Se deben decir mil cosas de un maestro inolvidable como él.
Nacido en Guayaquil, Ecuador en julio de 1931, preso político por la dictadura militar, durante un año estuvo sin ver la luz literalmente, pues los horrores de la prisión le arrancaron esa destreza y exiliado en México desde 1961 donde se alió a lo mejor de la literatura nacional como Juan Rulfo, José Revueltas, Eraclio Zepeda y el recién llegado Gabriel García Márquez, con quien trabajó en ediciones y cultivó una fina y rebelde amistad.
¿Quién era el maestro Donoso al que tanto queríamos?, fundador de los talleres literarios mexicanos, pionero a nivel mundial, su método renovó la forma de ver la literatura y reconstruir una fisonomía nacional por medio del empuje juvenil sin precedentes y lo recordamos siempre alegre, a plenitud con su elemento sustancial que era la palabra, su trabajo con ella, su perfeccionamiento y alegoría.
Mi primera experiencia con el fue exuberante pues al terminar de leer mi poema QUIEN QUIJOTES DE LA CHINGADA se rió y festejó tanto que interrumpió la sesión del taller para irnos felices comentando de todo y dicho poema fue publicado en revistas nacionales y hasta pago recibí por ello. El taller persistentemente tenia la presencia de escritores rusos, cubanos, venezolanos, españoles y como invitados testigos y los que luego nos invitaban a publicar en sus países con sus respectivas traducciones.
Siempre fue implacable y nos enseñó mediante el uso de la crítica a adquirir la dificultad de escribir, de publicar, de concertar y es así que fuimos incluidos en antologías del INBA, UNAM, SEP y en un sinfín de publicaciones dichosas y parlanchinas de nuevos contenidos.
En San Luis Potosí se le recuerda como pavimentador de nuevos caminos de la expresión literaria y el combate ideológico sin miedos y siempre con el respeto de haber elegido una ciudad mágica como esta que le abrió sus puertas y a su familia, fue el fumigador de los viejos estilos arcaicos y de los conformistas necios, incautos y perezosos y sin encumbrar mafias literarias ni cenáculos innombrables.
Un día le pregunté si había conocido al famoso Ché Guevara y me dijo: “claro que si”, y entonces me sentí mas feliz y afortunado de haber sido su alumno durante 3 años . Siempre nos sucedían cosas curiosas en las sesiones mensuales o quincenales del taller pues si llevaba poemas que hablan sobre la luz, ésta se iba o de un café aromático y este se derramaba por accidente sobre la mesa.
Inolvidable el maestro querido por generaciones, falleció el 18 de marzo de 2015 en su querido Guayaquil, el hombre marinero, militante de izquierda, poeta y narrador admirado, jurado en premios mundiales, antologador de la poesía rebelde de toda la américa, novelista consagrado por sus temas ofrendados a la libertad y el decoro, su nombre es sinónimo de alegría, de trabajo constante, de plenitud y victoria siempre como una ofrenda nueva a la vida y a la fiesta de las letras.
