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jueves, 28 marzo, 2024
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■ Miscelánea Continuación de Antología: ¡Pandemia!

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Por: AQUILES GONZÁLEZ NAVARRO •

De Maristella Svampa: reflexiones para un mundo post-coronavirus.

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Pandemias hubo muchas en la historia, desde la peste negra en la edad media, pasando por las enfermedades que vinieron de Europa y arrasaron con la población autóctona en América en tiempos de la conquista. Se estima que, entre la gripe, el sarampión y el tifus murieron entre 30 o 90 millones de personas. Más recientemente, todos evocan la gripe española (1918-1919), la gripe asiática (1957), la gripe de Hong Kong (1968), el VIH-SIDA (desde la década de 1980), la gripe porcina AH1N1 (2009), el SARS (2002) el ébola (2014), el MERS (coronavirus 2015), y ahora el COVID-19.

Sin embargo, nunca vivimos en estado de cuarentena global… por un lado se cierran fronteras externas, se instalan controles internos, se expande el paradigma de la seguridad y el control, se exige el aislamiento y el distanciamiento social.

Por otro lado, el leviatán sanitario viene acompañado del estado de excepción… los mayores controles sociales se hacen visibles en diferentes países bajo la forma de violación de los derechos, de militarización de territorios, de represión de los sectores más vulnerables.

La pandemia pone de manifiesto el alcance de las desigualdades sociales y la enorme tendencia a la concentración de la riqueza que existe en el planeta… en vísperas del Foro de Davos, en enero de 2020, un informe de OXFAM consignaba que de sólo 2153 multimillonarios que hay en el mundo poseen más riqueza que 4,600 millones de personas (un 60% de la población mundial).

OCULTAMIENTO DE LAS CAUSAS AMBIENTALES E HIPERPRESENCIA DEL DISCURSO BÉLICO

Hoy leemos en numerosos artículos corroborados por diferentes estudios científicos, que los virus que vienen azotando a la humanidad en los últimos tiempos están directamente asociados a la destrucción de los ecosistemas, a la deforestación, al tráfico de animales silvestres, para la instalación de monocultivos.

Las causas socio-ambientales de la pandemia muestran que el enemigo no es el virus en sí mismo, sino aquello que lo ha causado. Si hay enemigo, es este tipo de globalización depredadora y la relación instaurada entre capitalismo y naturaleza.

Lo peor que podría ocurrir es que nos quedemos en casa convencidos de que las cartas están marcadas y que ello nos lleve a la inacción o a la parálisis pensando que de nada sirve tratar de influir en los procesos sociales y políticos que se abren, así como en las agendas públicas que se están instalando. Lo peor que podría suceder es que, como salida a la crisis sistémica producida pos la emergencia sanitaria, se profundice “el desastre dentro del desastre”… hay que partir de la idea de que estamos en una situación extraordinaria de crisis sistémica y que el horizonte civilizatorio no está cerrado y todavía está en disputa.

Se trata de proponer salidas a la actual globalización que cuestionen la actual destrucción de la naturaleza y los ecosistemas, que cuestione una idea de sociedad y vínculos sociales marcados por el interés individual, que cuestionen la mercantilización y la falsa idea de autonomía.

Por otro lado, las voces y la experiencia del personal de la salud serán cada vez más necesarias para colocar en la agenda pública la inextricable relación que existe entre salud y ambiente de cara al colapso climático. Nos aguardan no solo otras pandemias, sino la multiplicación de enfermedades ligadas a la contaminación y a la agravación de la crisis climática. Hay que pensar que la medicina, pese a la profunda mercantilización de la salud a la que hemos asistido en las últimas décadas, no ha perdido su dimensión social y sanitarista.

Nadie dice que será fácil pero tampoco es imposible. Necesitamos reconciliarnos con la naturaleza reconstruir con ella y con nosotros mismos un vínculo de vida y no de destrucción.
De Mónica B. Cragnolini: Ontología de guerra frente a las zoonosis.

Las zoonosis, como su nombre lo indica, remiten a aquellas enfermedades que se transmiten desde animales a humanos. Muchas de ellas se vinculan con el consumo de carne animal (triquinosis, brucelosis, diversas enfermedades parasitarias). En el siglo XX tuvimos el síndrome de la vaca loca (encefalopatía espongiforme bovina) de origen prionico, que se transmitió al humano y que evidencio aspecto de la alimentación de aquellos animales que los carnívoros ponen en su plato, aspectos que no conocían (o no querían conocer): el engorde con harinas fabricadas a partir de los cadáveres de otros animales, residuos de matadero y placenta humana. El siglo XX nos enfrentó a una enfermedad zoonótica de origen viral VIH-sida, que se constituyó en la pandemia con más continuidad en el tiempo por su modo de transmisión y que ha producido millones de víctimas. En lo que va del siglo XXI hemos tenido entre otras zoonosis: SARS (síndrome respiratorio agudo severo 2002-2003), gripe aviar (H5N1, con sus variantes hasta la H7N9 en 2016-2017), gripe porcina (H1N1 2009) y ahora COVID-19. Todas enfermedades generadas por un virus propio de animales, que logran entrar en un organismo humano, y a partir de ahí propagarse como patógeno humano.

LA GUERRA CONTRA LOS ANIMALES
En el siglo XXI las zoonosis a las que les <<hacemos la guerra>> se hayan estrechamente vinculadas con el consumo de animales, sea de animales de producción, sea de animales de casa. En los animales de producción intensiva, el hacinamiento, las nutriciones inadecuadas, el uso de antibióticos y hormonas, el estrés sufrido por las condiciones de vida en jaulas o cubiles estrechísimos (en los que carecen de toda posibilidad de movimientos, producen continuamente enfermedades. En los animales que son objeto de casa los cambios a nivel de hábitat y nicho ecológico; las migraciones a las que se ven obligados por el desmonte, por la erosión de los suelos; por el rellenado de sumideros para construir barrios cerrados, también generan enfermedades por virus que <<saltan>>.

Nietzsche, en la “genealogía de la moral”, llamo a este proceso <<odio contra lo animal>> nuestra vinculación con los animales que son traídos a la existencia solamente para ser consumidos, que viven una vida determinada en tiempo y espacio por nuestras supuestas necesidades, no puede ser pensada sino en estos términos de odio y guerra enmascarados tras la idea de <<necesidades de alimentación>>.

Humanos en cuarentena: la guerra no la iniciaron los virus. La guerra la iniciamos nosotros cuando nos montamos de manera soberbia sobre el modelo del hombre que <<domina>> la naturaleza a través de su cultura y sus valores. La guerra la iniciamos nosotros cuando creímos que todo lo viviente estaba a nuestro servicio, allí <<a la mano>>, listo para ser utilizado, manufacturado, consumido, aniquilado. Tal vez estos días de aislamiento nos preparen para la escucha de ese reclamo que habitual preferimos silenciar.
Continuará Antología número tres. ■

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