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jueves, 25 abril, 2024
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■ México Lindo y Podrido… y Zacatecas otro tanto La independencia de México y los informes de la clase política

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Por: JOSE DE JESUS REYES RUIZ •

«Me creo – La Estulticia – mucho mas modesta que esa tropa de políticos magnates y sabios que, trastocado el pudor, suelen sobornar a un retorico halagador o a un poeta vanilocuo, y le ponen sueldo para escucharle recitar sus alabanzas, que no son sino mentiras. El elogiado, aun fingiendo rubor, hace la rueda y yergue la cresta, como el pavo real, mientras el desvergonzado adulador equipara con los dioses a aquel hombre que es nada, y lo presenta como el mas profundo ejemplo de toda virtud, aun sabiendo que dista mucho de cualquiera de ellas, que esta vistiendo a la corneja de ajenas plumas, blanqueando a un etíope o haciendo de una mosca un elefante.”

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La Estulticia sobre el discurso político y sus aduladores.

Elogio a la locura de Erasmo de Roterdam.

Estas frases, escritas en el siglo XV caen desde mi personal perspectiva, como anillo al dedo a la andanada de informes con que nos han recetado los políticos tanto locales como nacionales, sean alcaldes o gobernadores, incluso de quien encabeza el ejecutivo a nivel nacional.
Son tiempos de festejar el hecho de que “aún” tenemos una Nación, que “aún” tenemos una República, con todo y un grito con el Zócalo vacío que de cualquier forma toca profundamente nuestros sentimientos, y ver los fuegos artificiales en uno de los sitios mas hermosos y claro con mas historia de nuestro país. Y hasta ver los mas altos edificios del mundo como el Empire State de Nueva York o el edificio mas alto de todo el mundo en Dubái vestidos con las luces tricolores y el escudo del águila devorando la serpiente sobre el fondo blanco no deja de emocionarnos.
No así los discursos llenos de mentiras y sus aduladores a sueldo que los comentan, son dos lados de una moneda, el lado bueno y el no tan bueno o definitivamente malo que nos causa cierto malestar por no decir una profunda nausea animadversión.

Las plazas vacías como resultado de la contingencia sanitaria, un desfile de apenas 20 minutos, austero y sobrio, el grito desde el balcón de Palacio donde solo estaban el Presidente y su Señora Esposa – sin hijos – o el local al que si se colaron los hijos del Gobernador, y una fiesta que tendría que estar metida profunda en nuestros corazones, el descubrimiento hace ya mas de 200 años de la conspiración, y el apresuramiento del levantamiento en una fría madrugada del 16 de septiembre en Dolores Hidalgo, el llamado a acabar con los gachupines del Cura Hidalgo al que apodaban el Zorro, un personaje culto, que dominaba el francés, el italiano y el Latín, así como el Náhuatl y el Otomí, un personaje ilustrado que como cualquier ser humano tendría sus luces y también sus sombras como se vivió después al enemistarse con su principal aliado Ignacio Allende, un personaje que saca a los presos de la cárcel y con ellos y sus seguidores muchos de ellos indígenas que armados con piedras y palos suman no mas de 600 que en unos cuantos días se convertirán en un ejercito de 40 mil seres humanos mal armados que se asoman a las puertas de la gran ciudad, la ciudad de México.

Un pequeño ejército que después de salir de Dolores, llega a Atotonilco donde Hidalgo entra a una Iglesia y toma la imagen de la guadalupana – estampada en un retablo de madrea – al que se le implementa un bastidor y se utiliza como estandarte de la lucha y que pesado como resulto ser, era cargado por el contingente que se turnaba – por el peso – el símbolo del levantamiento, la guadalupana, la virgen indígena que de ahí en adelante seria uno de los símbolos mas importantes del ser Mexicano.

Podemos no ser creyentes, pero todos somos guadalupanos.

La toma de Guanajuato con todo el vandalismo que ello trajo y que en gran medida fuera la causa de que el cura Hidalgo a las puertas de la Ciudad de México con un ejército de cuarenta mil levantados, decidiera dar la media vuelta y dirigirse al norte, decisión que costaría a la postre el alargamiento de la gesta independentista durante más de una década con la enorme cantidad de muertos que ello provoco, y la derrota – ahí que decirlo – de la causa que en 2021 “triunfo” a manos no de los liberales sino de los conservadores que buscando sus propios intereses entraron victoriosos a la Ciudad de México encabezados por uno de los mas grandes generales realistas que combatió con todo a la insurgencia y que después se habría de nombrar emperador de México, Agustín de Iturbide.

Qué resultó – tenemos que preguntarnos una y otra vez – de las ideas de los conspiradores en la Ciudad de Querétaro, dónde quedaron los ideales de las grandes mujeres de aquellos tiempos, Josefa Ortiz de Domínguez o la enorme Leona Vicario, y por que no a esta lista tendríamos que agregar a la Güera Rodríguez, la mujer más bella de aquellos tiempos, la eterna enamorada del Barón de Humboldt quien fue cercana, demasiado cercana a personalidades como Simón Bolívar y amante a la fuerza de Agustín de Iturbide.

Donde quedaron los pensamientos no solo ya de los conspiradores sino de los Generales Insurgentes como Allende, Abasolo, Morelos a los inicios del movimiento o de personajes como Vicente Guerrero, Guadalupe Vitoria al final del mismo.

Son cosas que tendríamos que pensar hoy en día al ver como se nos desaparece la república como polvo entre las manos: ¿Es México realmente un país independiente, un país Soberano?

¿Qué es lo que hacemos nosotros, en los inicios del siglo XXI para que esto sea una realidad de frente a la adversidad como la inseguridad de la que todos somos de alguna forma culpables, o de la pandemia que nos llegó como castigo de una naturaleza que ahora exige un castigo por lo mucho que la hemos devastado, aun y cuando paguen como siempre los justos por los pecadores?

Pero sobre todo ¿qué hacemos para combatir al tercero de los jinetes del apocalipsis que ahora vivimos, el de la corrupción de la clase política ¡toda! ¿Y sus políticos, así como de las cúpulas empresariales?

Pensemos por un momento en ello y exijamos el cambio de esa clase política que desde muchos puntos de vista no tiene remedio. ■

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