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viernes, 29 marzo, 2024
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El 77: referente de la Memoria Universitaria (vital para hoy)

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Por: La Jornada Zacatecas •

El conocimiento no es algo neutral e imparcial. Hay una fusión inevitable entre poder y saber. Los saberes con determinados enfoques legitiman a ciertos grupos de poder: el positivismo fue la bandera de las élites porfiristas y las derechas contemporáneas; y el pensamiento crítico era promovido por grupos antagónicos a la hegemonía estatal que suscitaban cambios sociales. Ese positivismo quería una Universidad ascética lejos de los conflictos sociales, y los pensadores críticos aspiraban a una universidad comprometida con los problemas sociales. Así las cosas, se juntan intereses de sectores sociales determinados, con aspiraciones del tipo de universidad y enfoques educativos opuestos.

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En 1977 emergía una juventud hambrienta de cambios: el Estado autoritario, la sociedad bajo órdenes despóticos, formas de enseñanza verticales y la universidad alejada de la realidad social, eran objeto de crítica y abierto ataque de los jóvenes estudiantes y jóvenes profesores. La reacción de las élites políticas priistas, los ricos ganaderos, terratenientes y algunos comerciantes conservadores, usaron los medios de comunicación para embestir a las corrientes democráticas universitarias y hacerlas aparecer como ‘el peligro comunista’ que destruiría las instituciones y el orden social. El enfrentamiento fue brutal. Se combatía por el tipo de Universidad y, más allá de esto, también estaban en juego expectativas sociales antagónicas. En esos años el viejo régimen estaba haciendo agua en todo el país debido a la ausencia de conductos democráticos para expresar la diversidad, la pluralidad y la oposición social. No es gratuito que la inconformidad se haya desbordado en la formación de grupos guerrilleros. Por lo tanto, los gobiernos priistas se vieron obligados a generar formas de apertura democrática. Pues bien, los conflictos universitarios estaban justo en este contexto.

El eje de lucha por una Universidad democrática y crítica fue la Autonomía Universitaria. Esta última es la condición de posibilidad del pensamiento libre, de la crítica y la participación social de los universitarios. En suma, son dos rasgos los que estuvieron (y están) en pugna: la (auténtica) autonomía y los procesos democráticos al interior de la institución. Por ello, el 77 es un ejemplo que no debe borrase de la memoria universitaria. Los grupos conservadores pugnan por la pérdida de la memoria, los sectores progresistas deben tenerla como antorcha encendida.

La memoria reside en la acción. Y en estos momentos se escuchan a profesores promoviendo juntas verticales de gobierno y, en algunos casos, contra la existencia misma de la autonomía universitaria. Hay muy poca participación docente en el sindicato, que se encuentra en manos de la rectoría. La organización estudiantil continúa enclenque. En general, la actividad académica de investigación es conducida por las políticas oficiales ante la ausencia de proyectos académicos propios. Por ejemplo, la UAZ no tiene una agenda de investigación clara y debatida en su Consejo Universitario. Discusión que haría posible se fijaran los criterios del tipo de producción de conocimiento que quiere la Alma Mater. El Consejo Universitario (y el conjunto de órganos colegiados de gobierno) sin actividad deliberativa. Signos que hablan de poca memoria activa en la UAZ. Ante los recientes acontecimientos en Nayarit, nos preguntamos, ¿cuál es la disposición de los universitarios zacatecanos en la defensa de la autonomía y la democracia al interior de la UAZ?

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