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jueves, 18 abril, 2024
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En Zacatecas todos aspiran, pero pocos proponen

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Por: MANUEL ESPARTACO GÓMEZ GARCÍA •

Nada más legítimo y hasta constitucional, amparado en las garantías individuales, como la capacidad de goce y de ejercicio en donde se encuentra el derecho a votar y a ser votado.
La semana pasada escribí sobre la democracia participativa y la urgente necesidad de que la sociedad trascienda a ser ciudadanía y que la participación de las personas se convierta en una actividad de todos los días en la vida pública de México. Hablaba yo de un libro que me enseño grandes conceptos de la relación Estado-Ciudadano y que es “El Estado en busca del Ciudadano” del Doctor Lorenzo Meyer, en él se narra como en sociedades compuestas por ciudadanos, el bienestar individual se comienza con el bien colectivo, es con pequeñas acciones que benefician a la comunidad como ocurren los grandes cambios que han de producir efectos integrales en la calidad de vida de las personas. Manejé un ejemplo la vez pasada y hoy escribo otro: En las comunidades rurales o urbanas, a menudo se presentan fallas en los servicios públicos que nunca se reportan o tardan en hacerlo, baja la premisa de que alguien más lo debe hacer, esto trae atraso en la solución del problema; Es hasta que esa falla en los servicios públicos nos afecta directamente, que procedemos a hacer la denuncia. Lo mismo pasa cuando por mala orientación, problemas o inquietudes que aquejan a la comunidad, no son promovidos por los individuos, con la idea de que es la autoridad la encargada no solo de resolver, sino de interpretar las necesidades de la población. Error, la autoridad es la encargada de resolver lo que conoce, no es la encargada de interpretar. Yéndonos más allá, una propuesta de iniciativa de ley, una modificación, una derogación, un agregado o una proposición que beneficie a la ciudad, no necesariamente la deben presentar los Diputados o los distintos poderes; es el ciudadano, ya embestido como tal, quien puede acudir al congreso y hacer suya la voz de los vecinos o de la comunidad para exigirle al diputado que haga suya la propuesta. Así se hace y se ejerce la ciudadanía.

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Sirva el párrafo anterior para ilustrar la idea de democracia participativa, que es muy diferente a la participación política. En el primer párrafo narro también en donde se soporta el derecho a votar y a ser votado y todo lo pasado me da la introducción para conjeturar que más allá de la libre aspiración de cualquier individuo mexicano para inscribirse en determinado proceso electoral, es importante poner como prioridad el bien colectivo antes que el individual. No se aspira por aspirar, se aspira para ayudar. No se participa para servirse, se participa para servir.

En Zacatecas se percibe ya un efusivo, enjundioso y peligroso ánimo pasional por participar como se pueda y desde donde se pueda en el siguiente proceso electoral, ahora más que nunca se ve una sociedad (que no ciudadanía) politizada y ambiciosa de cargos, poder y espacios que le permitan vivir mejor, conservar las canonjías adquiridas o aumentar o subir su categoría, en términos generales los que aún no pertenecen al Gobierno en cualquiera de sus tres niveles y en cualquiera de sus tres poderes, pretenden pertenecer y los pertenecidos, pretenden perpetuarse.

En la “clase política” llámese así a los políticos y sus institutos, no es muy diferente. Son ellos los que han (hemos) propiciado el tóxico ambiente que permea entre la gente. En los últimos años, ante la falta de crecimiento económico y la creación de fuentes de empleo, fue el gobierno el lugar donde se pagaban compromisos políticos y con ello, se han prostituido las campañas políticas y los procesos electorales, que se ven como fuentes de empleo o como tramites para conseguir alguno. Por ello la gente maneja el modus operandi de “levantar la mano” par ser tomada en cuenta, aunque no cuente con los conocimientos básicos para aspirar a un espacio de dirección. Recordemos que el primer hecho de corrupción es aceptar un cargo para el que no se está preparado.

Zacatecas tiene nuevos y viejos partidos políticos, nuevos aspirantes, mismos aspirantes, nuevas alianzas, nuevas y viejas caras y todos y todas, aspiran porque respiran, pero hasta ahí. Nadie se distingue por presentar un proyecto serio para Zacatecas, nadie propone por encima de sus intereses, como si el objetivo fuera llegar y no trascender. Todos quieren llegar, pero nadie sabe para qué. Nuestro estado en el pasado se distinguió por políticos de altura que se formaron en la esfera nacional y después regresaron a gobernar. Hoy pareciera que cualquiera puede llegar a ser gobernador, y como cualquiera es cualquiera, los resultados no pueden ser mejores ni el panorama puede ser alentador.

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