / Filosofía

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En la actualidad se observa una crisis institucional en todos los ámbitos del ser humano y de la sociedad. Pareciera que, ante el desquebrajo del entorno, la permisividad se ha conformado como la base del actuar social. Es a partir de reflexiones de esta índole que resulta posible cuestionarse sobre el bien y el mal, sobre el punto en el que este inicia de acuerdo con diversas tradiciones teológicas y la manera en la cual se concreta en nuestra cotidianidad.

¿El mal proviene de Dios o es tan solo creación del hombre? Es una interrogante interesante y, posiblemente, sin respuesta. De acuerdo con la teoría creacionista, Dios nos creó a su imagen y semejanza. Por tal motivo, se debe considerar que por su voluntad “[…] las cosas están ordenadas a la perfección, o sea a la integridad, de su naturaleza tanto física como moral […]”,[i] lo cual nos conduce a dilucidar que el mal no puede provenir de Dios, pues su mayor placer -de acuerdo con el libro del Génesis de la Biblia- es darse cuenta de que todo era bueno. Pero, en este proceso de construcción, a su obra más preciada le brindó el don del libre albedrío. ¿Es entonces el mal responsabilidad del hombre?

Ver niños, mujeres y hombres muriendo de hambre es algo cotidiano, se alude a su pobreza para estar en esta situación, incluso dentro del pensamiento del sistema de producción hegemónico se escucha que es su culpa, pues no ponen empeño para romper con su entorno, sin aceptar que para que existan personas con altos niveles de privilegios se precisan aquellos que no pueden disfrutar de los mismos. Un panorama de esta clase nos permite ver el egoísmo como una característica fundamental de la especie humana, entonces, ¿cada uno de sus integrantes es malo por naturaleza?

Kant afirma, de acuerdo con Sirchia,[ii] que el mal no es consecuencia de la estructura física del hombre, este es causado por el libre albedrío que ejerce en su día a día. De acuerdo con esta postura, el mal se construye dependiendo de las decisiones que se toman a lo largo de la vida. Es entonces el libre albedrío el que nos ha llevado a construir la sociedad que hoy en día acepta el cambio de escala de valores sin expresar protesta alguna, aquella que normaliza los levantones, la corrupción, el consumo de estupefacientes, de alcohol, la violencia contra las minorías. Pero ¿cuál es el origen del mal que afecta a las diversas sociedades?

¿Si el mal tiene un punto de partida, se debe al comportamiento humano o es un factor establecido por lo divino? Difícil elección, pero es posible profundizar en los aspectos morales y sociales que guían al ser humano en su comportamiento. Atreides afirma que “[…] el Satán de los dos primeros libros del Paraíso perdido, encarna más que ningún otro personaje la consciencia del hombre occidental moderno”,[iii] pues ambos prefieren gobernar su propio infierno en lugar de vivir, quizá pervivir, en un paraíso de alguien más. Es así como el humano actual fabrica y utiliza armas, cultiva, usa y vende estupefacientes. Ambas situaciones destruyen masivamente, las dos pueden catalogarse como infernales, las dos nos conducen a través del caos.

Entonces, cuál es el inicio del mal, de dónde parte. Si el Satán de Milton refleja nuestra conciencia sería posible que el mal se originara cuando Lucifer “[…] cometió un pecado con algunos ángeles menores […] sublevándose […]”,[iv] enfrentó a Dios con el fin de liberarse de un paraíso creado por su padre. Quizá, en sus esfuerzos por liberar a la creación divina más importante, ese mismo ángel convertido en una serpiente diabólica incitó a Eva para que descubriera, para que conociera, para que también abandonara la seguridad del que poseía la hegemonía celestial. Tal vez el mal se originó cuando, lleno de ira y decepción, Satán enfrentó a Dios como bien lo reconoce Belcebú al alabarlo “[…] Oh Príncipe, oh Caudillo de incontables Tronos / Que guiaste a la batalla ejército de Serafines / A tus órdenes y con temibles destemidas / Gestas, al perpetuo Rey del Cielo apeligraste / Y pusiste a prueba su alta Hegemonía, / Ya ostentada por la fuerza, azar, o sino […]”.[v]

Si utilizamos como fundamento la teoría creacionista, sin duda, esta podría ser una explicación razonable a lo que hoy en día afrontamos en nuestra cotidianidad: epidemias, guerra, hambre, drogadicción, venta de armamento, trata de blancas, investigaciones científicas y avances tecnológicos que benefician solo a quien detenta la hegemonía política, económica y social. El mal existe, lo conformamos día a día con las acciones regidas por la ambición. Pareciera que Satán nos abrió la puerta para construir el mal a cada paso que damos.

 

 

* Alumna de la Licenciatura en Letras, UAZ.

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_448

 

[i] Restrepo, P., “El problema del mal en San Agustín”, en Franciscanum. Revista de las ciencias del espíritu, No. 146, Bogotá, mayo-agosto 2007, p. 103.

[ii] Sirchia, H., “El mal en la filosofía de Immanuel Kant”, en Espíritu Liv, 2005, pp. 321-329.

[iii] Milton, J., “Libro I”, en Paraíso perdido, Atreides, Bel (trad), s/a, p. 8.

[iv] Leibnitz, G. (s/f), “Ensayos sobre la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal”, en Teodicea, p. 171.

[v] Milton, op. cit., p. 31.

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