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jueves, 28 marzo, 2024
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Por: EDGAR KHONDE •

La Gualdra 429 / Río de palabras

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El libro de poesía

Había una historia, sucedió cuando llovía. No era una lluvia normal, digo esto porque la gente tiende a romantizar la lluvia, pero piensen en una lluvia que descoloca a una ciudad. La descoloca porque convierte todo lo que ocurre en ella en un caos: la gente se queda paralizada, la energía se detiene, los animales huyen, de repente se avecina un fin del mundo. Un fin del mundo como en las películas; lo que pasa es que no se trata de una película sino de la vida real. La lluvia comienza de modo que parece que no va a parar, pero para; la lluvia no puede durar para siempre. Entonces el relato comienza. Ella sale por fin de la biblioteca para dirigirse a su casa. La biblioteca pertenece a una universidad estatal de la que egresan especialistas que van a comandar luego al país. Es decir, es una institución importante. Ella sale de las instalaciones y camina entre charcos y el césped mojado de los jardines. Podríamos suponer que la imagen es casi idílica, pero no. Porque si lo pensamos por un momento nadie quiere llevar el calzado húmedo ni lodoso. Sin embargo acontece un instante que va a modificar increíblemente el acaecer del camino. Mientras anda encuentra un libro, que está colgado de una forma que la hace pensar que se está secando. Alguien ha dejado secando ese libro para luego leerlo, o guardarlo, o prestarlo, o regalarlo, o venderlo. El libro, ella lee el título, se llama Perturbaciones sintácticas y cuando lo hojea y ojea, se percata de que está compuesto de poemas. El autor es un poeta, uno cualquiera porque ella no reconoce el nombre. Pero le llama la atención que en el título haya el concepto de perturbar porque la lluvia la ha perturbado. Decide guardar el objeto y llevárselo consigo. Días después decide leerlo y ve su nombre en la dedicatoria. Ve su nombre en cada texto. Piensa varias cosas, entre ellas, que el libro lo han escrito para ella; que por eso lo encontró, y que la única manera de hallarlo era que lloviera. En uno de los textos descubre que su nombre al poeta le significa tempestad y silencio y ruido, y le gusta el significado de su nombre. No le da por buscar al autor porque prefiere que ocurra el misterio. En el futuro va a dejar que los objetos la encuentren, que la busquen, que se acerquen y cojan su mano para describir un mapa. El mapa no va a prescribir su vida, pero sí va a susurrarle historias, que ella va a convertir en imágenes. Ella, en su esencia, puede transcurrir, que es como escribirse, por medio de varias estructuras, pero ahora ha decidido configurarse como fotógrafa. Yo la veo desde un tejado y asiento. Soy un gato, que podría ser un escritor, pero prefiero asaltar la noche y dormir en su regazo.

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_429

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