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miércoles, 24 abril, 2024
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Comportamiento social durante el confinamiento, parte final

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Por: MANUEL ESPARTACO GÓMEZ GARCÍA •

El comportamiento social es el conjunto de disposiciones conductuales en los que hay una gran influencia de las interacciones sociales.

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En el primer capítulo de este texto, pretendí sentar las bases para una argumentación profunda que nos ayude a entender, no solo los padecimientos producto del confinamiento, sino la sociedad “post covid19” que saldrá (cuando toque salir) a un nuevo pero viejo mundo, con circunstancias que han cambiado para siempre. Algunas de ellas por decreto, por la vía de la coerción y otras tantas por lo aprendido en esta gran lección de vida, que sin imaginarnos pero tampoco haciendo lo posible para evitarla o cuando menos contener, una catástrofe de las mismas dimensiones que hemos padecido, que no es lo mismo que aprendido.

Dicen los que saben que el comportamiento social tiene como característica principal la interacción entre los individuos, en ese sentido, si algo ha modificado el virus y el confinamiento, son precisamente las relaciones sociales, principalmente en lo físico, dando paso a lo digital. Esa interacción que se da desde los aparatos inteligentes y que permite cumplir con lo mínimo requerido para desarrollar ciertas actividades laborales y de comunicación, nos da una idea de un nuevo modelo de relaciones publicas que incomodaba en un inicio, pero que terminará por ser aceptado, porque es tan extraño como cómodo.

La gran pregunta es, si con las nuevas reglas de distanciamiento y métodos digitales para la comunicación, se cumple con la idea de la interacción social o es necesario el contacto físico. El ser humano evolucionó a través del tacto, claro, hay otros sentidos que se fueron agudizando, pero para conocer algo o a alguien nuevo, se observaba primero para tener una idea proyectada, pero se tocaba después para ver que era en realidad. La reproducción de la especie, el sentido mas apegado a la teoría Darwiniana es imposible sin el contacto físico, esto lo escribo como el precedente de la importancia del contacto de piel entre los seres humanos, que va relacionado con una necesidad no siempre consciente, del hombre, además de los síntomas y sus derivadas enfermedades psicológicas que esto provoquen.

Algo bien interesante de los artículos sobre el tema, de las ultimas semanas, es la similitud que encuentran los científicos entre la necesidad que surge del hambre y de la soledad. El ser humano a determinado tiempo, tal vez horas de padecer un aislamiento o de estar sin ingerir alimentos, experimenta la misma sensación, que lo impulsa a resolver de inmediato el apuro o comienza a padecer ansias, nerviosismo y temores. Esto en realidad se desarrolla en un contexto catastrófico, que seguramente se presentó en algunos casos, pero que afortunadamente no en la mayoría, el solo hecho de vivir el confinamiento acompañado de la familia o en soledad, pero con la posibilidad de intercomunicarte, hacen mas tenue la necesidad de la que se habla, pero que nos da un ejemplo de lo que puede pasar, de lo que se vive durante el proceso y las consecuencias físicas y emocionales de las personas.

La realidad es que nadie sabe a ciencia cierta, cómo y cuándo va a terminar la propagación del virus y sus consecuencias, como lo es el aislamiento social en sus diferentes modalidades; desde el confinamiento, hasta la sana distancia con un metro mínimo entre individuos. De tal suerte, que, durante el confinamiento, quien ha entendido que este mundo y nuestro planeta deben sobrevivir, pero no necesariamente con nosotros como punta de lanza de la cadena evolutiva y como dioses de nuestro propio universo, se han dado a la tarea de modificar desde lo físico hasta lo espiritual. Ha sido una oportunidad única de aprender a vivir de otra manera, de relacionarnos, de mantener a raya nuestra dependencia a lo material y al consumismo, teniendo en casa solo lo básico para sobrevivir, aceptando la fugaz existencia de nuestro ser en este plano y la fragilidad de la vida de nosotros mismos y de las personas que amamos. Nos ha vuelto a quienes hemos tratado de aprender la lección desde un punto de vista humano y espiritual, un poco mas compasivos.

Existen otros individuos que se resisten a la idea de que un virus, que no ven y que no conciben sea el regidor de sus vidas y de sus actividades y que paradójicamente, le encomiendan su salud a un poder superior, que tampoco pueden ver, ellos corren el riesgo de ser carne de cañón del proceso de inmunidad del rebaño, y si este no fuera el caso, el crecimiento personal en un acontecimiento extraordinario, queda anclado a la ignorancia del que lo cree saber todo.

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