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jueves, 28 marzo, 2024
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El derecho al tiempo, un elemento clave para acabar con las desigualdades de género

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Por: Ariadna Güell • Marta Junqué •

Ser mujer, bisexual, trabajadora y laica son categorías biológicas, sociales y culturales que nos colocan dentro de sistemas diversos de dominación y discriminación simultáneos y sobrepuestos. Pertenecer a una de estas categorías implica tener acceso y oportunidades distintas a una variedad de derechos (vivienda, educación, participación política, etc.) y también una distribución desigual de los recursos derivados de estos derechos, como la riqueza y el tiempo.

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El tiempo es uno de estos derechos que se encuentra distribuido de manera desigual en la Sociedad. Si queremos avanzar hacia una sociedad más justa, igualitaria y más saludable, hace falta reivindicar el derecho al tiempo propio, especialmente para aquellos colectivos para los cuales es escaso, entre ellos, el de las mujeres. Recordando la frase célebre de la filósofa y feminista francesa, Simone de Beauvoir, el derecho al tiempo es una forma de disfrutarlo individualmente y lucharlo colectivamente.

Las mujeres es uno de los colectivos afectados por la distribución desigual del tiempo, especialmente en el ámbito de los cuidados. Ponemos tres datos para ilustrarlo. Según el INE (2016) se demuestra que más del 60% del tiempo dedicado a los cuidados y las tareas familiares recae sobre las mujeres. Esto es uno de los factores clave para explicar porque las mujeres representamos casi el 90% de la población activa europea con Trabajo a tiempo parcial según Eurostat (2017). Con estos datos, no es de extrañar que el nivel de estrés de las mujeres trabajadores en España sea de los más altos de Europa y las quintes con más estrés del mundo, que aumenta si añadimos el factor de la maternidad.

Aunque en los últimos años se han hecho avances en políticas de conciliación en toda Europa, no es suficiente. Un estudio reciente de dos universidades escandinavas muestra que, aunque existan políticas favorables a la igualdad de género y la corresponsabilidad, con más permisos y ayudas para cuidar de las niñas y niños, las diferencias entre mujer y hombre persisten.

Para acabar con esta desigualdad, hace falta un cambio cultural y reconocer y tomar consciencia del derecho al tiempo propio, de las implicaciones que tiene a nivel de nuestra salud y de cómo es un elemento de distribución desigual que nos puede ayudar a avanzar hacia la igualdad real y una sociedad más justa.

Nos tenemos que (re)apropiar de nuestro tiempo. Concebir la organización del tiempo como un derecho de ciudadanía que nos permite tener una vida más saludable, nos permitirá mejorar nuestra calidad de vida.

Hay cada vez más organizaciones que apuestan por una nueva cultura del tiempo, más eficiente, mas respetuosa con las personas y que comporte a la vez la obtención de resultados más satisfactorios y, que finalmente, nos lleve a un modelo más sostenible. Ahora que se cumplen 100 años de la huelga de la Canadenca, que consiguió fijar la jornada laboral en las 40 horas semanales, hay distintas empresas que apuestan por trabajar 4 días a la semana o instituciones, como la Generalitat de Catalunya, el Parlament valenciano o el propio nuevo gobierno español, que apuestan por una mejor organización del tiempo.

Mas allá de los efectos positivos para la salud y la productividad, el derecho al tiempo propio también contribuye a la construcción de una sociedad más sostenible, alineada con los objetivos del desarrollo sostenible y la agenda 2030 y a la facilitación de la participación social de la ciudadanía.

En síntesis, las políticas del tiempo pueden colaborar a mejorar la actual distribución desigual de este recurso entre mujeres y hombres. Ahora es el momento de formular el tiempo propio como un derecho para que nos ayude a luchar para recuperarlo como mujeres y para reclamarlo como propio.

Delante del nuevo paradigma que introduce el trabajo digital y la economía de plataforma, la emergencia climática y la fuerza del movimiento feminista, es necesario que las instituciones incorporen este derecho al tiempo propio. Para conseguirlo, necesitamos una sociedad civil fuerte y organizada y unas instituciones que lo prioricen. Desde la Barcelona Time Use Initiative, que recoge el legado de la Iniciativa para la Reforma Horaria, seguiremos trabajando para hacer realidad que el derecho al tiempo propio sea reconocido en las organizaciones y en las agendas municipales, regionales y globales. ■

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