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miércoles, 17 abril, 2024
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Por qué el Simposium de Reforma de 1971 (1/2)

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Por: Juan Manuel Rivera Juárez • Elva Cabrera Muruato •

Muchas eran las críticas que se hacían al sistema universitario en Zacatecas a principios de la década de los 70´s, se reconocía la urgencia de preparar al estudiante para enfrentarse a un medio que sufría radicales transformaciones y que se orientaba por rumbos que resultaban cada vez más complejos. Era constante la exigencia para una verdadera transformación integral, que implicara una actualización amplia y profunda de los planes y programas de estudio, los cuales habían permanecido muchos años intocables.

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Documentado en el Archivo General de la Benemérita Universidad Autónoma de Zacatecas se encuentran algunas de esas observaciones, para esta investigación retomaremos algunas de ellas, no necesariamente son las más importantes, nos centraremos en las ideas que manifestaba un sector de universitarios muy interesados en el impulso de una Reforma.

Con referencia en los contenidos de los programas y planes de estudios así como de las prácticas pedagógicas que prevalecían, una de los señalamientos más recurrentes era que la Enseñanza Superior se había vuelto puramente informativa, con un limitado concepto de vocación y con un desconocimiento de la realidad social a la que tendría que enfrentarse el estudiante.

Otra crítica radicaba en la premisa de que la mujer tenía una natural incapacidad intelectual para apropiarse de los conocimientos (compartida por algunos docentes). El sector promotor de la Reforma rechazaba semejante posición por injusta y antipedagógica. Planteaban que un maestro estaba obligado a impartir sus conocimientos a todos los alumnos sin distinción y eran responsables de la eficacia de su enseñanza.

Los universitarios impulsores de la Reforma pensaban que la Universidad debía transformarse y cumplir la tarea de educar a los jóvenes zacatecanos para que fueran capaces de vivir en un mundo que había sufrido radicales transformaciones y se tornaba más complejo.

Se consideraba que uno de los factores determinantes en el estancamiento que experimentaba la Enseñanza Superior, eran los maestros, dado que muy pocos lograban en realidad “interesar” al alumno en el conocimiento de su asignatura. Al estudiante lejos de involucrarlo en el estudio (por las implicaciones futuras de esos conocimientos en su formación o ejercicio profesional o por simple agregado cultural), se le había acostumbrado a estudiar para pasar la prueba respectiva. Una vez salvado ese trámite olvidaba el conocimiento.

Mas aún hasta en las materias básicas de una u otra profesión, la inmensa mayoría de los alumnos estudiaba para pasar un examen: pasarlo era el fin del estudio. La motivación, el temor a quedar reprobado. No se buscaba estudiar para aprender y el maestro en raras ocasiones lograba darse cuenta cuando un estudiante estaba realmente interesado en el conocimiento. El grupo impulsor de la Reforma consideraba que los métodos de enseñanza, así como los contenidos de los programas de cada una de las asignaturas debían adecuarse a mejores propósitos que la simple y rutinaria forma como se trabajaban. El proceso de enseñanza demandaba una verdadera vocación de los profesores.

Los planes y programas de estudio, así cómo los métodos de enseñanza (cuando el maestro seguía uno), estaban estructurados de forma tal que privilegiaban la especialización temprana de algunas profesiones. Las materias se impartían principalmente bajo el modelo que se ha llamado “conferencitis”, a través de la conferencia dictada por el profesor en turno se transmitía a los alumnos la mayor cantidad de conocimientos relacionados directamente con la profesión elegida. Esa era la enseñanza universitaria, orientada a la formación de profesionistas sin tomar en cuenta una preparación para la vida misma.

Desde su ingreso al sistema universitario y en los diferentes ciclos de estudio, se aislaba al alumno del mundo y se le destinaba a encerrarse en su laboratorio o consultorio sin interesarse en lo que acontecía en su entorno (el mundo real). No existía interés porque no estaba preparado para comprenderlo, mucho menos para aportar su esfuerzo personal a la solución de tan compleja problemática. Estos profesionistas especializados en áreas específicas del conocimiento eran considerados egoístas y nocivos para la sociedad por su falta de empatía social.

Existía un consenso en la necesidad de una Reforma radical de los planes y programas de estudio, así como de las metodologías de enseñanza que se implementaban. Incluso se llegó a pensar en la posibilidad de modificar los principios básicos de la Universidad, a fin de garantizar una transformación que permitiera preparar al estudiante para interaccionar con el mundo en el que inevitablemente tendría que vivir. Además, que le diera oportunidad de cambiar esa realidad social y no ser un ser humano contemplativo, con una vida plenamente vegetativa, utilitaria, de explotación y ajena a todas las cuestiones sociales en las que estaba inmerso; en fin, una educación formativa y no enciclopedista.

En la próxima entrega profundizaremos en más detalles de la Reforma de 1971, movimiento intelectual al interior de la Universidad Autónoma de Zacatecas que pretendía como hemos señalado, que la ideología, filosofía y visión de la principal institución formadora de la juventud zacatecana fuera determinante en la integración real y propositiva de los estudiantes egresados como agentes generadores de cambio en su entorno inmediato. ■

*Docente Investigador de la Unidad Académica
de Ciencia y Tecnología de la Luz y la Materia.
*Docente Investigadora de la Unidad Académica Preparatoria.
[email protected]

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