La democracia se adapta a los tiempos de la sociedad tecnologizada que tenemos. Ahora mismo es impensable un día sin la Internet. El banco hace una gran cantidad de trámites desde un teléfono celular, y eso muestra cómo la economía dejaría de funcionar sin el uso de la red. Lo mismo la velocidad con que avanza el gobierno electrónico: pago de impuestos, trámites de permisos, adquisición de documentos y la fuerte carga de las tareas de la transparencia es sobre el uso de las plataformas virtuales. Lo mismo la enseñanza, ahora es muy común hacer un postgrado en línea, donde nunca se conocieron los maestros y alumnos personalmente, pero tuvieron procesos de enseñanza-aprendizaje efectivos. Así podíamos continuar enumerando casos de la indispensabilidad de la red y los métodos electrónicos para resolver los problemas privados y públicos.
De la misma manera, la democracia cada vez se ejerce o implementa con los apoyos de las tecnologías de la comunicación. El Pueblo puede organizar peticiones y elegir prioridades en obras públicas, y también, claro está: puede votar. Las votaciones son organizadas por equipos humanos que verifican personalmente los resultados de la voluntad popular y los reportan en actas de manera conjunta con los diversos partidos y los representantes ciudadanos. Los funcionarios cuentan las papeletas con la mirada cercana de los actores interesados y se aseguran de que todos los números coincidan y cuadren. Pero si el voto es electrónico ya no hay más papeleta física, ni mirada directa ni verificación personalizada.
¿Qué riesgos existen con el cambio al formato electrónico? Los ciudadanos emiten su voto en un dispositivo que lo almacena en una memoria digital y la suma en automático mediante algoritmos previamente diseñados. Ahí está uno de los más delicados riesgos: la manipulación de los algoritmos que puedan alterar los resultados electorales. Justo fue uno de los elementos que pasaron en el fraude de 1988, la introducción de un algoritmo alterno que modificó los resultados y produjeron un ganador: Salinas de Gortari. Sin duda que, sabiendo este riesgo, se predisponen dispositivos que den mayor seguridad, pero en todos los sistemas de seguridad hay un genio que logra saltarlos, por eso sigue habiendo fraudes a los bancos en sus sistemas electrónicos de pago o emisión de créditos aun con los complejos sistemas de seguridad.
Una ventaja, sin duda es la apertura del voto de todos los mexicanos que viven en el extranjero y la disminución de costos en las jornadas electorales. Para un estado como Zacatecas, la primera ventaja es de enorme significación política. A un estado migrante, el voto electrónico le permite integrar a la vida política a esas personas que han sufrido la expulsión forzada. Y la participación de los expulsados significa un acto de justicia: empodera a dichos actores para defender y promover sus agendas. Le da voz y poder a los afectados. Por ello, es una medida que vale la pena emprender, aun con los riesgos existentes.
