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viernes, 19 abril, 2024
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COBAEZ; cambios sin transformación

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Por: RAMIRO ESPINO DE LARA •

Quien controla la educación de un pueblo,
se apodera también de su futuro.
Rafael Cervantes López
El correo ilustrado, La Jornada. 20/09/19

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El Colegio de Bachilleres del Estado de Zacatecas (COBAEZ), inició sus actividades hace 32 años en 5 planteles y 500 alumnos, actualmente cuenta con 40 planteles y 16,000 alumnos, su cuantitativo crecimiento obedeció tal vez al nivel de rezago que antaño existía, este subsistema atendió al 33% de la matrícula total en el estado, un porcentaje muy alto en comparación con otros seis subsistemas, quienes atendían aproximadamente al 11%. Por cuestiones de orden presupuestal, cuando era mucha la demanda educativa en el nivel medio superior, principalmente en los planteles de la capital, los grupos llegaban a tener sesenta o más alumnos. Las condiciones laborales entre los años de 1987 a 1994, no fueron del todo favorables, sin embargo, los docentes no condicionaban su labor profesional, al igual que los administrativos, ambos mostraban disponibilidad, su desempeño era aceptable y reconocido por la comunidad.

En la segunda mitad de los años noventa, se reconoció que la educación media superior, no solo en el estado sino a nivel nacional, históricamente había sido olvidada, se pone la mirada en este nivel y se le asigna un mayor presupuesto, en un primer momento se dio inicio con la implementación de reformas al modelo curricular, sin embargo, ni con las reformas al modelo ni al sistema educativo, se han mostrado avances significativos en este nivel; incluso, es aseveración oficial.

Hacia el año de 1998, en el COBAEZ surge la inquietud por parte de un grupo de trabajadores, por conformar un sindicato, mismo que, por naturaleza, debía llevar la misión de defender los derechos de los trabajadores –algo que legal y legítimamente era incuestionable-; este fenómeno provocó una serie de desavenencias, toda vez que, particularmente dos grupos se disputaban la titularidad y reconocimiento legal. Las relaciones interpersonales y laborales se vieron afectadas por las posturas de los grupos –confrontación, enfrentamientos verbales y hasta agresiones físicas-, todo este estado de cosas provocó aparte de divisionismo, una manifestación de apatía por parte de algunos docentes, su desempeño se vio afectado a grado tal que la matrícula escolar vino en decadencia –había ciclos escolares que la deserción llegó a ser hasta de 2 mil doscientos alumnos-, el nivel de captación de matrícula llegó a decrecer significativamente; Incluso, en contraparte, en los planteles con mayor población estudiantil, se les negaba el ingreso a los aspirantes por falta de cupo.

Después de todos estos vericuetos, quien obtuvo la titularidad ante la Junta Local de Conciliación y Arbitraje, es el sindicato que incluso, actualmente todavía la sustenta. Hoy día se puede decir que se ha vivido un sindicalismo hegemónico puesto que, el comité ejecutivo actual lleva 10 años fungiendo como tal y, estatutariamente han realizado toda una serie de congresos en los que han logrado aprobar por mayoría de delegados la permanencia del mismo comité hasta el año 2031. Se ha encumbrado este sindicato puesto que su poder llegó a tal grado que, incluso, en un tiempo adoptó la postura de patrón, los directores generales en turno tenían dos patrones: el gobernador y el sindicato; los integrantes del comité ejecutivo y los delegados, daban órdenes a los directores de plantel. Este estado de cosas trajo como consecuencia actitudes desafiantes a la autoridad por parte de algunos trabajadores, mismos que, sentían la protección total del sindicato. Irregularidades de orden laboral como el desconocimiento de los derechos de algunos trabajadores, privilegiando a otros que eran rebasados por quienes contaban con mayor antigüedad, todo esto en complicidad con la autoridad institucional; ante esta situación, se hace necesario que el sindicato cambie su actitud, dado que, tal vez surja no tan solo la disidencia, sino la polarización entre quienes conforman este subsistema. Pueden, incluso, perder la titularidad si no corrigen el rumbo.

En cada cambio de directivo dentro del COBAEZ, se generan nuevas expectativas, se piensa que la renovación traerá una transformación institucional, esto no ha sido así puesto que, la designación del cargo es consecuencia de pago de favores políticos, no existe una convicción de servir a la educación como debería ser su papel, sino de servirle al gobernador en turno. La aseveración de que en este subsistema ha habido cambios pero no transformaciones obedece a las experiencias que se han vivido en el mismo, es lamentable que siempre se sirva a quienes con argumentos institucionales dicen que lo único que hacen es respetar la ley, una ley que contraviene a los postulados constitucionales dado que, la Carta Magna establece principios y, quienes los violentan son quienes hacen las leyes –estos son los gajes del poder-. La única solución es que se dejen de lado las prebendas políticas y, entender que la educación debe tener un tratamiento especial, transparente.

Para que el Colegio de Bachilleres de este estado se transforme, no se requiere solo el que legalmente se encuentre reconocido, sino que legítimamente tenga aceptación dentro de la sociedad, que la relación laboral entre el sindicato y autoridad no sea desaseada, y, que los directores generales en turno se legitimen en el subsistema puesto que no es suficiente el hecho de que legalmente sean designados como tales.

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