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viernes, 29 marzo, 2024
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■ Miscelánea Antología, ¡pandemia!

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Por: AQUILES GONZÁLEZ NAVARRO •

Antología: Colección de piezas escogidas. Dicc. Real Academia.

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Rodolfo García Zamora, reconocido académico, amigo y correligionario en luchas idas, pensando en sus compañeros universitarios hoy encerrados por causa de un minúsculo virus oportunista, tuvo a bien hacerme llegar por correo electrónico un documento intitulado “LA FIEBRE”: Pensamiento contemporáneo en tiempos de pandemias, donde escriben 16 intelectuales conocedores del tema. Así como un ensayo: Pandemia de Slavoj Zizek.

Tan interesantes todas las opiniones que me veo obligado a compartir, sin aporte de mi cosecha, de aquellas partes de mayor relevancia para entender lo que está ocurriendo en un mundo convulsionado y hostigado por ese minúsculo ser? O célula? O virus? o simplemente adn? O lo que sea denominado Covid-19.

Pensando cómo, recordé las famosas “antologías” que algún tiempo los maestros de prepas de la UAZ, encargaban a sus alumnos: La carga de más de 2 mil hojas en fotocopia y con letra pequeñita de aquellas partes ligadas a la ocurrencia del maestro y entresacadas de más de quince o veinte libros: La locura para el “chavo”, el negocio para la papelería y el desentendimiento del profesor que estimaba cumplida su tarea académica. Las “antologías” acababan en algún rincón de la casa, sin lectura ni lector.

Decía un viejo maestro a los chavos que cargaban “sus antologías”, mira muchacho: “Un libro, pero aquí”, señalando con el índice a su cabeza.

Con el perdón por la crítica a la antología, va la mía, donde igual, acabará en algún rincón de la casa sin lectura ni lector.

De SLAVOJ ZIZEK: ¡PANDEMIA!
“No me toques” según Juan 20:17, es lo que Jesús le dijo a María Magdalena cuando lo reconoció después de su resurrección… Cristo dice que estará ahí siempre que haya amor entre sus creyentes. Estará ahí no cómo una persona a la quien tocar sino como el vínculo de amor y solidaridad entre las personas, así que, “no me toques toca y trata con otros con el espíritu del amor”.

Hoy, sin embargo, en medio de la epidemia del coronavirus todos estamos bombardeados precisamente por llamadas a no tocar a los demás sino para aislarnos, para mantener una distancia corporal adecuada. ¿Qué significa el mandato “no me toques”? Las manos no pueden llegar a la otra persona; sólo desde el interior podemos acercarnos los unos a los otros y la ventana hacia “dentro” son nuestros ojos. En estos días, cuando conoces a alguien cercano (o incluso un extraño) y mantienes una distancia adecuada, una mirada profunda a los ojos del otro puede revelar más que un íntimo roce.

En uno de sus fragmentos de juventud, Hegel escribió: el amado no se opone a nosotros, es uno con nuestro propio ser; sólo nos vemos en él, pero ya no es un nosotros, sino un enigma, un milagro, uno que no podemos comprender.

Ningún coronavirus puede quitarnos esto. Así que hay una esperanza de que el distanciamiento corpóreo incluso fortalecerá la intensidad de nuestro vínculo con los demás. Es sólo ahora, cuando tengo que evitar a muchos de los que están cerca de mí, que yo experimentaré plenamente su presencia, su importancia para mí.

Li Wenliang, el médico que descubrió la epidemia en curso y fue censurado por las autoridades, fue en autentico héroe de nuestro tiempo… por lo que no es de extrañar que su muerte desencadenara una ira generalizada. La reacción previsible en la forma en que el estado chino hace frente a la epidemia se refleja mejor en el comentario de Verna Yu: “sí China valorara la libertad de expresión no habría crisis del coronavirus”.

Se necesita un estado fuerte en tiempos de epidemias, ya que las medidas a gran escala deben realizarse con disciplina militar (cómo la cuarentena) China fue capaz de poner en cuarentena a decenas de millones, y deberíamos imaginarnos la misma epidemia masiva en los Estados Unidos ¿Podría el estado aplicar las mismas medidas? Uno puede apostar que miles de libertarios con armas se abrirían camino sospechando que la cuarentena es una conspiración del estado he intentarían luchar por su salida.

Por supuesto, deberíamos analizar en detalle las condiciones sociales que hicieron posible la epidemia de coronavirus – sólo piensa en cómo en el mundo interconectado de hoy en día un británico que se encuentra con alguien en Singapur regresa a Inglaterra y luego va a esquiar a Francia infectando ahí a otros 4… los sospechosos habituales esperan en la cola para ser interrogados: la globalización, el mercado capitalista, la transitoriedad de los ricos… lo realmente difícil de aceptar es el hecho de que las actuales epidemias son el resultado de la contingencia natural en su estado más puro, que acaba de ocurrir y no esconde ningún significado más profundo. En el orden más amplio de cosas somos una especie que no importa.

Ahora una cosa es segura el aislamiento por si sólo, la construcción de nuevos muros y más cuarentenas no hará el trabajo. Se necesita una solidaridad total e incondicional y una respuesta coordinada a nivel mundial, una nueva forma de lo que una vez se llamó comunismo. Si no orientamos nuestros esfuerzos en esta dirección entonces Wuhan hoy puede ser la típica ciudad de nuestro futuro.

Muchas distopías ya imaginan un futuro similar: nos quedamos en casa, trabajamos en nuestros ordenadores, nos comunicamos por videoconferencia, hacemos ejercicio en una maquina en la esquina de nuestra oficina en casa, ocasionalmente nos masturbamos delante de una pantalla que muestra sexo duro, y conseguimos comida por entrega, sin ver nunca a otros seres humanos en persona.

Los medios de comunicación han informado de que Trump ofreció mil millones de dólares a la empresa biofarmacéutica CureVac, con sede en Tubinga para asegurar la vacuna sólo para los “Estados Unidos”. El ministro de salud alemán, Jens Spahn dijo que la adquisición de CureVac por la administración Trump estaba “fuera de negociación”; CureVac sólo desarrollaría una vacuna “para todo el mundo no para países individuales” aquí tenemos un caso ejemplar de la lucha entre la barbarie y la civilización.

Un periodista alemán de Die Welt, me describió en un correo electrónico la nueva postura hacia la vida que está surgiendo.

“Realmente puedo sentir algo heroico en esta nueva ética, también en el periodismo todo el mundo trabaja día y noche desde la oficina en casa, haciendo videoconferencias y cuidando de los niños o escolarizándolos al mismo tiempo, pero nadie pregunta por qué lo hace, porque ya no es más “me dan dinero y puedo ir de vacaciones, etc.” ya que nadie sabe si volverá a haber vacaciones y si habrá dinero.

Es la idea de un mundo en el que tienes un piso, lo básico cómo la comida, etc., el amor de los demás y una tarea que realmente importa, ahora más que nunca. La idea de que uno necesita más parece irreal ahora.”

No puedo imaginar una mejor descripción de lo que uno debería llamar descaradamente una vida decente no alienada – y espero que algo de estas actitudes sobreviva cuando esta pandemia pase.
Continuará… ■

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