Convencidos de que el concepto de estudiante universitario que prevalecía en la Escuela Preparatoria de la Universidad Autónoma de Zacatecas debía cambiar, la comunidad educativa se sumó a la Reforma a través de una propuesta que presentó el Lic. Lázaro Rivera Hernández, Director General de la misma. La propuesta presentada fue el resultado del análisis de múltiples docentes y estudiantes activos que partían de sus propias necesidades y su vinculación con su Alma Máter. Desde la Escuela Preparatoria en el proceso de Reforma de 1971 se solicitaba el ejercicio de una verdadera Autonomía que incluyera independencia administrativa, personalidad jurídica, patrimonio propio, participación fija en el proceso fiscal y democratización de todos sus órganos de dirección. Así como la renovación del plan de estudios y programas, y la formación de Academias de maestros.
Uno de los cambios radicales que se proponía para fortalecer al sistema pedagógico era la creación de un Bachillerato Único con cursos semestrales. El objetivo fue crear cohesión entre los diferentes grupos de estudiantes y desarrollar la idea fundamental del espíritu universitario. Propiciar un sentido de pertenencia que evitara la repulsión que desde temprana edad sentía el profesionista en embrión por todos aquellos que no ejercían sus mismas ocupaciones. Entre los beneficios globales que se vislumbraban para el estudiante de preparatoria al cursar un Bachillerato Único, estaba la obtención de los conceptos universales que lo prepararan para conducirse como un ser humano, en plenitud del significado. Era necesario -por lo menos en ese nivel-, desterrar la idea del perfeccionamiento en la profesión. Se buscaba despertar en el estudiante el deseo de pretender ser persona antes que profesionista.
Por otra parte, la innovación de los cursos semestrales propiciaría una mayor concentración en los contenidos por parte del maestro y el alumno. Con clases diarias tanto maestros como alumnos estarían obligados a mantener una mayor atención y aprovecharían más el tiempo. La adopción del renovador sistema del bachillerato por semestre no tendría los efectos esperados si no se tomaban en cuenta las innovaciones colaterales como la organización de las instalaciones, actualización pedagógica de los maestros y la elaboración de un nuevo Plan de estudios, con una planeación adecuada de los contenidos de las diferentes materias y con un sistema apropiado de evaluación. Lo que generaría gran resistencia.
La implementación de las Academias de maestros permitiría el diálogo intelectual y social entre pares, se pretendía que durante las reuniones los maestros que tuvieran un mejor dominio sobre un tema en particular lo expusieran frente a los demás, este intercambio produciría dividendos que ayudaría a que los contenidos de los cursos se desarrollaran con el máximo de calidad académica. A su vez favorecería la elaboración de mejores instrumentos de evaluación del aprovechamiento escolar. La interrelación social entre los maestros propiciaría, a su vez, una mayor afinidad con los alumnos a favor de un diálogo universitario. Urgía un programa de reorientación, capacitación y actualización de los profesores de la Preparatoria, en el que se ofrecieran los fundamentos de una pedagogía científica. Se consideró que el profesor debería estar en continuo contacto con instituciones de educación superior y centros de investigación para mantenerse al día. También se consideraba que era muy conveniente proporcionar a los docentes los medios adecuados para la realización de su trabajo.
Para alcanzar los objetivos planteados se consideró necesario disminuir el número de alumnos por grupo. Los resultados que se obtenían con grupos de más de cien alumnos (en algunas ocasiones) no eran los ideales. Por otra parte se planteaba la importancia de impartir cursillos de regularización con el propósito de preparar a los alumnos suspendidos para que tuvieran una mejor oportunidad de aprobar el examen extraordinario. Por último para una mejor evaluación del aprovechamiento se solicitaría a las Academias de maestros la elaboración de los exámenes correspondientes.
Los cambios radicales en el funcionamiento de la Escuela Preparatoria estaban fundamentados en la ineficiente metodología de enseñanza que no estaba orientada a lograr la tan anhelada formula: aprender haciendo y enseñar produciendo. Sobresale que los maestros eran criticados por su falta de preparación y el poco interés que mostraban hacia sus actividades, que existían profesores que eran simples expositores de clase que se limitaban exclusivamente a ejercitar la memoria sin aprovechar la capacidad de raciocinio del alumno. Llama la atención la existencia de una gran población de estudiantes apáticos cuya única preocupación era la obtención de un título y de un estatus social, con un nivel mínimo de aprendizaje, el suficiente para titularse.
La Escuela Preparatoria requería una transformación integral a través de una actualización amplia y profunda de sus planes de estudio, de los sistemas pedagógicos, de la relación maestro-alumno y maestro-maestro. Era urgente vincular al alumno a través de la participación con su entorno inmediato, hacer sentir la presencia de la Universidad y su repercusión en la transformación social. Incidir para tratar de cambiar la mentalidad y la forma de ser de maestros, alumnos, trabajadores y autoridades. En este orden de ideas, la Escuela Preparatoria fue la única que en el simposium propuso un cambio radical a sus programas. En próximas entregas detallaremos más de las reflexiones que se generaron en 1971 en el contexto de la Reforma.
Juan Manuel Rivera Juárez. Docente Investigador de la Unidad Académica de Ciencia y Tecnología de la Luz y la Materia. LUMAT
Elva Cabrera Muruato. Docente Investigadora de la Unidad Académica Preparatoria.
